El problema que tenemos algunos comediantes es que la gente nos ve como vagos que decidimos dedicarnos al negocio de la risa porque no servimos para nada más, y van a ver y es cierto, jajajajaja. Mentiras, ser comediante es de los oficios más bonitos y difíciles del mundo, nada es más satisfactorio que te abracen en la calle y te den las gracias por hacerlos felices. Los que algún día nos tomamos en serio la comedia ESTUDIAMOS, LEEMOS, estamos en constante evolución buscando superar las expectativas del mercado, y aunque no tenemos un cartón colgado en la pared, somos profesionales en lo que hacemos. Conté chistes hasta que quise y cuando vi que era el momento, cerré esa etapa para dedicarme de lleno a un tipo de comedia reflexiva y diferente, pero manteniendo mi estilo.
De las cosas maravillosas que me pasaron en la vida muchas fueron en los teatros. Recorrí el mundo entero con dos shows, La comedia de todos los tiempos y Por primera vez. La primera comedia se hizo viral en internet con un aparte en el que yo analizaba por qué Jesús no se casó , por qué es mejor tener una novia fea que una bonita
y por qué los hombres sabemos de solidaridad
.
Ya con el segundo show fue mucho más sencillo, dado el buen antecedente del primero. Pero romper esquemas no es fácil, los empresarios no estaban acostumbrados a pagar lo que yo cobraba por show, ni tampoco estaban dispuestos a cubrir mis requerimientos, aunque no eran nada del otro mundo (cosas de producción, generalmente los empresarios me reclamaban que yo era el único que pedía y que otros humoristas o artistas no pedían nada de eso
, entonces yo les respondía: “Amigo, le agradezco la oportunidad pero si no le sirven mis condiciones, muchas gracias pero no
”).
Ayudado un poco por la fama que me había quedado de hacer maratones y récords de humor con mi gran amigo y productor Julio César Báez Medina, armamos un equipo al que después llegó el mejor ingeniero de luces y sonido del mundo: Félix Camelo, un genio en toda la expresión de la palabra. En ese punto nos dimos cuenta de que nos faltaba una vendedora magistral, jajajajaja, que me conociera mejor que nadie y supiera lo que me gustaba y a dónde ir, entonces contratamos a… mi esposa , que a la vez se convirtió en la mánager. Ella tiene que lidiar con todo el tema contractual y es la que les explica a los empresarios por qué el tiquete debe ser en primera clase y por qué en el hotel la habitación debe ser una suite de lujo y no una común, y por qué nosotros decidimos el precio final de la boletería para evitar abusos y que las personas puedan pagar lo que realmente vale la entrada que cubre los costos y permite que ganemos todos, incluido, por supuesto, el empresario.
Con el grupo armado empezamos a trabajar en equipo; no es fácil ser empresario, artista y productor al tiempo, así que nos repartimos las tareas.
Mis estrategias eran las siguientes:
Yo rentaba los teatros por varios fines de semana, pero anunciaba UNA SOLA FUNCIÓN: si en la publicidad aparece que uno se presenta desde el 18 de enero hasta el 14 de marzo, de jueves a domingo, se abren muchas posibilidades, comprometiéndose a estar hasta la última fecha vaya o no vaya gente. Es decir, yo tenía contratadas catorce presentaciones y anunciaba una a una y se agotaban muy rápido, nadie sabía cuándo sería la última (solo nosotros) y no les dábamos tiempo de pensar. Los precios de las entradas eran en promedio igual a los de los demás artistas en teatro. Instauré mi propio call center; aunque los teatros tenían muy buena logística con esto y me fue muy bien, no me parecía buena idea anunciar mi función con el mismo número de teléfono donde divulgaban cincuenta espectáculos antes de ofrecer el mío, así que en un número telefónico exclusivo dábamos información de mi show. Jamás regalé o sorteé entradas, lo que se regala nadie lo valora, y a los invitados especiales les diseñaba una tarjeta sin precio de tal manera que no diera lugar a la reventa.
Adicionalmente, siempre me presenté en teatros; me di cuenta de que los bares y los restaurantes no eran buena idea ya que por el único lugar conocido que la gente se ríe es por la boca y si la tienen llena de comida o bebida no se van a reír, además las personas se distraen muy fácil. Un día revisando mis presentaciones me di cuenta de que los mejores públicos eran los que estaban en teatros más oscuros porque la falta de luz desinhibe a las personas; por ejemplo, se va la luz en un ascensor y hasta el más tímido se ríe o hace algo fuera de lo común. Exigía, sí o sí, que el lugar en el que yo me presentaba debía estar oscuro, incluso hacía poner tela negra en ventanas pequeñas, es decir, que quedara en penumbra, que la única luz debía estar en el escenario y así la gente iba a mirar hacia allá, solo hacia mí.
Fuimos obsesivos con la calidad del sonido, durábamos horas enteras haciendo pruebas porque nadie se iba a reír de algo que no entendiera. Por último, mi espectáculo debía tener mucho de luces, humo, producción, quería que la gente viera y sintiera el esfuerzo por brindar un show de primer nivel. Una vez empezado el espectáculo con juego de luces y humo, el escenario debía verse igual siempre sin importar la ciudad, de tal manera que, si tomábamos una foto, daba igual estar en el teatro en París que en el Centro de Convenciones de Neiva. El show iba a ser uno solo.
Vender la gira era fácil, yo SOLO ME PRESENTABA UNA VEZ POR CIUDAD, y digo que era fácil porque cada productor compraba la ciudad que manejaba y al terminar quería volver a comprar la del próximo año, pero un solo año no alcanzaba entre las ciudades que habíamos conquistado porque teníamos más de sesenta a veces, así que tardábamos dos años en volver. Me presenté en Las Vegas, Los Ángeles, Roma, Milán, Londres, París, Nueva York, Lausana, Barcelona, Madrid, Bruselas, por el mundo entero y en cada ciudad ganaba en promedio diez mil dólares por show.
Ustedes dirán: “Pero es buen negocio”. ¡Claro que sí! Pero también es demasiado sacrificio, yo nunca estaba en mi casa, hubo días en que me despertaba en un hotel y no tenía ni idea en dónde estaba. Siempre agotado, ganaba mucho dinero, pero la vida se me iba de las manos, mi hijo, mi tesoro, crecía viendo al papá por Skype y a mí por Facetime, jajajaja, mentiras. Me olvidé de los negocios por un tiempo y me dediqué a ahorrar y a estudiar. No tocaba ese dinero, me preparaba para algo realmente grande.
Un día, le dije a mi esposa, que por fortuna también era mi mánager, “Me quiero retirar, estoy cansado, quiero hacer algo acá, al lado de mi casa”. Tenía suficientes ahorros para, al menos, probar un año sabático, y ella estuvo de acuerdo, era un año para saber si de verdad mi empresa de carros, que ya tenía un año y medio, era capaz de sostenernos a todos. El 1 de septiembre de 2016 inauguré mi compañía de renta de carros, casi al mismo tiempo que la empresa para hacer fiestas infantiles. Tenía 650.000 dólares ahorrados para eso y no quería cometer ningún error de los anteriores: todo el trabajo de los últimos años estaba ahí reflejado en ese dinero.
A Piter Albeiro “el comediante” mi familia y yo le debemos todo; más que el dinero, lo que ganamos en el mundo fue cariño, la gente es demasiado buena conmigo. Ni qué decir, que en la mitad de mi año sabático me convencieron de que participara en el reality Master Chef, y sin saber ni siquiera prender una estufa, me pareció muy interesante probar y mostrarle al mundo a Alejandro Leiva, no al personaje. Después de más de cincuenta retos en la cocina, terminé ganando el premio mayor. Apliqué en este proyecto todas las mismas cosas que en mis empresas, le dediqué el 100% de mi tiempo a la cocina: en las noches saliendo de grabación, me internaba en la cocina del hotel donde me estaba quedando y los cocineros y el chef ejecutivo me enseñaban cosas que me ayudaran a mejorar cada día; me levantaba primero que todos a estudiar a las 4:30 a.m., todos los días cansado y con sueño, pues tenía un compromiso con mi hijo de no hacer el ridículo en televisión, jajajajaja. Ya cuando uno aprende, viene lo más importarte en cualquier negocio: la pasión. Me apasioné por la cocina, por aprender, descubrí todo lo que se entrega y se recibe a través de un plato de comida, y ¿saben por qué creo que logré ganar? Porque supe VENDER mis platos. Cada jurado sin duda es un mundo maravilloso de conocimiento gastronómico y yo aprendí a vender mis platos a cada uno de ellos de manera diferente, con humor, buen sentido de lo simple y tratando de que vieran mi evolución. Sin duda alguna, no había mejor manera de cerrar mi ciclo de comediante que dejando en el mundo la imagen de cómo era realmente la persona detrás de Piter Albeiro. Esto obviamente me ha servido de publicidad para mis empresas y quienes pensaban que iba a salir corriendo a abrir un restaurante, creo que después de leer este libro saben que no lo descarté, pero entendí que un restaurante va más allá de una persona que simplemente cocina, es una empresa en sí, y por ahora con las que tengo es suficiente.