Los regalos espirituales
Antonio Machado decía: «Solo el necio confunde valor y precio». Un libro, por ejemplo, puede transformar nuestra vida, aportarnos un crecimiento y una reflexión extraordinarios, inspirarnos, movernos, conmovernos; sin embargo, lo podemos encontrar por un pequeño coste en una librería, o bien pedirlo prestado en una biblioteca pública. Su contenido nos acompañará como el mejor amigo que encontraremos en la vida. ¿Cuántos libros no han transformado la existencia de muchas personas, incluso tan solo con una página, un párrafo o una frase? También la flor inesperada que Rilke deposita en la mano de la anciana supone el regalo de mayor valor, mucho más que cualquier moneda, porque para ella supone respeto, consideración, amor y ternura.
Hay regalos valiosísimos que no se miden por lo que cuestan, sino por lo que significan, por el valor espiritual y emocional que tienen. Merece la pena ser conscientes de estos obsequios que podemos hacer llegar a los demás, como una sonrisa, un abrazo inesperado, una flor, un libro que puede conmover, el café o el té que genera una conversación... Pequeños gestos que tienen un valor infinito y que ayudan a dar sentido a la vida que merece la pena ser vivida.