ESCENA PRIMERA

Sabel.—Octavia.—María Antonia.

Octavia por el fondo, apoyada en María Antonia, que la conduce á la «chaise-longue». Sabel se enjuga apresuradamente los ojos, y recoge un almohadón que está sobre la «chaise-longue». Después lo coloca debajo de la cabeza de Octavia y se va.)

 

octavia

Aquí estaremos mejor.

 

maria antonia

¿Y no te hará daño?

 

octavia

No; hoy me encuentro muy bien.

 

maría antonia

La verdad, tú podrás estar todo lo enferma que quieras, pero la cara no es de eso.

 

octavia

No digas, si parezco una muerta. Siéntate, María Antonia.

 

maría antonia

¡Una hora hace que estoy aquí!

 

octavia

Otro rato nada más. No sabes cuánto te agradezco esta visita. ¡Estoy completamente aislada! No conservo ninguna de mis antiguas relaciones. ¿Y tus hermanas? ¿Qué me cuentas? (Habla con grandes pausas, desde que aparece hasta que se tiende en la «chaise-longue».)

 

maría antonia (con una exageración cómica).

¡Ay, hija de mi alma, insoportables! A esas también les ha dado ahora por la moralidad y la rigidez de principios. En cuanto se enteren de que estuve en tu casa, van á querer devorarme. (Transición.)¿Oye, Pepa Araujo tampoco ha venido?

 

octavia

Si te digo que no ha venido nadie. A Pepa la encontré hace tiempo en la calle; iba con su marido, y me parece que hizo como que no me veía.

 

maría antonia

No lo creo de Pepa; y si lo hizo, habrá sido cosa del majadero de su marido. Precisamente Pepa te defiende en todas partes; por eso te lo preguntaba.

 

octavia

Hemos sido muy amigas.

 

maría antonia

Ya lo sé. (Transición.) Después de todo, si tú quieres á Pedro, y Pedro te quiere, no echaréis de menos á la gente. Lo peor es que el amor, cuanto más grande, menos dura. Yo, desgraciadamente, en eso soy una sabia. Como que, en fuerza de ciencia, me voy defendiendo; lo demás hace mucho tiempo que habría hecho lo mismo que tú. ¡La gran locura! Pero tengo la triste experiencia de otros casos de amor eterno. ¡El primero de todos fué mi marido!

 

octavia

Es que yo quiero á Pedro como no he querido á nadie. Es mi único amor, mi verdadero amor y mi último amor.

 

maría antonia (con pena cómica).

¡Ay, hija! Nunca se sabe cuándo es el último.

 

octavia

Si no me lo dijese el corazón, me lo dirían estos mechones blancos.

 

maría antonia

Son unos embusteros.

 

octavia

Vas á reirte, María Antonia. Pero yo quiero á Pedro con toda clase de cariños; unas veces parezco su hermana mayor, otras veces soy como una madre...

 

maría antonia

También conozco eso. Romanticismos que cuestan muchas lágrimas. Créeme á mí, nada de madres ni de hermanas mayores. Trasteo y trasteo. Una mujer guapa como tú, poco tiene que hacer para estar siempre en su papel.

 

octavia

¡Ay, María Antonia, yo no sé qué idea tienes tú del amor!

 

maria antonia

No tengo una; tengo varias ideas.

 

octavia

Pero empecatadas, hija.

 

maría antonia

Sigue mi consejo. Ser, lo que una es. Yo no conozco mucho á Pedro; pero conozco la clase, y todos son iguales.

 

octavia

pedrono es como los demás.

 

maría antonia

Naturalmente: Pedro es de una fabricación especial.

 

octavia

No te burles, María Antonia. Pedro es un verdadero niño.

 

maría antonia

Y tú una niña... ¡Válgame Dios, pero qué ridículos os ponéis los enamorados!

 

octavia

No; yo, desgraciadamente, no soy una niña. ¡Mi pena es que seré vieja mucho antes que él!