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Capítulo Treinta y Tres

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Sam esperó pacientemente junto a Rita. Ella ya había estado en la granja durante una hora, y hace aproximadamente media hora, Joe había llamado y les dijo que él y Jai estaban en camino. Sam había estado emocionado de ver a Jai y había mantenido la fe de que Jai se había sentido de la misma manera, a pesar de que no se habían visto durante meses. Ella cavó sus manos profundamente en sus bolsillos, listo para arriesgarse con su futuro.

Ella había utilizado los últimos meses para entrar en un programa de violencia doméstica e inscribirse en la escuela. Tenía una lista de objetivos y más confianza de la que había tenido nunca, y finalmente estaba contenta con dónde estaba en el mundo. Rita le había dicho que podía quedarse en la granja y trabajar mientras iba a la escuela, y esto ayudó mucho, porque sabía que tenía un buen sistema de apoyo y personas en su vida que realmente se preocupaban por ella. Mientras se quedaba con los Potter, había aprendido mucho sobre relaciones saludables y tenía tiempo para evaluar lo que quería de su propia. También había aprendido mucho sobre los impactos positivos y negativos que las personas pueden tener en la vida de una persona y cómo mantener las cosas positivas presentes mientras dejas ir las cosas negativas.

Lane había intentado ponerse en contacto con ella después de que ella había sido arrestada. Sam había ignorado los correos de voz y no había respondido a ninguna carta que le fueron enviadas en la granja. Ella estaba triste de que Lane había tomado las decisiones que tenía, pero finalmente aceptó que no era su culpa y que tenía que pasar de esa situación. Se dio cuenta de que era una facilitadora de Lane, y Lane no la había ayudado a aprender a ser independiente.

Sam observó como el polvo se levantaba en la carretera y un camión entraba a la vista. Podía sentir su cuerpo tenso mientras la anticipación corría por sus venas. La cara de Jai entró en la vista, y Sam comenzó a derretirse. No sabía cuánto extrañaba realmente a la otra mujer hasta ahora. El camión se estacionó, y un Jai de aspecto nervioso se acercó lentamente hacia ella. "Hola", chirrió Sam, sintiendo tantas emociones pero sin saber cómo ponerlas en palabras.

"Hola", respondió Jai, mirándola como si fuera la única otra persona en el mundo. "¿Cómo estás?"

"Estoy bien", dijo Sam. "¿Y tú?"

"Mejor que nunca", sonrió Jai, inclinándose para besarla.

Sam la besó de espaldas, permitiendo que sus emociones tomaran el control. Nunca se sintió tan segura o más en casa. El beso fue lento y apasionado, y al separarse, Sam miró a los ojos de Jai, sabiendo que tendrían muchos más de estos momentos en el futuro.