Gina


¿Denegado? ¿Cómo han podido denegarle su petición en D.E.S.E.O.? Hizo lo que la estúpida web le pidió.

Vale. Quizá no exactamente lo que había pedido. Pero no deberían penalizarla por tomarse algunas licencias. Al fin y al cabo, ¿quién la culparía por darle un poco de gracia a la nota? Quizá la marca del beso con pintalabios y la frase extra sobre estar excitada por guardar su secreto no formaban parte de las instrucciones, pero está claro que la nota iba diseñada para desmoronar el mundo perfecto de la familia Frey. Conseguir vengarse y las entradas del concierto en un fabuloso dos por uno, como habría molado.

Pero al final nada, porque D.E.S.E.O. no entiende ni sabe apreciar los detalles dramáticos. Y ahora la penalizan por culpa de la falta de visión. No era justo. Especialmente porque ya había contado a algunas de sus amigas que había conseguido las entradas gracias a D.E.S.E.O. Después de enterarse de lo de la nueva cámara de Dani y del set profesional de maquillaje de Jeanine, Gina no iba a admitir que no ha recibido nada todavía. Así que les hizo jurar guardar el secreto (claro…), porque la web dice que no pueden contarle a los demás qué han recibido ni explicarles lo de las entradas. Ver sus caras cuando les dijo lo de las entradas —boquiabiertas, con los ojos como platos y llenos de envidia— hizo que mereciera totalmente la pena esperar en el frío a que el padre de Luke saliera de casa. Incluso aparcó abajo en la misma calle y se tumbó en el asiento del coche para que nadie la viera. Sus amigas no habían tenido que pasar frío, ni se habían resbalado por culpa del hielo hasta casi romperse el tobillo de camino a casa de Luke para entregar una nota estúpida. No hicieron nada para ganarse su recompensa. Ella sí, y ahora todo el mundo espera que vaya a ese concierto. Si no, pensarán que ha mentido y su reputación se irá al traste.

Eso no va a pasar nunca. D.E.S.E.O. no sabe con quién se está metiendo, pero Gina no es de las que se dan por vencidas. Sobre todo, cuando su reputación está en juego. Va a conseguir esas entradas, aunque sea lo último que haga.

Se aparta un mechón de pelo de los ojos y vuelve a leer el maldito mensaje.

Se ha denegado tu petición de D.E.S.E.O. debido a la incorrecta cumplimentación de los requisitos. Si eliges volver a reenviar la petición, lee y sigue minuciosamente las instrucciones proporcionadas para garantizar que tu deseo sea concedido.

Gina rechina los dientes y quiere gritar, pero se controla. Su hermana pequeña probablemente está escuchando detrás de la puerta, esperando para ir corriendo a su madre y contarle que algo va mal. Es culpa de su hermana que tanto su madre como su padre estén enfadados porque cogiese prestado el coche para entregar la estúpida nota de D.E.S.E.O. No se habrían dado cuenta de que el coche no estaba, ni habrían insistido en que devolviera la llave de repuesto, si Krissy no les hubiera ido con el cuento. Las hermanas son un completo rollo.

Igual que esta idiotez de web. Pero Gina no va a dejar que la derrote. Ella siempre gana.

Respira hondo, se vuelve a apartar el pelo de los ojos y pulsa el cursor sobre el campo específico para escribir su deseo. Frunce el ceño al ver que se ha estropeado una de sus uñas recién pintadas y empieza a teclear intentando decidir si debería mejorar la petición. Podría añadir ir en limusina al concierto.

Con una sonrisa condescendiente, Gina añade lo del transporte a su petición, relee lo que ha escrito para asegurarse de que no hay nada ambiguo (ya que D.E.S.E.O. ya ha demostrado tener problemas para aclararse), y, cuando cree que está perfecta, pulsa «enviar». Chúpate esa, D.E.S.E.O. Ahora, cuando le concedan su deseo, podrá decirles a sus amigas que ha obtenido dos regalos de parte de la web: las entradas y la limusina. Les corroerá la envidia porque ellas están limitadas a cosas ordinarias, mientras que Gina vivirá como una estrella. Perfecto.

El reloj avanza en la pantalla. Gina se aleja del escritorio y camina hasta su vestidor para coger el pintaúñas rosa y tiene tiempo de arreglarse la uña mientras espera a que le responda D.E.S.E.O.

Mierda. No solo se ha desconchado una uña. Sino dos. Si los padres de Gina no fueran tan cabezotas, ella no tendría que vivir en este sitio donde hay que ir dos pueblos más allá para que te hagan una manicura decente. Termina de retocarse las uñas, coloca de nuevo el tapón sobre el bote con cuidado de no estropear la pintura mientras se seca y asiente antes de percatarse del monitor. El reloj ha desaparecido. Su petición debe de haber sido aceptada. Bien. Ahora puede hacer cualquier tarea que le pidan y nadie lo sabrá nunca…

Espera. Lee el mensaje que ha aparecido en la pantalla tres veces para asegurarse de que dice aquello que ella cree que dice. ¿Están de coña?

—Gina. Hora de irse.

Mierda. Se había olvidado. Su madre va a llevarlas a ella y a su hermana a Kenosha para poder gastar el dinero que les han regalado por Navidad en los outlets. Después de todo el tema del coche, es un milagro que su madre no lo cancelase.

—Dame un minuto —grita mientras vuelve a leer las instrucciones en letras rojas.

—Tienes treinta segundos. Si no, nos vamos sin ti.

—¡Vale! —Se levanta, coge su bolso y mira la pantalla una última vez antes de irse por la puerta, agradecida por tener una excusa para no tener que decidir qué va a hacer. Porque, aunque Gina siempre está dispuesta a hundir la reputación de la gente, nunca se ha visto en la situación de tener que destruir una vida. ¿Es capaz de hacerlo por unas entradas de concierto? ¿O para que su reputación sea mejor que la de sus amigas?

Por primera vez, Gina desea ser mejor persona, una que dijese no.