ESCENA III

El Doctor.—Sabel.—Pedro.—El Padre Rojas.

 

Las cortinas de la alcoba se abren lentamente; la figura del Padre Rojas, muda y solemne, se dibuja en el umbral.

 

el padre rojas

Pueden ustedes pasar cuando gusten. (Entra Sabel. Pedro va á seguirla, y el Padre Rojas le detiene.) Dispense usted un momento. Antes deseara hablar con usted...

 

doctor

¡Amigo Padre Rojas, aun cuando usted no quiera! (Se estrechan la mano.)

 

el padre rojas

¿Quién le ha dicho á usted que no quiero? Tengo siempre una verdadera satisfacción en verle y en saludarle.

 

doctor

¿Qué se hace ahora? ¿Sigue usted dedicándose á los estudios prehistóricos?

 

el padre rojas

Alguna vez: á ratos perdidos; es un vicio caro. (Transición.) Ya me había enterado de que usted asistía á esta señora.

 

doctor

¿De qué no se enteran ustedes?...

 

el padre rojas

¡Hacía qué se yo el tiempo que no nos veíamos! ¿Usted querrá hacer su visita á la enferma? Pase usted, pase usted.

 

doctor

Por un momento. (Entra en la alcoba.)