Como es afuera, es adentro
Solo cuando hay riqueza interior podemos reconocer la exterior. Este, a nuestro modo de ver, es el mensaje fundamental de este relato. Solo podemos reconocer fuera aquello que llevamos dentro. Por lo tanto, aunque el maestro del arpa toque sin cuerdas, si el alumno hubiera estado preparado, podría haber identificado en el movimiento de sus manos y sus dedos los más bellos arpegios. Cuando algo nos conmueve es porque lo llevamos dentro. Una obra de arte, un cuadro, una escultura o una pieza musical nos emociona porque esa belleza, esas armonías, esas melodías y ritmos resuenan dentro de nosotros.
En la medida en que una persona se esfuerza en mejorar su interior y desarrolla competencias, destrezas, habilidades y conocimientos que le hacen aumentar su percepción de la realidad, puede valorar mejor la riqueza del mundo. En la medida en que nos nutrimos por dentro, aprendemos a valorar aquello que viene de fuera. Cuando las personas no saben valorar la grandeza de la vida es que todavía no han conectado con su propia grandeza. Por eso nos gusta tanto esa frase del escritor del siglo XVII Baltasar Gracián: «Quien critica se confiesa», porque así es, aquello que encontramos fuera habla en realidad de nosotros mismos.