3. EL PERSILES VISTO POR CERVANTES

 

Los textos preliminares de la obra de Cervantes son auténticos breviarios de estética en los que su autor no solo diserta sobre su obra sino que revelan su personalidad y su trayectoria literarias. Este contacto preliminar con el lector le permite al autor exponer su proyecto como escritor y también la opinión que le merecían sus escritos. Acaso una de las mayores aportaciones al discurso artístico de Cervantes es esa habilidad para incorporar la palabra crítica, y también autocrítica, al contenido temático de sus obras. Pero si la posteridad ha sido poco generosa con el Persiles, pues lo ha leído, acaso con la excepción de los últimos años, como una obra unidimensional anclada en la época que la vio nacer, su autor lo tuvo en gran estima. En el gran Persiles, como lo llama en el prólogo a las Ocho comedias, tenía puestas grandes esperanzas. Y si parece excesivo pensar que lo consideraba obra superior al Quijote, pues no hay afirmación del autor que lo sustente, no cabe duda de que lo tenía en muy alta estima, como también sus contemporáneos, a juzgar por el éxito inmediato que cosechó. En un solo año se reimprimió en seis ocasiones. En el prólogo a las Novelas ejemplares nos declara Cervantes su intención de escribir una novela al estilo de Heliodoro, aunque aclara, acto seguido, que no ha de ser exactamente una imitación sino un desafío:

 

A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas extranjeras, y estas son mías propias, no imitadas ni hurtadas: mi ingenio las engendró y las parió mi pluma y van creciendo en los brazos de la estampa. Tras ellas, si la vida no me deja, te ofrezco los Trabajos de Persiles, libro que se atreve a competir con Heliodoro, si ya por atrevido no sale con las manos en la cabeza; y primero verás, y con brevedad dilatadas, las hazañas de don Quijote y donaires de Sancho Panza y luego las Semanas del jardín. Mucho prometo con fuerzas tan pocas como las mías, pero ¿quién pondrá rienda a los deseos? Solo esto quiero que consideres: que, pues yo he tenido osadía de dirigir estas novelas al gran Conde de Lemos, algún misterio tienen escondido que las levanta (prólogo a las Novelas ejemplares, José Montero Reguera, ed., Barcelona, Penguin Clásicos, 2015, pp. 67-68).

 

En la dedicatoria al conde de Lemos, su mecenas y protector, en el Quijote de 1615 declara abiertamente la alta consideración en la que tenía el Persiles con un juego ficcional muy parecido al del prólogo del Quijote de 1605. Se inventa unos amigos que le han dicho que la obra va a rozar el extremo de perfección:

 

Con esto le despedí, y con esto me despido, ofreciendo a Vuestra Excelencia los Trabajos de Persiles y Sigismunda, libro a quien daré fin dentro de cuatro meses, Deo volente; el cual ha de ser o el más malo o el mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo, porque, según la opinión de mis amigos, ha de llegar al estremo de bondad posible (dedicatoria al conde de Lemos, Quijote, II, Florencio Sevilla Arroyo, ed., Barcelona, Penguin Clásicos, 2015, p. 608).