El Doctor y Sabel.
doctor
No hay que apurarse. Volveré luego. Tengo otro enfermo en la casa. Vamos á ver; ¿cómo ha pasado la noche esa señora?
sabel
Ya le digo, la noche muy mal.
doctor
Es preciso evitarle las impresiones en cuanto sea posible. ¿Ha sido ella quien pidió que la confesasen ó fué cosa de ustedes?... ¡La verdad! ¡La verdad!
sabel
Fué ella, ella solamente. Serían así sobre las tres de la mañana cuando me llamó el señorito.—¡Sabel! Sabel!—Mande usted, señorito.—No sé qué te quiere Octavia. La señorita me hizo seña para que me acercase. Me acerco, y voy y le digo, de esta misma manera:—¿No se encuentra mejor, señorita? ¿Deseaba alguna cosa? Entonces me cogió la mano, y me dijo, dice: — ¡Ay, Sabel de mi alma, yo me muero, habrá que avisar al Padre Rojas! Antes del escandalazo se confesaba con ese señor, y era de la Asociación de Socorristas y qué sé yo cuantas cosas: después, la pobre tuvo que dejarlo.
doctor
¿Pero, á todo esto, tu señorito qué hacía? ¿Por qué no se opuso?
sabel
El señorito parecía una sombra. Se le ahorcaba con un cabello.
doctor
¿Pero qué motivo había para tanta alarma?
sabel
Yo no se lo sabré decir á usted. Puede ser que no hubiese ninguno. La señorita me pidió el rosario, y me dijo, dice:—Si Dios Nuestro Señor hiciese que pudiera ver á mi hijita antes de morirme... Se quedó suspensa porque se acercaba el señorito, y no habla de esas cosas delante de él.
doctor
¿La niña estará en algún colegio?
sabel
No señor... Está con la otra familia. ¡Cuantísimas lágrimas le ha costado á la señorita! Pero dicen que son cosas de la ley. (Transición.) Me parece que ya terminan. ¡Haga el favor! (Prestan atención. Silencio profundo.)
doctor
Aún debe haber para rato.
sabel
No deje de volver, Don José. Tiene usted que sermonearle al señorito Pedro, que no anda nada bueno. Va para tres semanas que no se acuesta, velando á la señorita.
doctor
Pues tampoco está para valentías.
sabel
Dispense una palabra, señor Don José. ¿Por qué no le mete usted bien de miedo? ¿Por qué no le dice de esta misma manera?:«—Amigo, cuasimente se está usted quedando en los huesos. ¡Hay que cuidarse!»
doctor (sonriendo).
Se lo diré, aun cuando no sea de esa misma manera.
sabel
Y le receta cualquier cosa para la salud. El es muy remilgado. ¡Dios nos libre! Pero de mi cuenta corre hacérsela tomar.
doctor
También le recetaré si es preciso.