[Una sala del palacio ducal.]
Duque: Si es del amor la música sustento, seguid tocando, hartadme de armonía, que hastiado el dulce anhelo enferme y muera. La estrofa repetid: ¡murió tan dulce!; hirió mi oído como blanda brisa que sopla sobre un campo de violetas, robando y dando olor. Cesad; no cantes: no suena ya tan dulce como antes.
¡Tirano amor, cuán vivo y fresco eres! Pues aunque todo cabe en tu ancho seno, como en el mar, en él nunca entra nada, por esforzado y válido que sea, que en precio y en valor no pierda al punto: tan lleno está el amor de fantasía, que él solo de fantástico se precia.
Curio: ¿Queréis cazar, señor?
Duque: ¿Qué, Curio?
Curio: El ciervo.
Duque: Tal hago, y al más noble de los míos. ¡Ay!, cuando á Olivia vi por vez primera, el aire con su aliento embalsamaba; en el instante aquel troquéme en ciervo; y desde entonces como alanos crudos Me acosan mis deseos.
¿Qué me manda? Valentín
Valentín: Alteza, perdonad: no obtuve audiencia; mas dióme su doncella tal recado: durante siete soles, ni aun su lumbre verá su hechizo a cara descubierta; mas cual reclusa, con tupido velo, su estancia irá regando cada día con llanto acerbo que los ojos hiere; y todo por amor de un muerto hermano, cuyo recuerdo en su memoria triste quisiera mantener vivo y constante.
Duque: La que alma tiene de tan firme temple que deuda tal de amor rinde a un hermano, Cuál no amará cuando áurea flecha acabe con la legión de los demás afectos que en ella viven; ¿cuándo seso y alma, aquellos altos tronos, ocupados estén, y llenos sus hechizos todos de un solo rey supremo? Preparadme de flores blando lecho: sobre el césped Descansa amor cual bienvenido huésped. (Vanse)