No yo pienso, sino ello piensa. FRIEDRICH W. NIETZSCHE |
La hipnosis realizada por un terapeuta y aceptada por un sujeto se llama heterohipnosis, mientras que cuando se trata del mismo individuo el que se aplica a sí mismo la hipnosis, estamos hablando de autohipnosis. Los términos conservan su vigencia sólo en las descripciones de los estudiosos en los trabajos, pero comúnmente el término hipnosis se refiere a ambos casos.
En un principio, debemos señalar que existe, prioritaria o solamente, autoaplicación del estado hipnótico y, por lo tanto, autohipnosis. En la autoaplicación no hay obstáculos de interrelación y de comprensión; los sujetos son los mismos protagonistas de las distintas experiencias que se llevan a cabo a lo largo del recorrido hipnótico. Cuando es la heterohipnosis la que se aplica, el terapeuta recurrirá a las técnicas conocidas para sugerir o, mejor dicho, sugestionar al sujeto con el fin de que las incorpore a su relación social.
Sin embargo, entre sugestión y estado hipnótico hay una clara diferencia, porque el primer término indica el grado de condicionamiento al que el sujeto más o menos se somete, mientras que el estado hipnótico se trata de un proceso complejo que al final el autohipnotizado consigue instaurar. La sugestión puede inducir al estado hipnótico, pero no es indispensable recurrir a ella. Por lo que respecta a la práctica autohipnótica, resulta más difícil manifestar pensamientos de carácter innovador, porque la gestión se apoya en la misma fuente que requiere una actualización. De ello deriva el riesgo de una pérdida de energías o de un estancamiento.
En la heterohipnosis, sin embargo, se delega a otros la tarea de escoger adecuadamente las elecciones conductivas, confiando en que el terapeuta pueda dar lo mejor de sí mismo dictando nuevas cargas innovadoras y cognoscitivas; en este aspecto, el hipnotizador debería «ser mucho más de cuanto es el hipnotizado», porque suceda lo que suceda deberá superarse cualquier diferencia existente entre los dos y alcanzar una total participación por parte de ambos.
En otros términos, podríamos decir que en la hipnosis a dos, con hipnotizador e hipnotizado como actores distintos, se realizan dos procesos autohipnóticos: el del hipnotizador, basado en el conocimiento de la técnica y dirigido al sujeto, y en la adecuación de este último a la guía que se le propone.
La interacción entre hipnotizador e hipnotizado se explica, pues, sobre un plano metacomunicacional en el que la relación social se convierte en un factor decisivo: «Cada comunicación presenta un aspecto de contenido y un aspecto de relación, de modo que el segundo clasifica al primero y, por lo tanto, es metacomunicación» (P. Watzlawick, 1971).
La información que es emitida por la fuente, o sujeto transmisor, se transfiere al destinatario.
Lo que se emplea para transferir la información entre la fuente emisora y el destinatario receptor es el canal que se halla entre la salida de la fuente y la entrada del destinatario.
El codificador tiene la finalidad de modular la información y pasarla al elemento, adaptado al envío, es decir, al emisor.
El decodificador elabora la información y la adapta a las capacidades receptivas del destinatario.
Si en la fuente se dispone de una persona áfona, y esta ha elegido comunicar con la voz, la señal codificada y emitida resultará debilitada, lo mismo que si el destinatario posee un aparato receptor deteriorado, este se oirá poco.
Hipnosis y autohipnosis convergen en el hemisferio derecho del cerebro, razón por la que los artistas y, en general, las personas creativas pueden alcanzar con facilidad el estado hipnótico.
El hemisferio derecho se utiliza para la elaboración de las imágenes, metáforas y aforismos; tiende a condensar, le gustan las alusiones, las rimas y conduce a la comunicación analógica, por lo tanto, a la comunicación no verbal.
Muchos relacionan la actividad del hemisferio derecho del cerebro con el inconsciente, y la actividad del hemisferio izquierdo (el del raciocinio) con el superyó. Hasta tal punto eso es cierto que el propio proceso hipnótico es entendido como una actuación para acallar o distraer la actividad del hemisferio izquierdo. No sé qué hay de verdad en todo eso, pero cabe destacar que las personas que, por su carácter, son fantasiosas pueden obtener óptimos resultados con la hipnosis y la autohipnosis.
Las variaciones psicofisiológicas que se instauran en el estado hipnótico, inducido por otros o autoinducido, son esencialmente idénticas, entre ellas citamos siete:
1. Cambios del imput, donde la percepción sensorial se puede modificar para los cinco sentidos.
2. Modificación de la valoración crítica y del sentido lógico de cualquier proceso mental sugerido o autoinducido.
3. Variaciones de la percepción temporal, en el sentido de que el tiempo tiende normalmente a contraerse y se valora el transcurso de media hora como si hubieran pasado pocos minutos.
4. Cambios de la identidad propia y ajena en la valoración y autovaloración, en el juicio y el autojuicio de los demás y de uno mismo.
5. Distorsión de la percepción de algunas partes del cuerpo, como la sensación de tener los brazos larguísimos o de perder la percepción de la presencia de las piernas o de cualquier otra parte del cuerpo. O bien de tener la sensación de que algunas partes se hayan agrandado desmesuradamente.
6. Potenciación de la capacidad imaginativa y del recuerdo.
7. En el estado hipnótico o autohipnótico, denominado como hipnosis plástica, el sujeto manifiesta cambios a nivel biológico, hasta tal punto que en algunos casos presenta regiones visibles, como enrojecimiento de la piel, o pequeñas hemorragias tal como sucede en los síntomas.
Las sugestiones son acciones comunicativas cuya finalidad es la de manipular el Yo con el objetivo de que se reduzca o se anule la posibilidad de verificación y, por lo tanto, la criba por parte de la psique (Yo racional).
En la autohipnosis el individuo aplica directamente la sugestión sobre sí mismo.
Según Bernheim, en su Hypnotisme («Hipnotismo») se entiende por sugestión «cualquier acto por el que una idea es introducida en el cerebro y por él aceptada» (1891).
Para Janet se trata de «todo aquello que surge de nuestra mente por asociación de ideas, por lectura, por aprendizaje, todo lo que se inventa, todas las creencias de cualquier tipo» (État mental des hysthériques, 1894, «Estado mental de los histéricos»).
Debemos señalar, en última instancia, que es preciso que de la sugestión heteroinducida se pase a la autosugestión, con el fin de que la condición presente en el mensaje pueda inducir el estado hipnótico, es decir, cuando la práctica corra a cargo de un terapeuta, o sea, en la heterohipnosis.
«El hipnotizador cree que el instrumento de la acción hipnótica es la sugestión verbal, o lo que es lo mismo, la palabra. Sin embargo, la palabra implica y explica el pensamiento, y este último comporta también una radiación cerebral: me refiero a una proyección corpuscular que no podría exteriorizarse desde el encéfalo de acuerdo con una correspondiente interiorización o asunción del ambiente psicofísico externo, según un tipo de metabolismo mental» (R. Pavese, 1959).
Dedicarse a la hipnosis significa dedicarse a la comunicación y, por lo tanto, a la relación entre individuo y sociedad. Cada día somos bombardeados por mensajes condicionantes y ¿quién sabe cuántas de nuestras libres elecciones son realmente libres y cuántos de nuestros juicios han sido hábilmente insertados a la fuerza en nuestra mente? La prolongada repetición de una noticia, de un anuncio publicitario, es una técnica muy próxima a las técnicas hipnóticas.
A propósito de la vulnerabilidad del control, A. Platonov, en su libro titulado La hipnosis y la sugestión en la práctica médica, escribió: «La sugestión entra en la conciencia del hombre no por la puerta principal sino por la de servicio, evitando al portero, que es la facultad de juicio».
Con respecto a la influencia de la repetición, perfectamente en la línea de pensamiento de Coué, debemos recordar que en la hipnosis clásica es indispensable repetir varias veces la sugestión, desde un mínimo de tres veces a veinte, y más: «La repetición de una sugestión, de cualquier tipo que sea, es la mayor fuente de su potencialidad» (V. Bendinelli, 1974).
Al fin de cuentas, quien más y quien menos, vivimos ignorantes de lo que los demás determinan acerca de nosotros. Se pueden definir 5 tipos de sugestiones:
1. sugestiones por autoridad;
2. sugestiones por asociación;
3. sugestiones por costumbres;
4. sugestiones por repetición;
5. sugestiones por imitación.
Sugestiones por autoridad
Una persona que se considera a sí misma inferior acepta las ideas de quien considera superior.
Sugestiones para hacer creer aquello que se dice:
• Es un hecho comprobado...
• Yo afirmo sin temor a equivocarme...
• Los especialistas de mayor prestigio han afirmado que...
• Las más solventes fuentes de información coinciden en que...
• Como vosotros bien sabréis...
Sugestiones por asociación
Comparación con hechos acontecidos, recuerdos de músicas, nombres, perfumes, etc.
Sugestiones por costumbres (vinculadas a la asociación)
Condicionamiento debido a las costumbres. Intentar:
• meter el calcetín en el pie que no le corresponde;
• ponerse primero el zapato y luego el calcetín;
• salir de la cama por el lado opuesto;
• ponerse la otra manga de la chaqueta;
Nos sentiremos, desde luego, a disgusto.
Sugestiones por imitación
La persona imita siempre a los demás, y quien no lo hace es un excéntrico y es rechazado.
El modo de vestirse, de peinarse, etc. es una fuente de imitación continua, sobre todo de las personas importantes o muy conocidas, como los actores. Se imitan los deportes, las ideas religiosas, las teorías filosóficas...
Si intentáis mirar hacia arriba con expresión estúpida, veréis cómo mucha gente os imitará.
Se imitan también los modos de suicidarse, o las fugas, o también es común que se padezcan los síntomas de enfermedades que se están leyendo en un libro.
De todo eso se deduce lo importante que resulta comportarse correctamente y dar buen ejemplo a los demás.
En definitiva, podemos afirmar que recurrir a la sugestión forma parte de la estrategia de la hipnosis clásica: «La sugestión es la clave del hipnotismo y aprender a aplicarla de un modo adecuado requiere tiempo y mucha práctica. Pero cuando dominéis esta técnica reconoceréis su valor incalculable y os resultará también de gran ayuda fuera de los parámetros del propio hipnotismo» (V. Bendinelli, 1974).
Exponemos a continuación algunos ejemplos de funciones lingüísticas que se pueden utilizar mediante la sugestión durante la sesión hipnótica.
• FUNCIÓN IMPERATIVA: cuando el que habla se impone de forma coercitiva, impartiendo órdenes tajantes. Ejemplo: «A los 5 minutos cerrará los ojos» (se refiere al destinatario).
• FUNCIÓN PERSUASIVA: cuando las propuestas invitan, aconsejan y ayudan al destinatario. Ejemplo: «Respirando profundamente se sentirá más relajado» (se refiere al destinatario).
• FUNCIÓN INFORMATIVA: llamada también referencial, se aplica para aumentar el grado de conocimiento, es decir, para informar, explicar, etc. Ejemplo: «Cerrando los ojos por el reflejo condicionado bulbo-ocular-cardiaco su corazón latirá más tranquilamente» (se refiere al destinatario).
• FUNCIÓN METALINGÜÍSTICA: en ella se va más allá del significado literal y se explica aquello que se emplea para explicar. Ejemplo:
«Cuando le diga calma percibirá una agradable sensación interior de bienestar» (se refiere al tipo de código utilizado).
• FUNCIÓN EMOTIVA: cuando se desea comunicar un estado emocional positivo o negativo. Ejemplo: «Lo que usted ha sentido ha sido realmente sublime, de hecho se siente muy gratificado» (esta función se refiere al emisor).
• FUNCIÓN METAFÓRICA: en el sentido de «transferencia», es decir, el empleo de palabras con un significado cambiado, alterado, que indican otra cosa. Ejemplo: «Está en el séptimo cielo».
• FUNCIÓN COMPARATIVA: cuando se utilizan comparaciones o símiles para comunicar un significado poco conocido mediante el empleo de otro más común. Ejemplo: «Su brazo será tan ligero como una pluma». En la función comparativa se emplean las palabras como, parecido a. Para convertir la comparación en metáfora es preciso omitir el como, y parecido a.