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DÍA 7

No puedo salvar al mundo sin la ayuda de Dios, pero él tampoco puede salvarlo sin nuestra ayuda. Necesitamos su amor; él necesita nuestras manos y nuestros pies. Hoy se los ofrezco a Dios

 

El amor que se cierne sobre la Tierra, por más bienintencionado que sea, no es suficiente para salvar al mundo. Sólo por medio de un corazón dispuesto y de un amor encarnado con autoridad milagrosa puede disiparse la oscuridad y dar paso a la luz.

Dios sólo puede hacer por nosotros lo que pueda hacer a través de nosotros; y yo le pido que actúe a través de mí. Que yo pueda ser usado para un propósito mayor al entregarle mis pies y manos, mis pensamientos y mi acción. Que éstos sean un reflejo de su amor. Oro porque los ángeles puedan guiarme y desempeñe mi parte para sanar el mundo.

Hoy es un día de entrega; no busco mis propios objetivos, sino el objetivo de Dios. Que mi corazón esté abierto y mi alma sea tan suave que pueda ser un canal para todas las cosas buenas. Que me sea revelado a dónde ir, qué hacer, qué decir y a quién, para mejor servir a sus propósitos. Que en cada momento pueda recordar la plegaria: “Querido Dios, haz de mí tu instrumento.” Porque entonces estará hecho.