NIÑO SE ALIMENTA DE EXCREMENTOS

Semanario Sensacional, 18 de noviembre
Extracto de nota

Los habitantes de La Providencia, una vecindad ubicada en la zona oriente de la ciudad, no podían creer lo que veían sus ojos. Indignados, denunciaron el hecho al Instituto de Protección de la Niñez. Juana Uribe, trabajadora social con veinte años de experiencia, fue la encargada de investigar el caso. Cuando llegó a la vivienda marcada con el número cinco, los padres de Rito, un niño de siete años de edad, la dejaron pasar sin mostrar el menor nerviosismo. Con toda paciencia le explicaron que su hijo había empezado a “hacer eso” por voluntad propia, y que se negaba a probar otro tipo de alimentos. De hecho, una vez que lo obligaron a comer un caldo de verduras, se enfermó tres días seguidos, con altas fiebres. Agregaron que el niño prefería los excrementos de los animales, en especial de los perros.

Juana Uribe intentó hablar con Rito, pero este se negó a pronunciar palabra frente a ella. Preocupada, la trabajadora social lo llevó a las instalaciones del instituto, donde le practicaron exámenes médicos y un test psicológico. Para sorpresa de todos, el niño presentaba un excelente estado de salud, tanto físico como mental, y una inteligencia por encima de la media.

La trabajadora no tuvo más remedio que devolver el hijo a sus padres, quienes lo recibieron con los brazos abiertos. Sin embargo, Juana Uribe aún desconfía de los hechos, y asegura que en un par de meses volverá a aplicarle los mismos exámenes a Rito, “para descubrir la verdad”. Por su parte, los padres comentaron conmovidos que ellos lo aceptan así. “Es nuestro hijo, aunque le guste la mierda.”