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Una bolsa vacía, blanca, de plástico.

Una bolsa de supermercado
con la que el viento juega a los fantasmas.

Una bolsa que se arrastra por la calle desierta
y se eleva

sobre la calle,
sobre las casas, las fábricas, los edificios,
se eleva:

sobre los muertos, sobre los vivos, sobre los zombis,
sobre nuestra miseria se eleva

y se eleva sobre sí
y nos hace alzar la vista:

una bolsa
vacía y levitada como el corazón de un santo:
aleluya, aleluya.