Sydney


Sydney se mete en el coche, tira la mochila y el maletín que ha cogido en el asiento del copiloto y enciende el motor. Todavía tiene suerte. Cuando la casa arda y elimine todo rastro de que estado ahí, su racha de suerte continuará. Por ahora todo va bien. La pregunta es, ¿hasta qué punto quiere forzar su suerte?

Mira hacia la parte de atrás de la cabina de la camioneta en la que Nate se encuentra babeando en el asiento. La segunda dosis de tranquilizantes que ha tenido que administrarle todavía le hace efecto. No quería volver a drogar a Nate, pero no tuvo otra opción. Cuando se comete un allanamiento de morada no es buena idea que alguien esté gritando fuera. Quizá sea más humano dejarlo inconsciente y, además, es probable que Nate despierte pronto. Aunque el padre de Sydney armaría una buena si viese las marcas de baba que está dejando en el asiento de cuero, o la mancha de vómito de cuando Nate se despertó la primera vez y las huellas en el respaldo del asiento que dejó Nate antes de que Sydney lo redujese y le diera la siguiente ronda de tranquilizantes. Bueno, es probable que su padre no vaya a ver nada de eso. Todo depende de lo que Sydney elija. Ambos caminos tienen desafíos y recompensas.

A pesar de ser tarde, todavía puede llevar a Nate al sitio concretado. Hasta ahora, la excusa del mal tiempo todavía parece colar, pero no funcionará durante mucho más. Las quitanieves ya están limpiando las calles. Fija los ojos en el último mensaje que ha recibido y después en el asiento del copiloto. Documentos, nombres, información de contacto, planes de lo que pasará. El viaje ha valido la pena y eso que no ha tenido tiempo de ver todo. Unido a todo lo que ha sido capaz de descubrir, es suficiente para darle ayudarlo a decidir qué camino escoger. El saber es poder, y ahora es él quien tiene ese saber. La pregunta es, ¿tiene el valor de usarlo?