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Al salir a la calle, vio la sarnosa silueta de Pequeño Frank sentado al borde del parque al otro lado de la calle, mirando hacia el apartamento. Madeleine cruzó para acercársele, pero al percatarse de su presencia, él salió huyendo. Ella se detuvo y pasado un momento trató de acercársele por segunda vez; Pequeño Frank se escabulló y desapareció en la oscuridad del parque. Madeleine estaba planteándose seguirlo cuando de pronto vio claro que la escena era absurda. Decidió que ya estaba harta de este grupo, se dio la vuelta y se alejó en dirección a una parada de taxis al final de la calle. Una vez que se hubo marchado, Pequeño Frank retomó su ubicación inicial en el parque y siguió contemplando el apartamento.