DE LAS MEMORIAS DEL GRIEGO (II)

yo siempre le llevaba regalos a estela y ella a su vez siempre tenía algo para mí, los detalles eran una parte importante de nuestra relación, ambos teníamos casi la misma edad y valorábamos ese tipo de cosas a las que hoy en día los muchachos no les dan importancia

estela me regalaba objetos que confeccionaba en el taller de manualidades y suéteres y bufandas que tejía con sus propias manos, yo le regalaba libros de cocina para que aprendiera nuevas recetas y también le obsequiaba libros sobre destinos turísticos para que escogiera la playa en la que iba a poner su restaurante

no había nada cruel en ello, yo también empecé a creer que estela podía abandonar el hospital psiquiátrico y que nos fugaríamos a la costa para vivir su sueño y que yo dejaría atrás mi otra vida y la seguiría al fin del mundo si era necesario

de hecho empezamos a hablar de que nos casaríamos, estela insistía mucho en ello pero yo le decía que debíamos esperar a que saliera, ella tenía un buen abogado que estaba intentando sacarla de ahí, venía a verla una vez por semana y yo quería estar presente para ayudar en la estrategia pero estela nunca me dejaba y a veces cuando el abogado llegaba y yo estaba de visita me pedía que me marchara

días después cuando yo regresaba la encontraba muy entusiasta, decía que podía salir en cualquier momento pero que debíamos casarnos ya ahí mismo, para que cuando saliera el mundo entero supiera que ahora ella era mi esposa, el único amor de mi vida

entonces me entraba la preocupación, el hecho de enfrentar el divorcio, de herir a mi mujer y a mis hijos, lo pensaba mucho aunque sí quería casarme con estela pero la verdad era que la situación resultaba ideal para mí, podía verla en un lugar donde nadie nos observaba ni nos cuestionaba, no tenía nada de raro que fuera tan seguido al hospital psiquiátrico porque era parte de mi trabajo

a veces estela se enojaba ante mi indecisión y la encontraba sin asearse con la mirada perdida y apenas platicábamos nada, por supuesto no todo era miel sobre hojuelas, como todas las relaciones teníamos nuestros momentos buenos y nuestros momentos malos pero los malos eran realmente difíciles porque estela se encerraba en sí misma y era inalcanzable, como si se metiera en un pozo profundo donde nadie podía alcanzarla y eso me hacía dudar también porque ahí en el hospital cuidaban bien de ella pero, ¿podría cuidarla yo si en verdad llegábamos a vivir juntos?