Estos artífices, querido amigo, son las hermosas palabras que generan la sabiduría de las almas. Una vez que esta se ha formado y está presente, resulta fácil mantener sana la mente y el resto del cuerpo. PLATÓN |
A lo largo del tiempo se ha intentado explicar por qué es posible alcanzar el estado hipnótico. Se ha dicho de todo, ha habido periodos en que se ha llegado incluso a una exaltación de dicha práctica y otros en los que el hipnotismo ha sido sinónimo de charlatanería. Repasemos brevemente algunas de estas hipótesis.
Sensismo físico
Llamado también sensismo fluídico o mesmérico, en el cual se atribuía al fluido magnético, que el «magnetizador» emanaba de su cuerpo, la implantación de un determinado estado denominado sueño magnético. El autor de esta hipótesis fue el médico alemán Franz Anton Mesmer, el cual, basándose en la teoría de Paracelso, afirmaba la presencia de un fluido difundido en toda la creación que, justamente canalizado, podía ser utilizado con fines terapéuticos.
Mediante el uso de algunas técnicas, sobre todo del movimiento y la impostación de las manos en determinadas partes del cuerpo de una persona, era posible crear un estado definido como sueño magnético. La persona mesmerizada obedecía las órdenes impartidas por el terapeuta. No eran las palabras las que actuaban, sino el fluido magnético. El término sensismo físico hace referencia a la teoría de que el sueño hipnótico es causado por la acción específica del fluido magnético a nivel físico del organismo.
Braidismo
Denominada también hipnosis de fijación, que es provocada a través del cansancio ocular. La inducción del estado hipnótico se consigue porque el sujeto cede al cansancio, en particular al causado por la fijación ocular en un objeto brillante. Este cansancio comporta un determinado estado en el que es posible actuar mediante la comunicación verbal. El braidismo tomó su nombre del médico inglés James Braid y fue retomado por la escuela parisina de la Salpêtrière, dirigida por Charcot. El braidismo fue rebatido por la Escuela de Nancy presidida por Hippolyte Bernheim, que atribuía el estado hipnótico al propio temperamento del sujeto, particularmente sensible a la inducción a través de las sugestiones.
Pitiatismo
O piziatismo (del griego péithein, que significa «persuadir»), hipótesis formulada por el francés Joseph Babinski (1857-1932), según el cual la práctica de la hipnosis se resuelve en una inconsciente simulación, en la que el sujeto hipnotizado finge, inconscientemente, haber modificado la propia conciencia, mientras que el hipnotizador simula imponer la propia voluntad. Para Babinski, dicha simulación sería parecida a lo que sucede en algunas enfermedades nerviosas que son formas de simulación del trastorno y que se tratan con la persuasión.
Reflexología
Hipótesis formulada por el fisiólogo Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936), que basó sus estudios en los animales. El conocido experimento del perro sometido al reflejo salivar condicionado por la vista del alimento forma parte ya de la historia de la fisiología. Pavlov, que fue galardonado con el Premio Nobel en 1904, propuso una teoría sobre la hipnosis. El terapeuta, a través de la sugestión, provocaría una excitación en una determinada área de la corteza cerebral, con la consecuente inhibición del resto del área; es decir, el sujeto reaccionaría ante las órdenes mediante reflejos condicionados. Recordemos que en la base de la práctica hipnótica verbal se halla la repetición. De hecho, en este contexto es posible descubrir los contenidos presentes en la teoría organicista de Pavlov. En realidad, los reflejos condicionados estarían provocados por la asociación, repetida con el tiempo, de una percepción que, a su vez, estaría en condiciones de provocar un estímulo. El gran error de Pavlov fue el de equiparar a los seres humanos con los animales y confundir la inmovilidad cataléptica provocada en los animales con el estado diversificado de conciencia que se instaura en el hombre.
El modelo de Pavlov
En 1863, Scenov publicaba artículos sobre los reflejos condicionados, de los que extraemos los párrafos siguientes:
• no existe una línea de demarcación entre actos somáticos y fenómenos psíquicos;
• actos voluntarios y pensamiento son, la mayor parte, reflejos;
• el reflejo es un fenómeno asociativo;
• la percepción y las ideas nacen de la asociación y de la integración de los reflejos a través de la mediación del sistema nerviosos central;
• pensamientos e ideas se deben, casi en su totalidad, a un proceso de conocimiento entre organismo y ambiente; la herencia no tiene más que una mínima incidencia.
Según la ley de Pavlov, un estímulo cualquiera (incondicionado) puede suscitar una respuesta deseada si este se ha suministrado, una o más veces al mismo tiempo, al estímulo que corresponde a esta respuesta por un reflejo condicionado.
Exclusión psíquica o disociación psíquica
Una de las recientes y valoradas hipótesis científicas relacionadas con la hipnosis afirma que en el hombre existen dos mentes: una objetiva y otra subjetiva. En el proceso hipnótico, la mente objetiva es excluida hasta el punto de que la subjetiva puede actuar sin control alguno por parte de la primera. El hipnotizador suministra información que es totalmente aceptada por el sujeto gracias a la exclusión psíquica que se realiza mediante la técnica adecuada. El hipnotizador sería englobado en el «Otro generalizado» del sujeto, y la misma voz del terapeuta asumiría el valor de la propia voz interior (el «Otro generalizado» del sujeto conducido). Por Otro generalizado se entiende una parte de la configuración de la conciencia, en la cual han sido importadas normas y modos de ser que el individuo cree que son lo justo y verdadero. La analogía entre el otro generalizado y el superyó freudiano es obvia.
En esta hipótesis, el estado hipnótico se convierte en un «vivir la realidad» representada por el terapeuta como un estado de reciprocidad de ideas. De modo que podríamos afirmar que el estado hipnótico es simplemente «otro modo de ser». En el individuo existirían dos importantes modos mentales: uno objetivo y otro subjetivo. El subjetivo aceptaría aquello que el objetivo desecha (gracias a la intervención del Otro generalizado). El hipnotizador ocuparía el lugar de la función objetiva o bien la excluiría, haciendo avanzar la función subjetiva.
En hipnosis la conciencia del sujeto realiza una autolimitación de la propia libertad.
Y hasta tal punto eso es cierto que Roberto Pavese propone al respecto esta definición: «El objetivo de la hipnosis es crear un vacío en la conciencia del sujeto para inocular aquella idea o aquellas sugerencias inherentes a los fines terapéuticos o experimentales del hipnotizador» (1959).
Dicha interpretación coincide con el pensamiento de «conciencia prisionera» expuesto por Sartre a propósito de las fuertes emociones, del mundo onírico y del histerismo. En el estado hipnótico profundo, para el sujeto, el hipnotizador es la única realidad más allá de él, por lo que la propia voz del terapeuta es englobada en el sujeto y asume el valor de la propia voz interior.
Monoideísmo plástico
Otra hipótesis aceptada por muchos hipnotizadores contemporáneos es la que se denomina monoideísmo plástico.
Con ella se pretende afirmar que, a través de determinados procedimientos, es posible atenuar o suspender las funciones crítico-intelectivas que el sujeto ejecuta a través del hemisferio izquierdo del cerebro, mientras que las funciones emotivo-representativas de la parte derecha son despertadas.
En 1960, el profesor Franco Granone, médico y profesor universitario, definía la hipnosis como «un estado particular de conciencia durante el cual son posibles determinadas modificaciones psíquicas, orgánicas, somáticas o viscerales, mediante monoideísmos auto o heteroinducidos». El término monoideísmo pretende indicar que la mente del individuo está tan concentrada sobre una determinada idea que, en ese trance, no existe nada más que pueda realizarse, o mejor dicho, que pueda representarse, o para decirlo según la teoría de la Gestalt, «imágenes internas o percepciones efectivas utilizan estructuras o procesos mentales parecidos», sólo que durante la hipnosis, al sujeto se le niega la posibilidad de elección y la sensación es transmitida por el terapeuta, y esta es, a su vez, aceptada plásticamente a nivel mental. Ya en 1847, Braid rechazó la palabra hipnotismo y prefirió utilizar el término monoideísmo.
Las ideas son entendidas como «imágenes mentales» que el hipnotizador obliga a importar al sujeto; eso es posible porque las ideas y las impresiones sensoriales son consideradas por el superyó (u Otro generalizado) fenómenos idénticos: imágenes y preceptos implican las mismas representaciones mentales.
En la hipnosis se instauraría un «monoideísmo sugestivo ideoplástico», en el sentido de que la idea fijada es el resultado de la proposición formulada por el terapeuta y sugerida al hipnotizado; en el monoideísmo se afirma que una idea tiende a producir aquello que ella representa. Es conveniente afirmar que dicha hipótesis remite automáticamente al modelo hipnótico como «estado de participación» en el cual se instaura una «realidad consensual». En este sentido, coincido con la hipótesis de que el estado hipnótico es un proceso en el cual prevalece el estado de participación de ideas. Sin embargo, no tener en cuenta todo el entramado de los diversos procesos hipnóticos e inclinarse por el uso exclusivo del modelo de monoideísmo me parece una simplicidad y una imprudencia. Todo está en el inicio del ítem hipnótico que prevalece en dicho concepto.