Epístola a los transeúntes
Reanudo mi día de conejo,
mi noche de elefante en descanso.
Y, entre mi, digo:
ésta es mi inmensidad en bruto, a cántaros,
éste mi grato peso, que me buscara abajo para pájaro;
éste es mi brazo
que por su cuenta rehusó ser ala,
éstas son mis sagradas escrituras,
éstos mis alarmados compañones.
Lúgubre isla me alumbrará continental,
mientras el capitolio se apoye en mi íntimo derrumbe
y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.
Pero cuando yo muera
de vida y no de tiempo,
cuando lleguen a dos mis dos maletas,
éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en
pedazos,
ésta aquella cabeza que expió los tormentos del círculo
en mis pasos,
éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades,
éste ha de ser mi cuerpo solidario
por el que vela el alma individual; éste ha de ser
mi hombligo en que maté mis piojos natos,
ésta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda.
En tanto, convulsiva, ásperamente
convalece mi freno,
sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
convalezco yo mismo, sonriendo de mis labios.
—1932
Epistle to Passersby
I begin anew my day of a rabbit,
my night of an elephant at rest.
And, to myself I say:
this is my raw immensity, by the brimming pitcherful,
this is my welcome weight, look farther down for a songbird;
this is my arm
that on its own refused to be a wing,
these are my sacred writings,
these my alarmed cuillons.
Lugubrious island will light me continentally,
while the Capitolio rests on my intimate collapse
and an up-in-arms assembly brings my parade to a close.
But when I die
of life and not of time,
when my two suitcases reach the count of two,
this will have to be my stomach that held the broken pieces
of my lamp,
this the head that atoned for the torments of the circle in my
steps,
these those worms my heart counted by the units,
this will have to be my solidarity body
over which the individual soul keeps watch; this has to be
my humbilicus in which I killed my innate lice,
this is my thing thing, my fear-instilling thing.
Meanwhile, convulsively, harshly,
my restraint convalesces,
suffering as I suffer from the direct language of the lion;
and, given that I have lived between two potentates of brick,
I myself am convalescing, smiling from my lips.
—1932