Himno a Cristo
En el último viaje del autor a Alemania
de John Donne
Cualquiera sea el barco destruido en que navegue
ese barco será un emblema de Tu Arca,
cualquiera sea el mar en que me hunda, ese mar
será el emblema mismo para mí de tu sangre.
Aunque nubes de ira te sirvan de disfraz
en tu rostro, en la máscara, reconozco esos ojos
que a pesar de tornarse a veces tan lejanos
jamás despreciarán.
En tu honor para ti sacrifico esta Isla
todo lo que allí amé, todos los que me amaron.
Cuando esté nuestro amor puesto entre ellos y yo
extiéndelo, te ruego, entre mi culpa y tú.
Cual savia de la planta en pos de la raíz
en medio del invierno, hacia mi invierno voy,
donde sólo sabré de ti, raíz perpetua
del Amor verdadero.
Tu religión, tú mismo, no saben dominar
ese amoroso amor del alma que es armónica.
Mas ansías poseer ese amor. Como tú,
Señor, que eres celoso, estoy celoso ahora.
No has de amarme bastante si no me liberaste
de amarte tanto. Dar es tomar libertad
y si habrá de tenerte sin cuidado a quien amo
será porque no me amas.
Sella este documento: me divorcia del mundo
donde cayó el destello más débil de mi amor.
Recoge esos amores, fueron desperdiciados
en ingenio y en fama, en esperanza, en todo.
Las mejores iglesias para orar son oscuras.
Para ver a Dios sólo eludo las miradas.
Y al salvarme de días tormentosos elijo
la noche sempiterna.