Persea gratissima
Fue cómplice de raptos y de novios,
de esos buscados por la policía
en sus campañas moralizadoras
porque se desnudaron en el día
o porque reclinados en el suelo
a su pie se dijeron un secreto
adentro de una oreja subrepticia.
Ni histórica ni exótica ni espléndida,
vecina de simbólicos azahares
sueña con Tucumán y sus naranjas.
¿Pertenece a qué sexo? No lo sé.
Mas sé que en soledad no da su fruto,
ni crecerá a su lado otro individuo
hermano, compañero de su estirpe.
Un banco sin respaldo, de mayólica,
con dibujos azules andaluces,
una selva de gatos, un camino
de polvo de ladrillos y de piedra
la rodean: podrán caer las hojas
de su follaje ardiente vanamente,
caerían vanamente los carozos
de la pulpa entreabierta desprendidos,
vanamente en el banco de mayólica,
si Dios le permitiera tener frutos.
¿Qué enfermedad, qué simbiosis la salva?
A veces soñará con el color
para siempre indeciso de sus flores,
oirá besos de ramas y de gente
y todos concertados excepto ella
sin amor solitario, sin ternura.
Yo no sé si conviene hablar a un árbol,
a la patria, a un jardín, a los jazmines
como a una persona, mas yo le hablo
porque me salen hoy a mí del alma
palabras con vehemencia. “Si pudiera
llevarte hasta la orilla de este lago
en donde nada un cisne todo blanco,
belicoso, y un cisne negro, manso,
que alejados circulan sin mirarse,
por lo menos verías sobre el agua
en trémulos reflejos de codicia
como Narciso tu belleza estéril,
y enamorada de ti misma, al fin
humana llorarías como llora
en su esplendor un árbol mitológico.
Ah, por qué no serás hermafrodita,
como cualquier begonia que procrea
en la soledad roja de sus hojas,
por la arena ayudada solamente.
Tal vez un cataclismo que conmueva
el mundo será tu única esperanza.
Vislumbrado en la tierra removida
con escombros y luz inmemorial:
tu fruto verde o negro brillaría
sobre la rama para que lo pruebe
un habitante pálido de Marte.
Y en qué me habré yo transformado, dime,
cuando el milagro para ti se cumpla
¿quedará acaso en una de tus hojas,
hoja de árbol feliz y no de libro,
algún reflejo de lo que hoy te digo?”