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Cuidado con lo que crees
(es lo que creas)
El padre de Mila era un vendedor ambulante de empanadas que tenían fama de ser las más deliciosas de la ciudad. Las preparaba con gran cariño y dedicación, utilizando solo los mejores ingredientes. Luego anunciaba orgulloso su producto por las calles.
Estaba tan ocupado con su trabajo que no leía la prensa ni seguía las noticias por ningún medio. Le bastaba con consagrarse humilde y amorosamente a su tarea.
Sus empanadas tenían tanta demanda que se planteó ampliar su cocina y contratar a ayudantes para llegar a más puntos de venta.
Lleno de entusiasmo, fue a contar el proyecto a su hija, que estudiaba el último curso en una prestigiosa escuela de negocios.
—Pero… ¡qué me dices, papá! —lo riñó la joven—. ¿No sabes que nos hallamos inmersos en una gran crisis económica? Tienes que ser más prudente y empezar a ahorrar dinero, porque vienen tiempos muy difíciles. ¡Los analistas no se equivocan!
El vendedor sabía que su hija era la mejor estudiante de su promoción, así que hizo caso de su consejo y empezó a recortar gastos: compró ingredientes de peor calidad, suprimió las empanadas con el relleno más caro y dejó de vocear su producto, convencido de que la gente ya no tenía dinero para concederse ese lujo.
Con sentimiento de culpa, Mila presenciaba cómo su padre cambiaba a peor todo lo que lo había llevado al éxito durante tantos años. Hasta que una tarde, mientras el anciano esperaba a que unas empanadas que había hecho por la mañana se vendieran, la joven se sinceró:
—Padre, antes había cola para comprar tus empanadas, ¿qué ha pasado? ¿No será que tú mismo has arruinado el negocio?
El buen hombre respondió que sencillamente eran tiempos difíciles y, dando la razón a su hija, exclamó apesadumbrado:
—Tenías toda la razón. ¡Estamos en una crisis tremenda!