La familia Monsanto se reúne todos los años a pasar la noche de navidad en el hogar de la señora Jacinta, madre de Carlos, Máximo y Patricia, hace años que el señor Julio partió a un mejor destino pero ella a pesar de la ausencia de su esposo, ha sabido mantener la familia unida, cada año quince días antes de la nochebuena, comienza a llamar a sus hijos para recordarles que deben mantener la tradición de elaborar la cena navideña en familia, cada uno de ellos es responsable de adquirir determinados ingredientes según ella les asigna y días antes de la navidad concurren con sus parejas a la casa de la abuela a elaborar los platos típicos de esa comida.
La noche de navidad se presenta llena de tradiciones familiares, comenzando por reunirse todos en la casa de la señora Jacinta, quien ya cuenta los ochenta años muy bien llevados a pesar de algún que otro detalle propio de su edad, para Jacinta el tiempo se ha detenido, se resiste a usar teléfono móvil, para ella eso es una distracción innecesaria, no quiere tener computadora en la casa, dice que no la necesita, sus plantas, sus flores, la gata Susy y sus vecinos son suficientes para ella distraerse a diario, en su casa solo hay un televisor en la sala, allí en las noches ve el resumen de noticias, su novela favorita y el aparato en sí ha demostrado haber sido fabricado con materiales de excelente calidad, frente a él estuvieron sentados sus hijos viendo películas los domingos cuando vivían con ella.
Los nietos y nietas de Jacinta son una generación mucho más avanzada, a temprana edad sus padres les regalaban juegos de video, teléfonos celulares y en sus cuartos tienen potentes computadoras para poder compartir con sus compañeros de colegio las tareas, ojalá siempre la tecnología estuviese al servicio de los asuntos más importantes y útiles para la vida moderna, sin embargo han surgido con una terrible fuerza y presencia entre nosotros, las llamadas “redes sociales”, facebook, twitter, instagram y pare usted de contar, millones de personas acceden a ellas en forma diaria desde sus computadoras y la mayoría de los usuarios a través de sus móviles, hay quienes dicen que son la adicción más peligrosa del hombre moderno y una forma muy ingeniosa de dominación mundial, por su capacidad de imponer marcas, productos y hasta corrientes de pensamiento por aquello que llaman “tendencias”.
Y llegó el día que todos esperan, la cena de navidad y la gran celebración de esa fecha en casa de la abuela Jacinta, claro, cada quien ve ese día desde una óptica diferente, para Carlos es la oportunidad de beberse una o varias botellas de whisky con su hermano y el esposo de su hermana, para los niños se trata de develar ese gran misterio de los regalos que aparecerán como arte de magia a pie del arbolito de la abuela, un misterio que solo el tiempo y el chisme de algún amiguito se encarga de sacar a la luz, para Patricia la hermana de Carlos es cuestión de “socialité”, lucir un bonito vestido, hacerse unas buenas fotos en los diferentes ambientes de la casa bellamente adornados y no faltaba más, subir todas las fotos a su cuenta de facebook en una competencia vanidosa con sus contactos por ver quién tiene la casa mejor adornada o quien está mejor vestida.
Ya estamos por llegar a la casa de mi mamá –le dice Carlos a su familia mientras aparca su vehículo- le agradezco a los niños comportarse bien, no quiero estarles llamando la atención, vamos a disfrutar la reunión.
Dile eso a mi hermano –dice Ana mientras lo señala- la última vez que fuimos a visitar a la abuela, rompió uno de sus adornos jugando con los primos.
No seas chismosa –le reclamó Daniel- tu ni siquiera vistes quien lo hizo y me estas culpando a mí.
Hagan caso niños –reclamó Daniela la esposa de Carlos- su padre tiene mucha razón en lo que dice.
Ya entrando en calor la reunión, la escena no dejaba de ser muy curiosa, el centro de atención dejaba mucho de ser el sano compartir familiar, en ocasiones se llegaba a escuchar hasta el zumbido de algún insecto, por allá en el sillón de la sala se encontraban las damas, sentadas en torno a una pequeña mesa llena de confituras, nueces y sus respectivos vasos de ponche, Patricia se había hecho varias fotos al estilo “selfie” de esas que se toma la misma persona y se hallaba atareada en subirlas a su cuenta de facebook para el grupo de ex alumnos del colegio, Laura la esposa de Máximo hacía lo propio con su grupo de amigas de té canasta, comentaba cada foto que ellas subían a su grupo de whatsapp, Daniela por otra parte trataba de editar una preciosa foto que se tomo con su suegra para subirla al grupo de la familia.
Los varones adultos no se encontraban en condiciones muy distintas, Carlos llevó a la reunión su juego de cartas y se encontraban entretenidos en una partida de póker con sus respectivos vasos de whisky y un plato de aceitunas, entre carta y carta no dejaban de ver sus teléfonos inteligentes.
Mira cuñado –le dice Carlos a Esteban el esposo de su hermana- me acaban de mandar el último chiste del día, te lo voy a reenviar a tu teléfono.
Me parece muy bien –le comenta Esteban mientras revisa la pantalla de su celular en donde puede verse la foto de un jugador de tenis muy reconocido- fíjate que ayer publicaron unas excelentes fotos del campeón de tenis, aquí me están llegando.
La dueña de la casa, la señora Jacinta, permanece ajena a lo que está sucediendo, solo observa atónita como la tecnología la ha apartado de sus hijos y nietos, se encuentra allí sentada en su sillón favorito en una esquina de la sala, observa como las personas a su alrededor permanecen hipnotizadas frente a la pantalla de sus teléfonos móviles, ella recuerda que en otra época, cuando su marido vivía y sus hijos estaban pequeños, luchaba por separarlos de esa caja negra en la sala llamada televisor, era muy difícil lograr que la familia compartiera y se integrara conversando sanamente, ahora su lucha se hace mucho más difícil, no se trata de un solo aparato malévolo, son varios, cada uno de sus hijos, sus parejas y sus nietos tienen uno, por más que trata de llamarles la atención con alguna bandeja de dulces, algún vaso de refresco o simplemente con algún relato familiar, de inmediato pierde la batalla al sonido del mensaje que llega a esos artefactos infernales.
¿Cuál será el futuro de nuestra juventud? Piensa Jacinta viendo a sus nietos paralizados frente a sus artefactos de hipnosis, allá la pequeña Ana acaba de enviarle un mensaje de whatsapp a su mamá pidiéndole que le sirva un poco más de refresco, ya ni si quiera se hablan de manera directa y personal.
Hijos, nietos, vengan todos –levanta su voz Jacinta tratando de llamar la atención de su familia- dejen en paz sus teléfonos móviles, vengan a compartir que llegó la hora de abrir los regalos que están en el arbolito.
Tras varios llamados los asistentes se reunieron en torno al arbolito de navidad y comenzaron a repartir los regalos, las fotos no se hicieron esperar, cada uno con su celular en la mano no dejaba de accionar la cámara y la luz de sus flashes recorría la sala de la casa, cada foto era cuidadosamente revisada antes de ser compartida en redes sociales y grupos de mensajería instantánea, varios niños de la familia recibieron el regalo que le pidieron a papá Noel, un nuevo teléfono mucho más moderno y con potentes memorias que les permitirán instalar decenas de aplicaciones, juegos y sus redes sociales preferidas.
En cuestión de minutos la señora Jacinta se encontraba de nuevo en su sillón observando la escena de su familia, algunos comentaban con el de al lado sobre la última foto que vieron en sus grupos de mensajes, otros subían aquella instantánea que se hicieron al momento de recibir su regalo, solo Susy parecía no formar parte de esa orquesta tecnológica, ella permanecía al lado de Jacinta echada a sus pies y le pasaba la cabeza tratando de llamarle la atención y de ser acariciada, afortunadamente la gata no tenía la inteligencia suficiente para usa un teléfono.
Al terminar la reunión todos se despidieron de Jacinta, cada grupo familiar se retiró comentando lo bien que la pasaron en casa de la abuela y manifestando que deberían reunirse más a menudo. Tristemente nadie es dueño de su destino y el futuro siempre será un gran misterio para todos nosotros, el día veintitrés de enero de ese año entrante, en horas de la madrugada mientras Jacinta dormía plácidamente acompañada de su fiel gata Susy, le llegó el llamado de Dios, llevándosela a mejor vida.
¿Cuándo es esa última vez que estamos frente a una persona? ¿Cuándo es la última oportunidad que tenemos de compartir con un familiar y decirle lo mucho que le queremos?
No le agregues días a tu vida, agrégale vida a tus días, no permitas que nada te lo impida.