Estatuas anónimas
No son estatuas fenicias, ni de la edad de piedra,
ni del año dos mil, ni amputadas, ni enteras.
Son heroicas,
funerarias, eróticas.
Hay que acercarse.
Contemplarlas,
comprenderlas.
Son dramáticas. Muy antiguas
como todo lo antiguo muy modernas.
Son troncos de árboles que imploran al cielo
vivir de nuevo, respirar de nuevo,
beber de nuevo.
Ser lo que eran.