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Capítulo Noveno

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Sam empapó las tetinas del animal multicolor con agua jabonosa. Joe estaba en el campo hoy y le había pedido que tomara su detalle, lo que fue más un alivio que una tarea dadas las circunstancias de la noche anterior. El sol estaba alcanzando lentamente su punto máximo sobre el horizonte, y la brisa de la madrugada fluía a través de las grietas del granero. La abuela Potter había cableado un sistema eléctrico dentro del edificio de madera, lo que facilitaba la maniobra en la madrugada. Sam secó las tetinas y colocó el cubo de ordeño de metal debajo de la ubre, sosteniéndolo estratégicamente entre sus piernas. En el poco tiempo que había pasado en la granja, esta parte de la tarea se volvió más cómoda, y aún no había tenido una patada de vaca sobre su cubo. Se recubría las manos con vaselina, para reducir la fricción de la tarea que tenía que realizar y envolvía sus manos alrededor de dos de las tetinas de la vaca. Mientras apretaba, Sam sintió el goteo caliente de leche cuando golpeó su palma. Ordeñar vacas no era necesariamente un trabajo fácil, especialmente cuando una de las vacas se agitaba. Sin embargo, era agradable disfrutar de la paz y la tranquilidad, y a veces, ella preferiría estar cerca de los animales que de los humanos. Definitivamente fue menos emocionalmente difícil.

Jai se había ido esta mañana para ayudar a Joe en los campos. Se suponía que todos ellos debían reunirse en el almuerzo para discutir sus tareas nocturnas. Ruth y Rita habían ido a visitar a uno de los vecinos. Rita no conducía, y Ruth, sabiendo que Rita necesitaba un tiempo fuera de la casa, se ofreció a llevarla después del desayuno. Sam sabía lo importante que era Rita para Ruth. Había visto a Ruth trabajar durante horas afuera y sabía que no le pediría a nadie que hiciera nada en la granja que no pudiera o no hiciera ella misma. Ruth llenó la mayor parte de sus horas de trabajo, por lo que cuando se tomó un descanso, por lo general fue por una buena razón. Sam envidiaba la relación que tenían las dos mujeres. Era saludable, algo que ella nunca había sabido. Ella anhelaba la estabilidad y anhelaba ese sentimiento de amorverdadero. Sam anhelaba tener algo así en su vida. Ella estaba acostumbrada a que la gente se fuera y los que se quedaban, pues hacían difícil ser feliz. Sam no sabía lo que era para alguien amarla sin esperar algo de vuelta.

Hacía mucho tiempo que no conocí a alguien decente, y los buenos sentimientos de ser libre y sin carga le eran ajenos. Sam se estiró y sonrió mientras los rayos del sol llegaban al granero. Se sentía como un nuevo comienzo. Finalmente tuvo la oportunidad de experimentar la felicidad. Finalmente tuvo la oportunidad de permitir que algo bueno le llegara.