—Vive lejísimos de aquí —dijo Jon la mañana siguiente, mirando la dirección que Sage les había dado para Grant Newton—. Si vas a decirme que tienes un coche…
—No —respondió Brody—. Eso es algo que creo que ni los fantasmas más antiguos podrían controlar. Además, ¿te imaginas las caras de la gente si pasara uno por la calle, en apariencia conduciéndose solo?
Jon se rio.
—Eso sería digno de ver. ¿Vamos a ir volando?
—Sí. Igual que siempre —respondió Brody—. Recuerda, no estamos anclados a la tierra, así que podemos ir a donde queramos. El hecho de que la casa de Grant esté casi donde Cristo perdió la sandalia no importa.
—Y yo que pensaba que podríamos coger un autobús, o que nos subiríamos al coche de alguien desprevenido.
—Podríamos hacerlo, listillo, si no te importa pasarte la mitad del día de camino hasta allí. —Brody sonrió cuando Jon le hizo una peineta.
—Son casi las diez. ¿No es un poco pronto, o tarde, para ir a su casa? Debería estar en el trabajo, donde sea que trabaje.
—Lo que nos da una buena oportunidad para examinar su casa.
—Haces que suene como si fuéramos ladrones o algo.
—Piénsalo, Jon. No podemos buscar mientras él está ahí. Podría preguntarse por qué los cajones o las puertas de los armarios se abren solos.
—Buen punto.
* * * *
Mike se levantó sobre las once, se vistió y tomó un desayuno rápido. Aunque no tenía que estar en el trabajo hasta las cuatro, había tenido una idea para descubrir si Grant (sin apellido) había estado en el Far Horizon hacía dos noches, al mismo tiempo que Watts. Para hacerlo, quería estar en el bar cuando abriera a las doce, con la esperanza de que no estuviera demasiado abarrotado. De ese modo el gerente tendría tiempo de hablar con él sin interrupciones.
Tenía razón con lo primero. Había muy poca gente en el interior cuando llegó. Cuando le preguntó a Roger, el mismo camarero con el que había hablado la noche anterior, por el gerente, descubrió que el hombre llegaba tarde.
—Debería estar aquí pronto, según él —le dijo Roger. Reconoció a Mike y le preguntó si tenía que ver con el hombre que estaba buscando.
—Así es. Que usted esté aquí también ayudará —respondió Mike—. Al menos si el club tiene cámaras.
—Las tenemos —dijo Roger—. ¿Por qué?
—Quiero ver los vídeos de hace dos noches, para ver si los otros hombres de los que hablamos estaban aquí.
—La mejor opción serían las que tenemos en la puerta principal —dijo Roger—. Aunque claro, probablemente ya lo sabe.
Mike asintió.
—Así es.
Roger miró la puerta principal cuando volvió a abrirse, antes de llamar la atención del hombre que entró.
—Alan —dijo Roger cuando llegó el hombre—, este es el inspector Harris. Inspector, este es Alan King, uno de nuestros gerentes.
—Por favor, llámeme Mike —dijo, casi al mismo tiempo que el señor King le pedía que le llamara Alan.
—¿Cómo puedo ayudarle, Mike? —preguntó el señor King.
Mike se lo explicó antes de preguntar si le sería posible ver los vídeos de vigilancia.
—Por supuesto. Si me acompaña. —El señor King le llevó a una sala en la parte trasera del club. Había una pantalla grande que mostraba las imágenes de las cuatro cámaras del lugar al mismo tiempo. El hombre que estaba viéndolas miró al señor King de forma inquisitiva.
El señor King le presentó a Mike antes de decir:
—Bruce, quiere ver los vídeos de hace dos noches.
—Solo el de la cámara de la puerta principal, por favor —dijo Mike—. A no ser que se pueda entrar también por la puerta trasera.
—No —respondió el señor King—. Es solo una salida, con una barra antipánico y alarma.
Bruce se acercó a un ordenador y un momento más tarde dijo:
—Ahí lo tiene.
—Antes de empezar, también necesito a Roger aquí. Si no le importa —le dijo Mike al señor King.
—Iré a buscarle. —Lo hizo. Después, con Roger de pie a su lado, Mike empezó a ver el vídeo mientras Bruce lo pasaba.
—Si ve a cualquiera de los hombres que dijiste que estaban con Watts hace un mes, dígamelo —le dijo Mike a Roger.
—Claro —respondió Roger, sonriendo un poco—. Ahí —dijo unos momentos más tarde.
Bruce paró el vídeo, que mostraba un hombre rubio.
—Necesito una captura de pantalla de esto —le dijo Mike a Bruce—. Impresa.
—Sin problema. —Bruce hizo lo que le había pedido y después le pasó la imagen a Mike. Para su gran alivio, era sorprendentemente nítida. Había una marca de hora: las nueve y quince minutos y veinte segundos.
—Él —dijo Roger un momento más tarde. El vídeo mostraba un hombre con el pelo oscuro. Mike pidió otra impresión.
Cuando el vídeo llegó a las nueve y media, Mike vio a Watts entrando a la discoteca. Pidió también una impresión de eso.
—¿Puede ir más deprisa? Necesito ver cuándo se marcharon esos tres hombres.
Bruce lo hizo, parando cuando la marca de hora decía que eran las diez y treinta y siete minutos y el hombre del pelo oscuro se marchó. Watts salió del club a las diez y cuarenta. Mike anotó las horas e hizo lo mismo cuando el rubio salió a las diez cuarenta y cinco.
—Eso debería ser todo, gracias por su ayuda —les dijo Mike a los otros.
—Sin problema —respondió el señor King—. Espero que encuentre al asesino.
—Yo también lo espero —dijo Mike, aceptando la carpeta que le pasó Bruce para las fotografías.
* * * *
—No sé por qué, pero esperaba algo más… lujoso, supongo —dijo Jon una vez estuvieron dentro de la casa de Grant Newton.
La casa era una de muchas similares en un barrio residencial en las afueras de la ciudad. Tenía un salón pequeño, una cocina y una habitación que era obvio que Grant usaba como oficina en el piso de abajo. En el piso de arriba había dos dormitorios y un baño de tamaño decente.
—Empecemos por la oficina —dijo Brody.
Como Jon solo llevaba dos días siendo un fantasma, lo único que podía hacer era mirar mientras Brody abría los cajones de la mesa.
—¿Algo? —preguntó.
—Nada que pueda ayudarnos —contestó Brody con disgusto—. Vamos a ver si puedo acceder a su ordenador. —Lo hizo, con demasiada facilidad, le dijo a Jon—. Si tiene algo que esconder, no está aquí.
—¿Dónde guardaría algo para evitar que nadie lo encontrara?
—En una caja fuerte, a lo mejor. —Brody dio una vuelta despacio, estudiando la habitación—. Miraré detrás de los libros, tú mira debajo de la alfombra.
—¿Yo?
—Oh. Perdona.
—Me siento inútil —refunfuñó Jon.
—A lo mejor no puedes mover cosas, pero tienes un par de ojos. Úsalos.
—Sí, señor. Si supiera qué se supone que estoy buscando…
—Cualquier cosa fuera de lo normal —le dijo Brody mientras movía libros en las estanterías—. Empieza por el salón.
Eso hizo. Si había algo extraño, él no lo veía. Fue a la cocina. Tenía los electrodomésticos habituales. Supuso que podría haber algún escondite en uno de los armarios, pero no había forma de comprobarlo. Dijo eso mismo cuando Brody se unió a él unos minutos más tarde, así que lo hizo él, sin encontrar nada.
También registraron el piso de arriba, con el mismo resultado. Al final decidieron que, si Grant tenía algo que esconder, no lo estaba haciendo en la casa. Descubrieron donde trabajaba, gracias a un par de correos electrónicos que Brody encontró en su ordenador.
—Nuestra próxima parada —dijo Brody.
—Estará allí. No podemos registrarlo mientras está allí.
—Podemos hacerlo esta tarde —respondió Brody.
—Algo que esperar con antelación —dijo Jon con acritud—. Me quedo de pie y miro mientras tú haces todo el trabajo.
Brody se rio.
—Podría ser peor, podrías estar haciendo esto solo.
—Lo que sería inútil, considerando lo que puedo hacer. —Jon hizo una pausa—. Sé que no lo he dicho, pero gracias.
—No tienes que agradecerme nada. Me da algo que hacer que merece la pena. Y un buen tipo con quien hacerlo.
Si hubiera estado vivo, Jon tenía el presentimiento de que se hubiera sonrojado, aunque estaba seguro de que no había sido más que un cumplido.
* * * *
Tan pronto como Mike llegó a la comisaría, fue a buscar a Leon, el inspector que se ocupaba del programa de reconocimiento facial. Le encontró en lo que llamaban irrisoriamente la sala de descanso, haciéndose un café.
—Necesito que compruebes estas imágenes —dijo Mike, pasándole la carpeta.
Leon miró las fotos.
—¿A qué hombres quieres que identifique?
—Ah, sí, eso te ayudaría. Estos dos. —Mike se los señaló.
—Vale. Con suerte, los dos tienen carné de conducir, lo que nos dará un comienzo.
—Lo sé. Una vez tengas nombres y direcciones, yo puedo seguir desde ahí.
Subieron a la oficina pequeña de Leon. Mike intentó contener su impaciencia mientras Leon hacía su trabajo. Sabía que llevaría tiempo, así que cuando el otro inspector obtuvo información sobre el rubio solo unos segundos después, le sorprendió bastante.
—Es un tal Grant L. Newton. —Imprimió la información del carné de conducir de Newton antes de continuar con la búsqueda, diciendo—: No hay denuncias ni órdenes de búsqueda. Ahora a por el otro tío.
Mike paseó de un lado a otro, lo que supo que no les estaba ayudando a ninguno de los dos cuando Leon le lanzó una mirada y le dijo que se sentara y se comportara. Con una carcajada, Mike obedeció.
—Vale. Tu hombre de pelo oscuro es Thomas Irwin. Le han arrestado tres veces por posesión de drogas con intención de distribuirlas. Se escapó de los cargos dos veces. Supongo que tuvo un buen abogado. Cumplió seis meses la tercera vez. Las cosas han debido mejorar para él desde entonces. Vive en un rascacielos de alta seguridad en el centro. —Leon imprimió la información.
—Interesante. ¿Por qué estaba con Newton y Watts? ¿Me pregunto si saben que es un traficante?
—Ni idea. Tendrás que preguntarles a ellos.
—Es difícil hacerlo con Watts. Está muerto.
—Eso podría ser un problema. Al menos sabes dónde encontrar a Newton.
—Lo sé, y voy a tener una charla con él.
* * * *
—¿Es contable? —dijo Jon cuando vio el cartel en la puerta de la compañía donde trabajaba Grant.
—¿Por qué te sorprende? —preguntó Brody.
Jon se encogió de hombros.
—Por lo poco que recuerdo de él, no parecía un contable. Ya sabes, estirado y serio.
—Apuesto a que la mayoría de los contables no son así en la vida real. Son simplemente personas a las que se les dan bien los números y pueden conseguir dinero manejándolos para sus clientes.
Entraron a la sala de espera de lo que resultó ser un conjunto de oficinas, cada una con un nombre en la puerta. La de Grant estaba a media altura en un pasillo largo.
—Muy… formal —comentó Jon.
—Creo que los contables tienen que hacer que parezca que son honestos y dignos si quieren impresionar a quienes los contratan.
—Supongo, pero ni siquiera hay fotografías en las paredes.
Brody se encogió de hombros mientras él empezaba a estudiar cualquier cosa que le diera una idea de que Grant estaba haciendo algo perverso, en palabras de Brody. De inmediato, Brody se encontró con el obstáculo de que el ordenador de Grant estaba bien protegido.
—No me sorprende, pero es frustrante —comentó con ironía.
Había archivadores junto a una pared, todos cerrados con llave.
—Y aquí estoy sin ganzúas —gruñó Brody. Buscó en la mesa para ver si Grant era el tipo de persona que dejaba las llaves de los archivadores en uno de los cajones, sin suerte.
—Si tuviéramos una lista de sus clientes, podría ayudar —le dijo Brody a Jon.
—Y sabes que eso estaría en su ordenador.
—Exactamente. Si está alterando las cuentas para alguien, no habría manera de enterarnos, incluso si supiéramos cómo saber que lo está haciendo.
—Incluso si es así, ¿qué tendría eso que ver con mi asesinato? —preguntó Jon—. No me lo hubiera dicho.
—Eso es verdad. ¿Te acuerdas de algo de lo que hablasteis?
—De cosas normales, supongo. Intentamos conocernos mejor.
—¿Y los otros hombres?
—Te lo he dicho. No les estaba prestando atención, exactamente. Simplemente estaban ahí. Estaba más interesado en Grant, aunque no me sirvió de nada.
Brody se golpeó el labio con un dedo.
—Puede que no les prestaras atención, pero es posible que uno de ellos pensara que lo estabas haciendo. ¿Usaste el teléfono en algún momento esa noche?
Jon cerró los ojos, intentando recordar esa noche y qué había hecho.
—Sí. Dos veces. Una para llamar a un taxi, ya que no conduje hasta el club. No bebo, pero me imaginé que existía la posibilidad de que lo hiciera, si Grant insistía en que me tomara una cerveza o algo. —Suspiró con remordimiento—. Supongo que estaba tan desesperado por causarle una buena impresión que imaginé que merecería la pena romper un hábito para hacerle feliz.
—Oye, todos tenemos esos momentos. ¿Y la otra llamada?
—Lo creas o no, mi madre. Eligió esa noche, de entre todas las posibles, para ver cómo estaba. —Jon negó con la cabeza—. Casi nunca hablábamos, no desde que me fui de casa. Bueno, excepto durante los días como Navidad y Acción de Gracias.
—¿No aprobaba tu estilo de vida?
—Más bien pensaba que un hijo debía quedarse cerca de casa, para cuidarla cuando se haga mayor. Ahora tiene sesenta años y está divorciada. Se suponía que debía estar allí para ella —Puso los ojos en blanco— para siempre. Cuando me mudé aquí, que está a medio país de donde crecí, declaró que era un mal hijo.
—¡Au! Vale, de vuelta a las llamadas. Es posible que los otros hombres pensaran que estabas haciendo fotos.
—¿Y? La gente lo hace todo el tiempo. Se llaman selfies. Algo que nunca me gustó, como te dije, pero…
—Si hubieras estado sacando fotografías, hubieras podido pillar a uno de ellos haciendo algo que preferirían que la gente no supiera, o ellos pudieron pensar que lo habías hecho.
—¿Pero por qué esperar un mes para matarme?
—¿Por qué no sabían dónde encontrarte? ¿Le diste a Grant tu dirección y tu número de teléfono?
—No. Solo el número. No tengo costumbre de dar mi dirección a gente que no conozco bien. Eso sería pedir problemas. No es que salga mucho de todas formas, más que de ciento a viento. Te lo dije, así fue como conocí a Grant la primera vez, durante una de mis poco habituales excursiones a un club, porque me sentía solo.
—No me dijiste por qué. Solo que lo hiciste.
—Sí, bueno… —Jon suspiró—. No soy… En general no se me daba bien la gente, excepto en el trabajo. Pero de vez en cuando necesitaba salir y estar con otras personas, si eso tiene sentido.
—Sí, lo tiene.
—Sé que he dicho esto más de una vez —dijo Jon, intentando ignorar la compasión en la mirada de Brody—. ¿Qué hacemos ahora?
Brody pensó durante un momento largo.
—Ver si Sage puede organizar una reunión con Harris.
* * * *
Eran las seis y media cuando Mike llegó a casa de Grant Newton. El coche de Grant estaba en la entrada, así que tocó el timbre y esperó. Cuando no contestó nadie, volvió a intentarlo con el mismo resultado. Pensando que a lo mejor Newton estaba en el baño, esperó diez minutos antes de intentarlo otra vez. Le pareció escuchar movimiento al otro lado de la puerta, pero no se abrió.
—¿Señor Newton? Soy policía. Me gustaría hablar con usted sobre Jonathan Watts —gritó.
Nada. Entonces oyó cómo una puerta golpeaba algo. Sonaba como si fuera en la parte de atrás de la casa. Corrió hasta allí, llegando justo a tiempo para ver a alguien desaparecer por el callejón. Empezó a correr tras esa persona, escuchó el rugido de un motor de coche y llegó al callejón a tiempo para ver unas luces de freno mientras un coche giraba hacia la calle, alejándose de la casa. Todo lo que consiguió ver de la matrícula fue A6.
Sin una descripción buena del coche para denunciarlo, volvió a la casa. La puerta trasera estaba abierta. Sacando la pistola, entró con cautela, aunque estaba seguro de que allí no había nadie. Al menos nadie consciente, y quizás nadie vivo.
Descubrió que había tenido razón con ese último pensamiento. El cuerpo de un hombre rubio yacía sobre el sofá. Una de sus manos tocaba el suelo y había una pistola junto a ella.
Quedándose en la puerta de la cocina, Mike dio parte y esperó a que la científica y el forense llegaran. Estuvieron allí en minutos, apareciendo en la puerta trasera.
—¿Qué tenemos? —preguntó uno de los hombres, un miembro de la policía científica que llevaba un mono de cuerpo entero, mientras le pasaba a Mike guantes de látex, calzas y un gorro.
—Un hombre. Un disparo en el pecho por lo que puedo ver desde aquí.
—¿Suicidio? —El hombre apuntó a la pistola.
—Lo dudo, aunque el forense lo podrá asegurar.
El equipo se repartió por la estancia para hacer su trabajo mientras el forense empezaba a examinar el cuerpo. Unos minutos más tarde el hombre confirmó lo que Mike había sospechado.
—No hay quemaduras de pólvora ni punteado. Mi mejor suposición por ahora es que el asesino estaba al menos a un metro de la víctima cuando apretó el gatillo.
Mike se acercó, cogió la pistola por la culata y olió.
—Esta ha sido disparada, así que el asesino probablemente la dejó caer aquí con la esperanza de que creyéramos que ha sido un suicidio. Ha pasado antes de que llegara, o hubiera oído el disparo. Mi teoría es que el asesino disparó a Newton antes de empezar a buscar algo. Cuando toqué el timbre, esperó que fuera un vecino y que me iría cuando no contestara nadie. Cuando anuncié que era policía, salió corriendo.
—¿Estás seguro de que este hombre es el propietario de la casa? —preguntó el forense.
—Sí. Grant Newton. Era un posible sospechoso en un asesinato que estoy investigando.
—Ahora tienes dos —dijo el forense con una pequeña sonrisa antes de volver al trabajo.
—Qué suerte la mía —murmuró Mike.
No se fue de la escena del crimen hasta pasadas las nueve de esa noche. Cuando lo hizo, volvió a la comisaría para escribir su informe y ver si Thomas Irwin (que había estado en el club las dos veces que Newton y Watts estaban allí) tenía un coche. Para sorpresa de nadie, así era. La matrícula era A6395M.
—Te tengo —dijo Mike hablando para sí mismo—. Ahora vamos a ver si has vuelto a casa o estás huyendo.
Se detuvo para recoger a dos agentes como refuerzo y se dirigieron al rascacielos donde vivía Irwin. El lugar tenía portero, lo que no sorprendió a Mike.
—Estamos aquí para ver al señor Irwin —dijo Mike después de enseñarle su placa.
—No está —respondió el portero—. Se fue sobre las cinco y media y no ha vuelto.
—¿Está seguro?
—Sí, señor. Este es un edificio de alta seguridad. Nadie, ni siquiera los inquilinos, entran o salen sin que lo sepamos.
—Supongo que hay una entrada trasera.
—Sí, señor, y un guardia de seguridad en ella. Me informa cuando alguien entra o sale, sin importar quién sea. —Apuntó al monitor que había sobre la mesa—. También puedo verlo desde aquí.
—Déjeme ver qué tiene desde que se fue el señor Irwin.
El portero apretó los labios, pero puso el vídeo.
—¿Lo ve? No ha vuelto a entrar por esa puerta.
—Vale. Siento haber dudado de usted, pero es sospechoso de asesinato.
—¿El señor Irwin? —El portero parecía sorprendido—. Nunca. No le haría daño ni a una mosca.
No, pero trafica con drogas. Algo que Mike no pensaba decirle al portero.
—Si vuelve, le agradecería que no le dijera que hemos estado aquí y me llamara. —Le dio su tarjeta.
—Lo haré.
* * * *
Mike puso una alerta para Irwin y su coche. Acababa de terminar de hacerlo cuando el administrativo le dijo que tenía una llamada del señor Crewe.
—¿Ahora qué? —murmuró Mike antes de contestar.
—¿Mike? Soy yo, Sage.
—Lo sé. ¿Por qué me estás llamando al trabajo?
—No tengo tu número de móvil.
—Espero que sea importante.
—Lo es. ¿Cuándo vas a volver a casa?
—¿Cómo dices? —respondió Mike, arqueando una ceja.
—Hay alguien con quien necesitas hablar, sobre el asesinato del señor Watts.
—Que Dios me ayude, si me dices que es el propio Watts… su fantasma.
Hubo una pausa larga y cargada antes de que Sage dijera:
—Dime cuándo vas a llegar a casa. La persona estará en mi casa.
—Sage…
—Por favor. Es importante.
Mike se pasó una mano por el pelo.
—Con suerte, llegaré para la una y media, si no me cae otro asesinato antes. Eso es lo máximo que puedo decirte.
—Aquí estaré.
—Estoy seguro —dijo Mike con sarcasmo, pero para sí mismo, mientras colgaba.
* * * *
Ha dicho que estará aquí a la una y media, a lo mejor —les dijo Sage a Jon y Brody—. Después de eso —Sonrió con ironía—, ya veremos si se queda el tiempo suficiente para que pueda convencerle de que estáis aquí de verdad y queréis hablar con él.
—Contigo como intermediario —dijo Jon—. Esto podría ser interesante.