No es momento ni lugar —dijo Cort en una clara advertencia.
Él hombre no se amilanó, pero la mujer que tenía al lado, le tomó del brazo.
—Tiene razón, Jed —dijo—. Vámonos.
Maya abrió los ojos como platos. Era Jed Garrett.
—Si por tu hermano fuera —dijo Jed—, nunca sería el momento —miró a Sawyer directamente—. No pido mucho, sólo una hora para que me escuchéis.
—¿Y si no quiero escucharte? —preguntó Sawyer entre dientes—. Después de todo este tiempo, ¿qué vas a hacer para cambiar el pasado?
—Tal vez nada, pero quiero explicar mi versión —dijo mirándolos—. Dudo que vuestra madre os lo contara todo.
—No tenía que hacerlo. Recuerdo perfectamente la primera vez que me pusieron un ojo morado y que fuiste tú quien decidió que un rancho valía más que tus hijos.
—Tal vez eso fuera verdad en un momento dado y ya no lo sea —dijo Jed—, pero soy tu padre y no puedes cambiar eso.
—Puedo olvidarlo.
—Dejemos esto para otro momento —dijo Cort, poniéndole una mano en el hombro a su hermano.
—Al demonio. Esto es lo que querías, ¿no? Pues ya lo tienes.
—No lo quería así, y recuerda que estoy de tu lado.
—Si no acabamos esto ahora, tal vez no haya otro momento —declaró Jed, y miró a Sawyer —. Soy tu padre y espero que lo asumas tarde o temprano.
—Y se supone que por eso tengo que creerte.
Maya fue a dar un paso adelante, pero Sawyer la paró. Tenía que arreglar aquello solo, y tal vez ése fuera el momento apropiado.
—Te dije que era una causa perdida —dijo la voz de Rafe saliendo de la nada.
—No me interesa tu opinión —respondió Jed—. Esto no es asunto tuyo.
—Demasiado tarde para eso —y después Rafe miró a Sawyer—. O tal vez no sea una causa tan perdida… No rechazaréis el dinero.
Sawyer lo miró sorprendido.
—¿Tengo que saber de qué estás hablando?
—Ya lo deducirás —Rafe miró a Maya y a Joey—. Te crees un buen chico, y he oído que juegas a las casitas con ellos, pero no te has hecho cargo aún, ni como padre ni como marido.
Sawyer no pensó y sólo actuó movido por la rabia. Se lanzó sobre él, pero Cort consiguió contenerlo.
—Piérdete —dijo Cort—. O encontraré algún motivo por el que meterte en el calabozo.
En lugar de retar a Cort, Rafe los sorprendió a todos alejándose con una fría sonrisa.
—Se acabó —dijo Cort a Jed—. Vamos —le dijo a Sawyer, empujándole en dirección contraria.
—¿Vas a meterme a mí también en el calabozo? —exclamó Sawyer soltándose y encarándose con su hermano—. Maldición, Cort, no necesito niñera.
—¿Entonces cómo has sido tan tonto para dejarte provocar así por Rafe? Está claro que trama algo y no quiere que hablemos con Garrett.
Sawyer miró a su hermano, pensando en cómo se había marchado Rafe sin decir nada.
—Tal vez tengas razón —dijo por fin.
—Hay algo entre él y Jed —dijo Cort—, y apuesto a que es algo del rancho.
—Me dan igual sus problemas y no sé por qué te preocupas tú por ellos.
—Yo no me preocupo, pero quiero averiguar qué pasa.
—Para mí esto se acabó —dijo Sawyer alejándose—. Voy a dar un paseo. Dile a Maya que volveré pronto.
Maya se había ido cuando Sawyer la apartó y Cort la encontró dispuesta a dejar al niño con Val y Paul e ir detrás de Sawyer.
—Déjalo solo un rato —dijo Cort—. Necesita aclararse las ideas.
—Estoy preocupada por él —contestó ella, mordiéndose el labio—. Da igual lo que diga, todo esto le afecta.
—Sawyer siempre se ha preocupado mucho por todo. Ya sabes, por todo lo que pasó con Garrett, y después con los abuelos; y casi se creyó lo que le decían de no estar a la altura, por eso intenta ser el mejor en todo.
—¿Entonces por qué lo presionas para que se enfrente a Garrett?
—Porque no si no lo hace, siempre será su demonio —dijo, y apartó la vista—. Siempre me ha protegido y Garrett no me tocó porque él estaba siempre conmigo. Ahora es mi turno.
—¿Y qué significa el encuentro con Garrett para ti? —preguntó ella.
—¿Para mí? —él se encogió de hombros—. Comprendí muy pronto que nadie de mi familia, excepto Sawyer, se preocuparía por mí, así que me mantuve en una prudente distancia. A diferencia de mi hermano, nunca he intentado demostrar nada a nadie. Como le he dicho a Sawyer, sólo quiero saber qué ocurre, y después, caso cerrado —Cort la miró fijamente, como si quisiera decir algo, y por fin se decidió—. Estás enamorada de él, ¿verdad?
Aquella pregunta tan directa y personal le sorprendió.
—Supongo que por eso dicen que eres buen policía —respondió, dando un rodeo.
—Tenía que haber sido ciego o idiota para no darme cuenta —dijo, con una carcajada—. Pero tienes que saber que Sawyer no tiene ni idea de qué está haciendo. No quiero que lo vuelvas a pasar mal.
Maya reconoció la advertencia. A diferencia de sus abuelos, Cort llevaba buenas intenciones, pero era una advertencia igualmente.
—¿Crees que debo apartarme de él antes de que ocurra? —dijo.
—No, sólo te advierto de cómo es él —se levantó y recuperó su aire despreocupado—. Voy a buscar a mi hermano mayor y vendremos a por ti.
—Creíamos que te habíamos perdido —dijeron Val y Paul yendo hacia ella—. ¿Dónde está Sawyer?
—Es una larga historia —dijo, y empezó a darle a Joey el pecho mientras les contaba lo ocurrido.
Paul soltó un juramento cuando acabó.
—Le dije a Cort que no lo presionara más, que sería un desastre.
—No le eches la culpa —dijo Val—. Todos sabemos que Garrett no tiene piedad cuando se trata de conseguir algo que quiere; la culpa de todo es suya. Sawyer tiene que estar muy enfadado.
—Creo que la mujer de Jed intentó detenerlo —dijo Maya—, pero él no la escuchó.
—Del Garrett sabía lo que había cuando se casó con él —repuso Val arrugando el ceño—. Jed es su tercer marido y siempre ha sabido cuidar de sí misma. Intentará proteger los intereses de su hijo por encima de todo. Siempre intentó que fuera Josh quien se ocupara del rancho en lugar de Rafe y probablemente tema que Jed haga algo que ponga en jaque la herencia de su hijo.
—A Josh le da igual el rancho —dijo Paul—. Es un cabeza loca que sólo piensa en divertirse.
—¿Y Rafe? —preguntó Maya—. Garrett lo adoptó, pero no lo trató como a un hijo. Por lo que he visto, no deben tener una relación muy buena.
—Garrett siempre lo trató como a un obrero, aunque sin su padre, no hubiera conseguido montar el rancho.
—No entiendo cómo la madre de Sawyer lo dejó allí —dijo Maya.
—¿Y lo preguntas después de haber conocido a los abuelos de Sawyer? —preguntó Paul—. Cort y Sawyer no han tenido muy buena suerte en cuanto a familiares. Y es una pena que Rafe no se llevara el puñetazo. No me miréis así. Se lo ha ganado por cómo los ha tratado desde que se fueron del rancho.
—Pero Sawyer también estaba resentido con él porque Garrett lo adoptó —apuntó Val.
Maya miró a su alrededor para ver si volvían, porque cada vez estaba más preocupada. Quería hablar con Sawyer y saber cómo estaba.
—Volverá pronto —le dijo Val para tranquilizarla.
Ella sonrió, pero no volvieron hasta media hora después. Cuando lo vieron acercarse, Val se ofreció para llevar a Joey con sus hijos a montar en poney, y Maya aceptó.
—Nos veremos luego en los corrales —dijo—. Tómate tu tiempo y no te preocupes por nosotros.
—Hola —dijo él cuando llegó a su lado—. ¿Por qué se van?
—Han pensado que no te apetecería la compañía.
—Siento haberte dejado sola, aunque en ese momento no hubiera estado muy simpático.
—¿Dónde está Cort?
—Intentando escapar de Tina Hernández. Lleva mucho tiempo detrás de él, pero Cort es un experto en mujeres persistentes. ¿Nos sentamos? —sin esperar respuesta, se sentó al pie de un árbol.
Maya se pasó la lengua por los labios.
—¿Estás bien?
—Claro —pero no la miró.
—No hagas eso —él la miró sorprendido—. No me apartes… sólo intento ayudarte, pero no puedo si no me dejas acercarme.
—Anoche sí te dejé —dijo él, intentando aliviar la tensión.
—¿Eso es lo que significa esto para ti? ¿Sexo y jugar a papás de vez en cuando? —preguntó ella, apartándose de él.
Él se puso serio y le tomó la mano.
—Sabes que no —se levantó y dio unos pasos antes de volverse a mirarla de nuevo—. No quiero apartarte, pero ahora necesito un poco de espacio.
Maya se sintió culpable por haberlo presionado cuando estaba tan perdido. Se levantó y lo abrazó por la cintura.
—A mí no tienes que probarme nada.
—Te necesito —dijo él, abrazándola y hundiendo la cara en su cuello—. Créeme.
Y lo creía. Horas después, tumbada en la oscuridad entre sus brazos, mientras él dormía, no le quedaba ninguna duda de que la necesitara o que la deseara, pero la sombra de su pasado se interponía entre ellos. Aunque le había hecho el amor con tanta intensidad y ternura que la dejó estremeciéndose, Maya se dio cuenta de que su corazón no estaba allí.
—Otra vez estás pensando demasiado —le dijo él—. ¿No te dijo tu madre que eso dañaba el aura?
—¿No te vas a dormir nunca? —preguntó ella, mirándolo.
—No, si hay cosas más interesantes que hacer —con un movimiento la puso debajo de él y ella pudo sentir su erección cálida y dura contra su cuerpo. Empezó a acariciarla y la sangre le ardió.
—Sawyer, quería… —pero no pudo contener un gemido por lo que le estaba haciendo con la lengua en los pechos.
—Ya sé lo que quieres, querida —murmuró, besándole la tripa.
Cuando le separó los muslos, sus intenciones de hablar con él de sus sentimientos se desvanecieron, y con sus caricias le incendió el corazón y el cerebro. Ya nada le importaba.
Se despertó poco antes del amanecer y él ya no estaba. Sintió un pinchazo en el corazón al pensar que se había marchado, pero no podía ser, así que se levantó y se puso su camisa para ir a buscarlo al cuarto de Joey. Estaba sentado en la mecedora, viéndole dormir.
—No quería despertarte —dijo él, cuando la vio en la puerta—. No podía dormir y he venido a ver qué tal estaba.
—Temí que te hubieras ido.
—No sin mi camisa —dijo él, mirándole el escote.
—Ven conmigo —dijo ella, y lo tomó de la mano para llevárselo de allí.
Él se dejó llevar, pero miró atrás hacia la cuna con cierto dolor, como si no fuera a ver a Joey nunca más.
Al llegar al cuarto, Maya le quitó el pantalón y le dijo que se tumbara boca abajo.
—¿Y esto? ¿Es la hora de la tortura?
—No —dijo ella, poniéndose un poco de aceite de masaje en las manos—, pero si quieres podemos pedirle a Cort un par de esposas un día de estos.
—Oh, ni se te ocurra.
—¿Qué tal? —preguntó, empezando a masajearle los puntos donde se le acumulaba la tensión.
—Oh, muy bien… Mucho mejor.
Al cabo de veinte minutos, se detuvo y lo dejó descansar. Maya deseó poder liberar la tensión del corazón al igual que liberaba la del cuerpo, y, algún día, ser todo para él.
—Maya, a la casa no le pasa nada.
Maya suspiró. Llevaba cuatro días intentando convencer a sus padres de que tenían que hacer serias reparaciones en la casa, entre otras cosas, porque habían recibido una notificación del Ayuntamiento y si no arreglaban la casa en un plazo de treinta días, la derribarían. Una vez más, tendría que ser ella quien se ocupase de solucionar los problemas en los que sus padres se metían por descuido para no verlos en la calle.
—Mamá, ¿crees que podrás convencer a unos cuantos amigos para que vengan el sábado a ayudar? Val y Paul también nos ayudarán.
—Bueno, Tai y Spring están aquí, y tal vez Diego y Zel puedan. ¿Sawyer no va a venir contigo? —preguntó de repente.
—Está trabajando —pero lo cierto era que no lo había visto después de la noche del picnic. Sospechaba que estaba usando el trabajo como barrera para no enfrentarse a sus sentimientos.
Habían hablado por teléfono un par de veces, pero siempre poco tiempo y algo tensos, así que no se había atrevido a decirle lo de la casa.
Cuando llamó a Val para pedirle su ayuda, esta accedió inmediatamente.
—Claro que iremos. ¿Y no iba Sawyer a pedirle a Cort y otros chicos del equipo de rescate que fueran a ayudar también? Seguro que aún están dispuestos —como Maya no respondía porque no sabía qué decir, Val dijo—. No se lo has dicho, ¿verdad?
—No —admitió—. Apenas hemos hablado desde el día del picnic. Supongo que necesita espacio.
—Oh, lo que necesita es una buena patada en los…
—¡Val!
—Es cierto. Esto es típicamente masculino, lo de hacer que no le importa mientras hay algo que le come las entrañas. ¿Quieres que Paul hable con él?
—No, y lo digo en serio, Val. Ya tiene suficiente, y no quiero presionarlo más —lo quería demasiado como para eso. No sabía si tendrían futuro juntos o no, pero sabía cuál sería la reacción de Sawyer si lo forzaba en ese momento—. Prométeme que no le dirás nada a Paul.
—Te lo prometo. Y no te preocupes por la casa de tus padres. Todo se arreglara.
Maya colgó y pensó lo estupendo que sería eso.