Vaya a saber porque o por quien digo esto, todo esto que sabe a amargura, a dolor, a fracaso, a falta de amor hasta que lo conocí y supe quién era y que hacía allá a unos kilómetros de donde venía. Pero yo lo hallé en El Floridita y el aceptó mi nombre como un nombre de guerra que le recordaba a un barco en el que viajó
¿Sabes? No me comprendo cerca de ti. Hui de España con el terror a mis espaldas. Me dije voy hacia allá. Vuelvo a cuba. Regreso llena de dolores. No extraño España. Más bien quiero olvidarla. Quiero que mi memoria la borre de los avatares de los tiempos. De mis tiempos. Y entonces me encuentro contigo. Y tú me hablas de España. Revuelves, sin saberlo, cosas de mi pasado que no te corresponden. Me hablas de bellezas que prefiero ignorar. Me hablas de Madrid. De tu Madrid. De tu Pamplona, de Ronda, de Valencia, de Málaga. Me hablas de Barcelona como si yo no hubiera estado allí y de pronto te odio por todo ello. Para ti, a pesar de la tragedia injusta, rescatas la belleza en un poema, en una pintura o en una música. Eres un insensato al pensar que puedo estar cerca de ti, aunque más no sea por unos minutos.
Y sin embargo te amo. Si, si, si, te amo. No solo por todo ello. Sino porque tú lo escribes, lo sientes y me sientes como parte tuya. Como parte de algo, de alguien, que está por encima de la guerra, del odio, de la crueldad. Y miras por un instante, por un destello, como esas estrellas que cruzan el cielo desvalido de una noche cualquiera y tú le pides un deseo irreconocible a la luz de una utopía que solo tú puedes concebir.
Sí, sí, sí, mil veces sí, te amo por todo ello. Maldición, brindemos amigo yo con un Daiquiri que me invitas y tú con un Martini que detesto, pero que me hiciste apreciar a partir de tu mirada, de tu tristeza y de tu propia indefensión frente a los horrores que odiamos y tememos. ¡Cuánto compartimos!
Yo una solitaria, que ofrezco mi cuerpo al postor que aparezca. Yo un cuerpo, solo un cuerpo y un rostro falsamente predispuesto. El cliente, siempre el cliente, sino más tarde no hay comida, no hay un techo. Yo un cuerpo, solo un cuerpo y un rostro, en miles de cuerpos sin rostro.
Ernest tú me diste la eternidad. Tú me diste tu cuerpo tu compañía y quizás yo pueda agradecerte en esa infinita soledad que pocos conocen, que pocos avizoran. Es por todo ello que nos amamos que nos seguimos y que nuestras ganas, esa fuerza que nace en las entrañas, nos mantuvo cerca, no juntos, pero muy cerca, maravillosamente cerca. Te he esperado como tú me has esperado. No somos el uno para el otro. Somos el uno y el otro que nos hemos encontrado. Siempre estamos cerca y parece que estamos juntos. No pretendo ser tuya. Ni pretendo que seas mío. Pero los dos vamos a ser del otro por aquello que nunca supe bien lo que era. Contigo descubrí que tiene un nombre conocido: Amor. ¿Te parece correcto? ¿Tú que siempre buscas le môte just?
¡Ay amigo! Cuanto te necesito a veces. Si, la soledad de la noche. La casa que no me contiene y tengo ganas de abrazarte y de escucharte. Y no estás. Amigo, querido amante, amor y esto que me han dicho los médicos. La sola palabra significa la muerte. No querido. No amigo. No te quiero aquí. No quiero que sufras. ¿Sabes que lamento? No haberte conocido antes. No haber sabido de ti. No haberte encontrado en alguna trinchera allá en tu España y la mía. Quiero mucho de ti. No lo tendré nunca como nunca lo tendrás de mí. ¡Ay amigo! En estos momentos tu eres el único que estás, tú eres el único que se acerca. Tú eres el único que me abraza. Y yo me despido y yo me voy. No amigo no sé adónde voy. He cometido tantos errores, que seguro el infierno me aguarda ya con sus puertas abiertas. Pero quizás nunca será como el infierno que vivo acá. En esta tierra bendita y maldita. En esta tierra del tabaco y del ron. En esta tierra llena de gente buena.
La soledad, como la siento. El alcohol como me pierde. El cuerpo como me duele. Que dolor extraño. ¡Qué diablos me pasa amigo! Tú que eres tan sabio me envías con premura al médico y yo no quiero ir. Tengo miedo amigo. A veces mucho miedo y los dolores no me abandonan.
Y entonces me dicen y te digo, tengo cáncer. Amigo, si es así, no tengo para mucho. Algunos clientes se enteraron. Ya no me frecuentan. Tienen miedo de la peste. No quieren contagiarse. Gracias yo sé que, como siempre, tú me acompañas.
Teresa amigo, ¿Te acuerdas de ella? Le ponían morfina y a veces parecía que nada le hacía. Una vez tú me dijiste que en la guerra una doble o triples dosis juntas, te despedían para siempre. Creo que a ella le pasó. Amigo, amigo, ¿Me pasará a mí también? ¿Llegará el momento que me pondrán esa dosis del adiós? Sé que estarás cerca, simplemente para un beso y que aprietes mi mano. Nada más. Te pido solamente un beso, amigo. Nada más. Nada de despedidas. Tú y yo no las necesitamos. No hay despedidas. No existen. Entre tú y yo es solo hasta luego. Como siempre fue, es y lo será.
Pero... ¿Qué es este lugar tan frío? Tan oscuro, tan extraño adonde me han traído. ¿Porque me cierran los ojos? ¿Si yo quiero ver, aún aquello que no se puede ver?
¿Porque este lugar tan frio? Me han cambiado la cama. Han cambiado el maloliente colchón por esta cama fría y dura que parece una piedra. ¿Qué pasa ahora? ¿Me ponen en una caja? ¿Adónde me llevan esta vez? No veo luz, aunque siento el movimiento. ¿Qué es esto? ¿Un carruaje o simplemente un carro de granja? ¿Porque así? ¿Porque tanto movimiento ahora? Y ahora te encuentro a ti. Tú vienes por mi amigo. Tú siempre me acompañas. Tú me acompañas y no veo más gente. Tú eres el único. Como siempre. Si amigo. Te comprendo, te entiendo. Todo es tan raro. Todo tan extraño. Hay algo que no termino de entender…
Este maldito carro se ha detenido por fin y así no me sacudo más en esta caja en que me hallo. Vaya asiento de este carro. Te veo a ti cerca, muy cerca. Y yo aquí y no puedo abrazarte… ¿Qué pasa Ernest, que pasa? No puedo abrazarte y decirte hola amigo, nos abracemos como siempre lo hicimos, como solíamos hacerlo. ¿Y qué es esto? La tierra, la tierra, la tierra. Será eso que de ella vengo y a ella vuelvo. Un foso. ¿Qué es esto? ¿Por qué, por qué?
¿Qué haces amigo… traes flores? ¿Son para mi verdad? Chau amigo, chau, me voy a la tierra voy a descansar un poco allí aun cuando esto que parece una caja me incomoda. Ya estaré más cómoda, ya estaré mejor y dormiré. Ya estaré más cerca de ti, barbudo insolente. Quiero abrazarte una vez más. Abrázame tú a mí, como si nunca más no fuéramos a ver. Una vez más amigo, ahora descansaré y luego tomaremos unas copas. Vamos a brindar. Si. Vamos a brindar Ernest. Por nosotros, por nuestra bella y eterna amistad
Luego te veo Ernest. Chau, amigo chau. Lamento que te vuelvas solo ahora. Así parece. Pero yo estoy contigo. Te repito como siempre: No temas porque yo estoy contigo. No temas tu soledad, porque siempre te acompañaré.
Simplemente, hasta luego gran amigo.
—==((~))==—