Cuando llegamos a Miami en el año 2012, mi niño acababa de cumplir 3 años y a mí me encantaba celebrar su cumpleaños, pero en USA hay una particularidad a la hora de celebrar este tipo de fiestas: muchas personas eligen pagar poco por un espacio en un parque público donde se está a merced del clima, el sol o la lluvia, y lo peor, el viento, que no tiene piedad con los manteles, vasos, platos y la decoración que medio se pueda hacer, que termina siendo un esfuerzo fallido para que se vea bonito.
Otra opción a la que acuden frecuentemente los padres es rentar por dos horas un espacio dentro de algún lugar público para niños, donde hay inflables, máquinas de juegos o saltarines. En fin, el tema es que los niños de la fiesta se revuelven con el resto del público y la confusión llega cuando no se sabe ni a cuál niño le compramos el regalo de 50 dólares, regalo que queda sobre una mesa a la deriva, cada quien se levanta y se sirve lo que quiere comer o tomar entre pizza o hot dog, entre palomitas de maíz y soda (gaseosa). Cuando llega el momento, llaman por un altavoz para que los niños de la fiesta se acerquen (porque además hay más fiestas ahí), sin verificar realmente que todos los niños invitados estén completos, se empieza a cantar el cumpleaños y se soplan las velas. Acto seguido, sirven la torta y ya todo indica que la fiesta acabó, a pesar de que el lugar va a seguir en funcionamiento unas horas más. Es normal ver cómo levantan a las personas de la mesa, quitan el mantel de Iron Man y ponen otro rosado de una princesa y le dicen a uno que se acabó la fiesta de Nicolás y que va a empezar la de Sofía. Uno piensa “Dios mío, pero si no le compramos regalo a Sofía
”; menos mal ella es otra niña que tiene su propia fiesta y sus propios invitados, así que solo es pararse y retirarse lentamente. Nadie se despide de nadie porque ni se sabe cuáles eran los invitados de cada fiesta.
Dando muchas vueltas encontré un lugar hermoso en donde le hicieron la fiesta privada a mi hijo como yo quería; la decoración hermosa, el único problema es que por ser un sitio difícil de conseguir, todo el mundo lo solicita a la vez y no se pudo hacer el día que queríamos sino el que nos tocó. No había de otra, el verdadero día del cumpleaños del niño lo celebramos en la casa y debimos esperar unos cuantos días para ir a celebrar la fiesta al lugar que habíamos contratado.
El siguiente año empecé a buscar de nuevo en dónde celebrar los 5 años y terminé llegando al mismo lugar, y aunque cambiaron algo en la decoración, se veía todo igual. Para los 6 años la cosa no cambió mucho, solo que mi hijo estaba grande y este seguía siendo el único lugar que ofrecía el servicio, entonces pensé, como tantas veces: “Acá está el negocio, papá, me voy a diseñar y a construir un lugar que cambie mucho, en el que toda la decoración sea digital, que tenga muchos videos y colores, lo que pueda dar un ambiente totalmente diferente y que sea acorde a lo que quieren los niños y las niñas”. Entre los 6 y los 7 años cada uno de ellos va por su lado: ellas alejadas de los chicos, que en su cabeza solo tienen juegos de peleas, mientras las chicas quieren verse lo más glamurosas y elegantes posible.
Me di cuenta de que necesitaba ayuda, ya tenía en marcha el Rent a Car y estaba de lleno en eso, entonces se me ocurrió contarle la idea a mi gran amigo Carlos Chica, quien estaba empezando como productor de eventos. Él me contrataba y me llevaba por muchos países con mi show; pocas veces en este negocio del espectáculo se conoce un ser tan honesto y comprometido, buen amigo y excelente ser humano. Entonces le conté mi idea y me dijo que si necesitaba un socio contara con él, y también tenía a favor que su negocio principal es un restaurante, es decir conocía del manejo de alimentos y bebidas.
No fue difícil entender que tenía mi aliado perfecto, dispuesto a ayudarme a plasmar una idea y a trabajar duro por ella, por lo cual constituimos una sociedad (primera vez en mi vida para algo duradero) en donde Carlitos tiene el 25% de participación y así, juntos creamos SWITCH. Se me ocurrió ese nombre porque significa eso que busco “cambiar”. El local fue muy bien escogido, queda justo frente a un colegio de preescolar
, las ventanas son grandes pero les pusimos unos paneles de vinilo que se pueden cambiar de acuerdo a la fiesta. Como les conté, toda la decoración es digital, compramos una pantalla de video gigante que es la reina del lugar y ahí proyectamos videos, fotos; es increíble lo que se puede lograr.
En el segundo piso construimos dos salones: el de niños es una sala de juegos y hay un spa de chicas increíble con vestidos de princesas para que se puedan vestir como quieran; por unos toboganes los niños regresan al primer piso donde permanecen juiciosos sus papás. Tenemos además una mini disco, un salón de música y el teatro es maravilloso con paredes blancas que cobran vida con cuatro proyectores que pusimos en el techo y permite dar el ambiente que se requiera , es gigante, es el mejor lugar de fiestas infantiles del mundo, pero eso no se vende solo. Mi esposa se encarga de buscar el material que le dé magia a la fiesta: videos, fotos, banners, pasa horas enteras pensando cómo hacer que cada fiesta sea única. Y Angélica maneja la parte comercial y coordina las fiestas para que los clientes salgan felices; cada mamá es un mundo, todas quieren que su fiesta sea la mejor y con Angélica van a la fija. El equipo de trabajo es perfecto, cada quien en lo suyo.
Hay semanas de seis fiestas, no tenemos fines de semanas libres, el éxito ha sido arrollador por cuenta no solo de una idea, sino del compromiso de quienes hacen parte de ella. Félix Camelo maneja la producción y mi esposa la creación y Carlitos durante la semana se encarga del mantenimiento del lugar. Ah, y a los que me preguntan qué hago yo allá… buena pregunta .