Los maestros más exigentes
Nos guste o no, muchas veces el crecimiento humano es postraumático. Es decir, las situaciones de adversidad nos permiten crecer. Como decía el poeta Rumi: «La herida es el lugar por donde entra la luz», y nos atreveríamos a añadir que a través de la herida es también por donde sale la luz.
Este relato nos muestra que, sin desafíos, adversidades o dificultades, no hay fortalecimiento. Y no es que estemos pidiendo sufrimiento, pero ya que el dolor es inevitable, debemos asumir que a partir de situaciones difíciles podemos fortalecer nuestro carácter, desarrollar nuestras virtudes, generar hábitos que nos empoderen y nos permitan adaptarnos a la realidad siempre cambiante, así como fortalecer nuestro espíritu para seguir conquistando cotas de realización individual y colectiva.
En nuestra vida, pocos maestros encontraremos más exigentes que la adversidad, porque nos enseña a cultivar la fortaleza, la sabiduría y la templanza. Estas son, en definitiva, las grandes virtudes del alma humana.