Advertencias vanas

Ten cuidado con tu imaginación.

En algún sitio de la tierra queda, todo el tiempo nos sigue

poco a poco se vuelve realidad grosera o delicada

lo que el hombre o la bestia, las plantas o las piedras imaginaron.

Los enfermos con fiebre, los que tiemblan, los que quieren y no pueden hablar,

en las salas de espera, entre papeles de diarios, naranjas,

los que miran el techo o bien el sol, lastimados,

los que se abrazan delictuosamente, sin saber por qué

o en el recinto azul del matrimonio, los desfigurados por las carcajadas,

los niños, los esclavos, los injustos, los que hacen compras, manosean la carne,

los prisioneros, los soldados, los tiranos, con caras de cantores,

los nadadores, los verdugos ávidos, los que blasfeman,

los que piden o dan, los misioneros, los anarquistas,

los sometidos, los soberbios, los solitarios, los que no entienden,

los que trabajan incesantemente,

los que después de no hacer nunca nada se cansan

vuelven a no hacer nada sin descanso, irreductiblemente, los nonatos,

los que llevan en su pelaje signos, letras, dibujos,

misterios que nadie ha descifrado,

los que lavan todo el día todo como el osito lavandero,

los fétidos que buscan osamentas o excrementos,

y se revuelcan para ser más fétidos,

los que parecen simplemente espirituales, o musicales, o poéticos,

los que devoran a sus semejantes

o a sí mismos por estar enfurecidos,

los veteados, con pintas, con escamas de plata y colas,

los feroces y los domesticados, los que aman,

los que mutuamente se comen para fecundar,

los que se nutren sólo de hierbas o de leche preciosa

o los que necesitan comer carne podrida

los que se arrastran o los más hermosos, con plumas de príncipes

los que el agua atesora entre sus vidrios, verdes claros o negros

en los moldes oscuros de la tierra, enterrada,

los que tardan muchísimo en morir tanto que no mueren

y que parecen plantas o bien piedras, con los aditamentos del tiempo

los que viven apenas de milagro, de suicidio, de nada

todo lo que han imaginado

y lo que imaginamos los mortales

forman la realidad del mundo.