Agradecimientos

Escribir novelas es, para muchos escritores, un trabajo a tiempo completo. No estaba seguro de si tendría la fuerza para escribir y corregir El eco de las sombras en un plazo de poco más de dos años. Es especialmente difícil cuando has de conciliar la promoción de una novela, la corrección de una segunda y la escritura de la tercera con una actividad profesional tan intensa como la mía. He tenido que dedicarle muchas horas de mi tiempo libre, fines de semana e incluso vacaciones y lograrlo sería imposible sin afectar a las personas que tienes alrededor. Mi caso no es una excepción.

Karmele, mi mujer, es, por lo tanto, la primera a la que agradecérselo. Se embarcó conmigo en esta inesperada aventura de convertirme en novelista y ha sido siempre una lectora franca y directa. Sé que ha disfrutado ayudándome a preparar el trabajo de campo y viajando por los lugares en los que transcurren mis novelas, pero ha tenido que convivir con alguien cuya mente vagaba por el siglo XIII más a menudo de lo recomendable.

También les agradezco su comprensión a Asun y Juan, que me acogieron en su velero, el Impala, un lugar donde dar un impulso a esta novela. Veinte días de vacaciones en los que, entre winches, defensas y anclas, me pude aislar lo suficiente como para cumplir los plazos que me había autoimpuesto.

A ellos y a Susana y Jose, a Lourdes y Rafa, gracias por vuestros ánimos y por las risas juntos. La vida son esos momentos. A Aida, cuya sonrisa demuestra que no importan las cartas que te toquen en el juego de la vida, solo las ganas de jugar la partida.

A todos los que habéis leído mi primera novela y en especial a los que habéis dedicado una lluviosa tarde de febrero a acudir a la presentación, cuando seguro que teníais muchas mejores cosas que hacer tres semanas antes de ser confinados. A la gente de Tecnalia que estuvo allí, a los biólogos que acudisteis, a los amigos de toda la vida, a los nuevos que estuvisteis presentes, a los que os hubiera gustado estar y no pudisteis. Muchas gracias a todos.

No me quiero olvidar de mis compañeros y compañeras de Tecnalia. Por vuestros ánimos, mensajes y comentarios sobre La luz invisible y por seguir mi incipiente carrera de escritor. Como no quiero olvidarme de nadie, no me atrevo a poner nombres aquí, pero os lo agradezco de verdad.

Como en el caso de La luz invisible, El eco de las sombras no sería una realidad sin mi agente, Pablo Álvarez, de Editabundo, y todo su equipo. Su ánimo constante y ayuda me han hecho más fácil navegar en este proceloso mar literario. Muchas gracias.

A la gente de Ediciones B, de Penguin Random House, y en especial a Carmen Romero y a Clara Rasero, por seguir confiando en mi talento cuando más difícil era hacerlo, en plena pandemia de coronavirus. Dejar caer a un escritor novel hubiese podido ser una decisión comprensible y, sin embargo, aquí estamos. A ellas, a Raffaela Coia por coordinar la preparación del libro y al resto del equipo de PRH. Sois fantásticos. Gracias de verdad. A Manu Manzano, quien con sus comentarios de estilo y sus sugerencias ha ayudado a pulir el manuscrito. Muchas gracias por las conversaciones telefónicas para aclarar dudas medievales que me imagino que quizá solo nos lleguen a importar a nosotros dos, pero que han ayudado a hacer mejor El eco de las sombras. Y a que yo me divirtiera mucho. A Bárbara Fernández por bucear en el manuscrito y hacerlo aún mejor.

A todos aquellos que de forma voluntaria o involuntaria me han ayudado a encontrar detalles para el libro, como Lara y Nuno, que en una amable visita al King´s College de Cambridge me enseñaron una iglesia en la que antiguamente los feligreses eran espiados desde el techo de madera, como sucede en esta novela en Auseva.

La literatura necesita escritores y lectores, editores y correctores, pero también necesita libreros. Un sentido agradecimiento a todos los libreros, de librerías grandes o pequeñas, que habéis recomendado mi novela, que con cariño la habéis colocado en vuestros escaparates, en vuestras baldas, junto a escritores consagrados y superventas, que la habéis mencionado en vuestras redes. En especial a la Casa del Libro de Donosti y en concreto a Onintza, que se preocupó de organizar la presentación de la novela y de mantenerme informado de forma constante de cuanto sucedía alrededor de La luz invisible.

Por supuesto, gracias a todas las personas que se han cruzado en mi camino en las redes sociales, blogueros, booktubers, etc. Vuestras reseñas, las fotos que habéis hecho de mi novela, los vídeos que habéis grabado... He disfrutado todos y cada uno de ellos.

Y, por último, a todos los lectores que han leído mi primera novela, sobre todo a los que me habéis escrito mensajes, públicos y privados, para decirme lo que había significado para vosotros. Espero no defraudaros con El eco de las sombras.

A todos, gracias de corazón.