XXXV
El encuentro con la amada
tánto alguna vez, es un simple detalle,
casi un programa hípico en violado,
que de tan largo no se puede doblar bien.
El almuerzo con ella que estaría
poniendo el plato que nos gustara ayer
y se repite ahora,
pero con algo más de mostaza;
el tenedor absorto, su doneo radiante
de pistilo en mayo, y su verecundia
de a centavito, por quítame allá esa paja.
Y la cerveza lírica y nerviosa
a la que celan sus dos pezones sin lúpulo,
y que no se debe tomar mucho!
Y los demás encantos de la mesa
que aquella núbil campaña borda
con sus propias baterías germinales
que han operado toda la mañana,
según me consta, a mí,
amoroso notario de sus intimidades,
y con las diez varillas mágicas
de sus dedos pancreáticos.
Mujer que, sin pensar en nada más allá,
suelta el mirlo y se pone a conversarnos
sus palabras tiernas
como lancinantes lechugas recién cortadas.
Otro vaso, y me voy. Y nos marchamos,
ahora sí, a trabajar.
Entre tanto, ella se interna
entre los cortinajes y ¡oh aguja de mis días
desgarrados! se sienta a la orilla
de una costura, a coserme el costado
a su costado,
a pegar el botón de esa camisa,
que se ha vuelto a caer. Pero hase visto!
XXXV
The meeting with the beloved
once so much, is a simple detail,
nearly a horse-track program in violet,
so long it cannot easily be folded.
Lunch with her who would be
setting out the dish we liked yesterday
and is repeated now,
but with a little more mustard;
the fork in a trance, her radiant quality
of a pistil in May, and her bought on the cheap
modesty, for no reason at all.
And the lyric and nervous beer
watched closely by breasts untouched by hops,
and that you mustn’t drink too much!
And the rest of the table’s charms
that this nubile campaign embroiders
with her own germinal mechanisms
that have been operating all morning long,
it appears to me, to me
the amorous notary of her intimacies,
and with the ten magical sticks
of her pancreatic fingers.
Woman who, without thinking of anything beyond,
lets her tongue fly and begins our conversation,
her words as tender
as lacinating lettuces freshly cut.
One more glass, and I’m going. And we march off,
yes, now, to work.
In the meantime, she steps
between the curtains and, O needle of my shredded
days! sits at the shore
of some sewing, to sew my side
to her side,
to tightly fasten the shirt button
that has fallen off again. Have you seen such a thing!