La voz

Tiene un cuerpo la voz: su alma se adhiere

como la brisa ardiente del verano

a mis orejas cuando la fiel mano

íntima del follaje me refiere,

con suavidad, deleite de los baños

en la concavidad azul del mar

con gusto a sal, a rosas para amar

con inocencia párvula y sin años.

En el teléfono, en las estaciones,

en las estampas, en el sueño sola,

en el tigre, en el árbol, en el violín,

en el jabón está y en la garganta

que traga silenciosa lo que escucha.