A Seven no le importa Red o que no pueda graduarme. Me está haciendo la vida imposible esta noche.
Le limpio la cara por centésima vez. Estoy tratando de darle de comer este frasco de puré de chícharos y zanahorias con un poco de puré de manzana mezclado, como me enseñó la señora Wyatt. Este niño… sacude la cabeza para esquivar la cuchara mientras mantiene los labios cerrados. Cuando le meto un poco en la boca, lo escupe enseguida. Hay salpicaduras de papilla verde y naranja por todas partes.
—Vamos, hombre —me quejo—. Sé que los chícharos y las zanahorias no son de lo mejor, pero dame un respiro, ¿de acuerdo? Papá tuvo un día difícil.
—¡Pa-pa-pa-pa-pa! —repite. Lo dijo por primera vez en Navidad. El mejor regalo que he recibido, en verdad.
Mientras dice “Pa-pá”, le meto una cucharada de comida en la boca.
Este chico me mira directamente, y juro por Dios que me escupe justo en la cara.
No dejes que la ternura te engañe. Los bebés son unos rufianes. Les importa un carajo lo que sientas.
Tomo una toalla de papel y me limpio la papilla.
—Deja de escupir la comida.
Seven hace una trompetilla y manda su baba a mi cara también.
Descanso mi frente en su silla alta. Me rindo. Él es demasiado terco e inteligente. Ayer le di panqueques para el desayuno, y no dejó que le quitara ni un pedazo. Actuó como un tonto cuando intenté hacerlo. Me di por vencido y lo llevé a casa de la señora Wyatt con un panqueque en su mano.
Mamá cree que él siente que viene otro bebé y por eso se está portando mal. No lo sé, pero esto tiene que parar, en serio. Ya estoy lidiando con suficiente mierda esta noche. Primero, debo decirle a mamá que no podré graduarme. Ella podría matarme, lo cual me impediría ocuparme de la otra cosa que me preocupa: Red.
King dijo que me conseguiría un arma. Esto debería ser pan comido una vez que la tenga. Pero en mi estómago se hace un nudo cada vez que pienso en dispararle a Red.
Seven da palmaditas en la parte superior de mi cabeza.
—¡Pa-pa-pa-pa-pa!
Lo miro y mis labios se curvan hacia arriba.
—¿Intentas animarme, amigo?
Mete la mano en la comida para bebés y la acerca a mí.
—Ahhh —digo mientras abro la boca. Dejo que me alimente con su comida de bebé, y luego actúo como si fuera a comerme su mano. Él la aleja riendo.
Ese sonido siempre me saca una sonrisa.
—¿Sabes qué, hombre? —le digo—. Ahora entiendo por qué la escupes. Esta comida de bebé es asquerosa. Déjame ver qué te puede dar papá en su lugar.
Consigo su comida favorita: cereal de arroz. Parece papilla y no es en realidad la mejor opción para cenar pero, diablos, dame un respiro. Tuve un día terrible. Seven se sacude en su silla alta mientras se lo llevo.
—¡Y ahora, a bailaaaar! —digo, bailando un poco—. ¡Que tenemos cereal de arroz, hey! ¡Cereal de arroz, hey! ¡Que papi trae la salvación, hey!
Abre bien la boca para cada cucharada. Esa barriga llena lo pone a dormir un rato después. Gracias a Dios por el cereal de arroz.
Ahora espero a que mamá llegue a casa. Sale de su segundo trabajo hasta alrededor de las diez y media. Doy vueltas por la cocina. Me siento. Me levanto. Le echo un vistazo a Seven. Enciendo la tele. La apago. No sé qué puedo decirle a mamá para que esto resulte mejor. No puedo graduarme, que es lo único que ella siempre quiso de mí. No hay un “mejor”.
Ella no deberá descubrir nunca que voy a ir detrás de Red. Le tengo más miedo a ella que a la policía.
Me siento a la mesa de la cocina y me froto las sienes. Red va por ahí usando el reloj de Dre, en verdad. Eso me enfurece. Ya sea que haya matado a Dre o no, es una jodida falta de respeto. Él debe saber que es de Dre. ¡Debe saberlo! No se habría puesto nervioso por nada.
Debería haberle dicho algo. Mejor aún, debí habérselo quitado de la muñeca y luego meterle una bala.
Déjame hacer un alto ahora, me estoy adelantando. Necesito pruebas de que él lo hizo. De lo contrario, estaría matando al novio de Brenda y al papá de Khalil por nada. Aunque apuesto a que Red no pensó en Keisha y Andreanna.
Espera un minuto. Keisha estaba hablando por teléfono con Dre esa noche. Es posible que haya escuchado algo que pueda ayudarme. Hay muy pocas posibilidades, a menos que de plano diga que fue Red, pero se lo debo a Dre.
Puedo hablar con ella este fin de semana. Keisha me ayudó a organizar el recorrido sorpresa de Lisa por Markham, y se reunirá con nosotros para almorzar después de eso. Será el momento perfecto.
Los faros parpadean a través de las ventanas de la cocina. Un minuto después, la puerta principal rechina al abrirse. Mamá nunca anuncia que es ella, por si estoy dormido. Su bolso hace un ruido sordo cuando lo arroja sobre el sofá de la sala, y sus pies se dirigen hacia la cocina.
—Hola, bebé —besa mi sien—. No tenías que esperarme despierto.
—Quería hacerlo. ¿Cómo estuvo el trabajo?
Mamá se arremanga y abre el refrigerador.
—Las cosas estuvieron bastante tranquilas en ambos trabajos. ¿Cómo estuvo tu día? Se supone que debías hablar con el señor Clayton, ¿cierto?
Mi boca se seca de repente. Tres palabras: “No puedo graduarme”, eso es lo único que tengo que decir. Pero se atascan en mi garganta.
Me las trago y las envío todavía más al fondo.
—Estuvo bien. Me dijo lo que tengo que hacer para graduarme —eso es cierto, de alguna manera.
Mamá saca un recipiente de comida y lo huele. Su nariz se arruga.
—Vaya, Dios mío. Tengo que tirar esto. Me alegro de que haya salido bien. Haz lo que te diga, Maverick. Tengo fe en ti.
En verdad, no soy nada de lo que ella piensa.
—Sí, señora.
Mamá saca un recipiente con sobras de espagueti.
—Antes de que lo olvide, ¿viste el recibo de la luz en el correo? Necesito pagarlo por la mañana.
—Ya me encargué de eso. Y también del agua.
Mamá levanta la vista del recipiente de espagueti.
—¿Lo hiciste?
—Sí, señora. Fui temprano a pagarlos.
—Está bien, señor Hombre —dice, impresionada—. Me estás malcriando, ayudándome con todos estos pagos. Gracias a Dios por el señor Wyatt y ese trabajo. ¿Cómo estuvo mi Seven esta noche?
—Bien. Me hizo batallar.
Mamá suelta una risita.
—Ése es su trabajo. Te lo ganaste por todo lo que tú nos hiciste batallar a Adonis y a mí.
Me aparto de la mesa.
—Sólo me quedé despierto para darte las buenas noches. Me voy a la cama.
—Espera —dice mamá, cerrando la puerta del refrigerador—. Necesito hablar contigo.
Su tono me hace pensar dos veces.
—¿Estás bien, mamá?
Saca la silla a mi lado y se sienta.
—Sí. No es nada malo. Sólo es algo que he venido retrasando mucho tiempo.
Me vuelvo a sentar.
—Oh. ¿Qué pasa entonces?
Los dedos de mamá golpetean entre sí, luego tamborilean en la mesa y luego vuelven a golpetear entre sí.
—Yo… —cierra la boca de golpe. Los ojos también. Toma una respiración profunda—. Tengo una cita el domingo.
El domingo es el día de San Valentín.
—Oh. ¿Estás viendo a algún tipo a espaldas de mi viejo?
No es mi intención ponerlo de esa manera, pero mamá y papá están casados. ¿De qué otra manera podría decirlo?
—No, de hecho. No voy a ir a sus espaldas —dice mamá—. Adonis lo sabe. Y no es un hombre. Es Moe, Maverick.
Me toma un segundo. Muchos, para ser honesto. Mierda, todavía sigo atascado en eso.
—¿Moe?
—Sí. Moe y yo hemos estado en una relación durante algunos años.
¿Relación?
—Pensé que sólo eran amigas.
—Nosotras… yo pensé que era mejor que se viera de esa manera —dice—. No todo el mundo puede ser tan abierto para aceptarlo. Dios sabe que tu abuela no lo es.
—¿La abuela lo sabe?
Mamá suspira de nuevo, se rasca la cabeza.
—Ya lo sospechaba. Siempre pensó que yo era “curiosa”, así es como ella lo dice. Tu tía Nita lo sabe y, como te dije, tu padre lo sabe.
—¿Por eso él no quiere que salgas con Moe? —pregunto.
—Correcto.
La cocina se vuelve muy silenciosa.
Tengo un millón de pensamientos en mi cabeza. Es difícil precisar alguno.
—¿Siempre has sido así?
—¿A ti siempre te han gustado las chicas?
—Sí.
—Entonces ya tienes tu respuesta —dice mamá.
—¿Papá lo sabe?
—Sí, le dije a tu padre al principio de nuestra relación que yo era bisexual. Él lo aceptó.
—Oh.
Lisa dijo que necesitaba prestar atención. Supongo que lo descubrió mucho antes que yo. Ahora que lo pienso, mamá y Moe salen mucho, y mamá siempre está más feliz después de haber estado con ella. Su rostro se ilumina cuando esa mujer se acerca. En la comida de Dre, Moe tomaba la mano de mamá cuando estaban cerca, y yo pensé que era sólo una muestra de apoyo.
Estuvo en mi cara todo el tiempo. Miro a mamá.
—¿La amas?
Los ojos de mamá tienen ese brillo que ya había visto antes.
—Sí. De hecho, hemos hablado de su posible mudanza un día. No sin que yo hablara contigo primero, por supuesto, pero sí. Ha salido en la conversación.
—Oh —entonces, van en serio—. ¿Amas a papá?
—Sí —dice ella—. Siempre amaré a Adonis y siempre estaré allí para él. Y también tengo que amarme a mí misma. Toda esa cosa de “querer a morir” es agradable hasta que sientes que te estás muriendo por no vivir. Adonis tomó decisiones que llevaron su vida a un punto muerto. No tenía que vender drogas, él eligió hacerlo. Yo no debería tener que detener mi vida por sus decisiones.
Me muevo en mi silla, pensando en mis propias decisiones.
Mamá mira hacia el techo y parpadea muy rápido.
—He querido decírtelo durante años. Pero yo… no estaba segura de que tú…
Me quiebro cuando su voz se quiebra. Me levanto y la abrazo en su silla.
—Mamá, está bien.
Envuelve sus brazos alrededor de mí con la misma fuerza. Siento casi como si estuviera sosteniendo a una niña que solloza.
—Lamento no habértelo dicho antes.
—No tienes que disculparte. ¿Eres feliz?
—Lo soy —dice—. Más feliz de lo que he sido en mucho tiempo.
Beso su cabello.
—Eso es lo único que me importa. Te lo juro.
No sé cuánto tiempo nos quedamos así. Sostendré a mamá todo el tiempo que ella me necesite.
Pero hay una punzada en mi pecho por mi viejo. No había pensado que su vida estaba “en un punto muerto” hasta que mamá lo dijo. Se fue hace casi una década. Yo era un escuálido niño de ocho años. Ahora casi soy mayor y tengo dos hijos. Estamos aquí viviendo nuestras vidas mientras él está en prisión, con la esperanza de que lo visitemos.
O que al menos hablemos con él cuando llama.
Cometí una verdadera injusticia con él.
Mamá se aparta y se enjuga los ojos.
—Hueles a comida para bebé.
Esbozo una sonrisa.
—Culpa a tu nieto. Escupió su cena en mi cara —beso su frente—. Te calentaré algo de comida.
Me acerco al gabinete y tomo un plato. Estoy feliz de que mamá esté feliz. En verdad, lo estoy. Teniendo en cuenta todas las cosas que aguantó de mí y de mi viejo, se lo merece más que nadie.
Ella también debería tener su momento sin que yo le rompa el corazón.