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DÍA 362

Le entrego a Dios el trabajo que hago en el mundo

 

Para la mente arraigada en el ego, la entrega significa darse por vencido. Para la mente arraigada en el espíritu, la entrega significa darse y recibir. Una vez ahí, dentro del lugar sagrado donde todo son riquezas internas, el oro de la prosperidad del mundo aparece de forma milagrosa. Su llegada me invita a usar mi riqueza de forma responsable y generosa, tal y como el universo me la ha dado.

Como Dios viste de lilas los campos en flor, así me vestirá a mí. Me pide que lleve a otros la bendición y la protección que ha vertido sobre mí, para que su amor fluya en una cadena infinita de milagros.

Querido Dios,

te entrego a ti quien soy, lo que tengo y lo que hago.

Que mi vida y mis talentos se usen en las maneras

más útiles para ti.

Te entrego mis fracasos y cualquier dolor en mi corazón.

Te entrego mis éxitos y las esperanzas que contienen.

Que la luz de tu amor brille profundamente en tu corazón

y se extienda a través de mí para bendecir al mundo.

Amén.