5

EL SOL DE LA MAÑANA ARDIÉNDOLE EN LOS ojos. Sentado en una cafetería frente al lugar hasta donde siguió a esa prostituta china con el bebé anoche, fumando un cigarrillo y esperando. Observando y esperando, tanto tiempo como se a necesario. Gracias a la mirada que le lanza a la mesera cuando vuelve a llenarle la taza de café, la mujer no se atreve a molestarlo por el cigarrillo. Sabe que él podría hacerle daño a la gente, le haría daño a ella si le da pie para ello. Al mirar en sus ojos, ella puede verlo. A él le encanta el instante en que la gente se da cuenta de su poder.

Pero lo enfurece cuando piensan que es estúpido. Puro músculo y nada de cerebro. Sin embargo, ¿cómo puede alguien pensar eso, viendo lo bajito que es? ¿Cómo alguien de ese tamaño puede llegar a ser el asesino más temido en cinco distritos? Cerebro, ésa es la manera. Cerebro y planeación. Pero la gente nunca ve todo el trabajo que él hace, nunca le da crédito. Piensan que él sólo aparece y monta el drama, disparando y acuchillando. Matar es un juego difícil, requiere mucha planeación. Hay que seguir a las víctimas. Hay que saber cuándo vienen y cuándo van. Quién más vive en la casa. Qué tipo de armas tienen. Cuándo están dormidos y cuándo están despiertos escuchando, esperando por uno. Primero se hace el trabajo difícil, luego se monta el drama.

De acuerdo, el drama es la mejor parte. Mirarlos a los ojos cuando imploran clemencia. Los ruidos que hacen cuando él corta su carne con el cuchillo. Ha visto mierdas que nadie más ha visto, se ha sentido como Dios con la vida entre sus manos. La vida y la muerte. Muerte con M mayúscula. Pero ése es el pago, y a uno sólo le pagan después de hacer el trabajo duro. Él hace el trabajo duro solo. Él espía y planea. Al único que siempre lleva es al perro, No Joke. Así, cuando llega el momento del asesinato, incluso si otros cuatro o cinco enanos están trabajando con él, él lo hace personalmente. Hace el trabajo, así que merece el pago.

El café sabe a mierda. La cafetería está cerca de una parada de autobús. Los gases de los tubos de escape del tráfico que entran por la puerta le hacen doler la cabeza. Es la mañana siguiente, siempre queda hecho mierda, en todo caso. Es como caerse de muy alto. Pasó días preparándose para la vueltica de anoche, sentado en silencio, con los nervios de punta. Viendo a la víctima caminar por ahí como si nada, como si fuera diferente de todos los demás. Qué chiste. La única diferencia es que se siente demasiado confiado. Tan estúpido como un cerdo que sabe lo que sabe y no lo ve venir. La mayoría de las víctimas tienen la sensación de que uno se acerca, pero éste no. El contacto en Queens Auto arregló la camioneta para que pareciera una camioneta de floristería. Se plantó frente a esa casa tres días seguidos y ese malparido todavía no se dio cuenta. Un negro en una camioneta de floristería plantado frente a su casa durante tres días, tenía que darse cuenta. Si no, mira lo que pasa.

Pone la taza en la mesa de un golpe y se ríe. Una mujer en la mesa de al lado lo mira y lo devuelve enseguida a la realidad. Mierda, está tan ocupado felicitándose que se olvidó de vigilar. El edificio está en una calle que desemboca en ésta, casi diagonal a donde él está. Eligió esta cafetería para poder ver la puerta, ver si pilla a esa zorra china otra vez. La arquitecta.

No le gusta estar tan descubierto, pero no quiere traer la camioneta tan cerca del trabajito de anoche. Esta cafetería está a unas pocas cuadras al norte de esa casa. No es que crea en eso de no regresar a la escena del crimen. Eso muestra lo que la televisión sabe de la vida en la calle. Él siempre vuelve. Nunca ha sido un problema. Revisa el lugar al día siguiente, ve qué está haciendo la policía, los observa buscarlo. Les pasa por enfrente y ellos ni siquiera se dan cuenta. Pero anoche lo detuvieron, a él y a No Joke, el perro, así que hoy está siendo cuidadoso.

Está bien, la cosa se puso fea anoche. Un malparido se tiró todo el plan. Primero, apareció tarde. Eso cagó el plan desde el principio. Luego, cuando llegó el momento de la acción, se puso nervioso. Con toda la demora, oyeron sirenas. Tuvieron que salir muy rápido. Así que no terminaron como debían hacerlo. Todos volaron en distintas direcciones. Él agarró a No Joke y se fue a recoger la camioneta a donde la había estacionado, unas pocas cuadras más abajo, y tiró la máscara y los guantes en un bote de basura. Iba caminando por la calle, fresco. Pero luego se dio cuenta de que sus zapatos estaban llenos de queroseno. Sus manos también, esa mierda atravesó los guantes. Las sirenas se acercaban y se preocupó. No se puso nervioso, sólo un poco preocupado. Los residuos y toda esa mierda, ellos la usan como prueba si lo agarran a uno. Así que se quitó los zapatos y los arrojó debajo de un auto. Y las manos, lo único que podía hacer era orinarse en ellas. Un policía se acercó. Ahí estaba, descalzo, orinándose en las manos, No Joke mirándolo como un maldito. ¿Qué hizo el policía? Le puso una multa por comportamiento indecente y lo mandó a casa. ¿Pueden creerlo? Da risa.

Ahora está planeando la Fase Dos. Todo trabajo tiene una sombra. Tal vez alguien vio demasiado o sabe demasiado o se interpone en el camino. Parte de ser buen asesino es ser exhaustivo. Hay que limpiar todo después, incluso si uno está cansado y no tiene ganas. Le molesta no haber tenido la oportunidad de hacerlo anoche. Ese malparido va a pagar por eso, porque ahora él está sentado en esta cafetería, vigilando de nuevo, cuando preferiría estar en casa, durmiendo. Pero uno hace lo que tiene que hacer y había otros cuantos más por quienes preocuparse. En efecto, unos cuantos que estaban ahora ocupándose de sus asuntos sin saber que tenían una cita con él más adelante. Apagó el cigarrillo y dejó un dólar sobre la mesa. Esa maldita mesera no merece nada, pero ¿para qué atraer la atención con algo tan estúpido? Ojos fijos en el premio. Hora de revisar ese edificio al otro lado de la calle.