image
DÍA 114

Pongo mi tristeza en las manos de Dios

 

Sólo al vivir la tristeza aprendo de ella y adquiero mayor profundidad. Con frecuencia mi tristeza es mi maestra, conforme dejo atrás sus causas.

Hoy no voy a anestesiarme a mí mismo o a distraerme con el dolor que es difícil pero importante. Más bien, miraré con los ojos muy abiertos las cosas que han atraído la tristeza y me comprometeré a cambiarlas.

Querido Dios,

por favor, toma mi tristeza

y elimina las causas.

Revélame lo que necesito ver

para dejar de estar triste.

Amén.