Olor tangible de la verdad

Al borde mismo de tu sueño

Donde un hálito alterno

Me entrega tu deseo,

En el mismísimo vértice

Del cuerpo,

Toda entera

Te vuelves,

Desnuda

Y sola

Como si nacieras

Renunciando

El traslúcido origen

De tu piel

Y tu pelo

Y todas las virtudes

Corporales

Que puedo hoy descifrar

A ojos cerrados...

Y, “ven”, me gritas,

Cargada de caricias...

Y te dejo pasar

Hundida de cansancio

Aunque sienta un temblor

Encarcelado ahupándose

Que pide un desatar

Del torbellino de la especie

Para así derrotar

Mi propia muerte.