Mira mi juventud:
Se quedó
Como fruto de dulzura
Entre tus brazos.
En esta noche inmensa
El dolor estalló
Contra mi vientre
Y la inocencia
Para sanar con ello
La llaga del pasado.
¡Cómo no habría de quererlo
Si era un niño
Que golpeó
La puerta de mi corazón
Con manitas de seda!
Detrás de los cristales
Luminosos
Mordió este niño
Todas mis tristezas,
De entre las ruinas del amor
Se alzó
Como si fuera una semilla
En surco,
Más fértil que la tierra misma.
Estoy aquí
Brotando entre las ruinas,
Asaltando tristezas,
Como un barco
Atracado entre las olas...
¿Qué voz
De bendición pasiva
Iluminó el paisaje
De su cielo cumplido?
¿Qué voluntad
Llenó de miel
Las ánforas
En todos los rincones?
En mi heredad vacía
Todo quedó repleto
De canciones.
A la hora del triunfo,
Como una magna fiesta
Alumbraron la tierra
Con temblores antiguos;
Las voces del recuerdo
Quedaron
Como frutos traviesos
Girando por el aire
Hilando una canción
De cuna
Que repletó su mundo,
Planté a mi hijo,
Entre los brazos
Para dejarle
El corazón abierto
A la alegría,
Cerrándole los ojos
Y los labios
Le obsequié tantos besos
A la luz de la aurora
Inventándole el día.
Mi ternura,
Como ánfora antigua,
Le calentó caricias
En el alma.
Desde entonces,
A través de su ser
Siento las cosas
Y en vano me limitan
Los sentidos
Porque vivo en su vida
- y él en la mía -
Que aunque nada me diera
Sería rica
Con todo lo que tengo
Desde que él existe.
¡Tornate a florecer!
Le dije
Mientras yo daba
Mi semilla
Para dulcificar el mundo.
Aquí estaré,
Hijo mío,
Con corazón de fiesta
Y ala viva
Para vencer la muerte cuando llegue
Y esconderte el dolor
Cuando tú pases.
¡Perdóname
El no haberte llegado antes!
Con los ojos cerrados
Me llegará la muerte
Todo dispuesto
Para mi destino
Y un sueño alegre
Como tú
Encubrirá los años
Que mató el silencio.
Dejamos de vivir
Tal cual el nido
Que un pájaro
Abandona en una rama.
Y mis lágrimas,
Rebozantes de párpados,
Caerán en una fuga heroica
Y borrarán sus huellas
Debajo de mis alas
¡Incontenibles ya
Para el vuelo o el viento!