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DÍA 302

Entrego mi destino a un Dios amoroso

 

No puedo saber lo que pasará mañana, o lo que sería mejor que pasara en mi vida. No trataré de controlar mi destino. Dejaré mi futuro en las manos de Dios.

No necesito luchar para hacer que las cosas sucedan, ni tampoco planear cómo desarrollar mi vida. Sólo necesito responder a la invitación de cada momento, para manifestarme con excelencia y amor. Así seré guiado por la vida misma y entregado a mi mayor bien.

Hoy me entrego a la corriente del amor, sabiendo que es un río que me lleva a un lugar pacífico. Dejo todos los objetivos, todos los planes y todos los apegos a Dios. Lo que Él quiere es mi mayor bien; que se haga su voluntad en mi vida y en el mundo.