“La vida está llena de elecciones difíciles”, pensó Jesús Valeiro.
Era agosto de 2011, dos años después de que el padre de su mejor amigo, Luis Enrique Martinelli, había sido juramentado como presidente del país. Definitivamente era un golpe de suerte para Valeiro: su amistad con Luis Enrique lo llevó a un puesto de trabajo fácil en el gobierno, con un impresionante título de Consejero del Presidente.
Aún mejor, poco después de las elecciones estableció un bufete con sus amigos y también abogados Miguel Mihalitsianos y Roberto de la Espriella: era una de las pocas firmas de abogados en Panamá con tres socios de menos de cuarenta años de edad, y también una de las pocas con acceso directo al presidente.
La familia Martinelli la utilizó para realizar las transacciones comerciales que deseaban mantener fuera del ojo público. Dentro de estas estaban sus inversiones en compañías generadoras de energía, un mercado lucrativo en Panamá, ya que el gobierno que controlaba Martinelli autorizó la venta de energía a la compañía distribuidora estatal.
Las empresas constituidas para llevar a cabo esta actividad no podían estar relacionadas con el presidente, por lo que el plan era usar a la firma de abogados de Valeiro, VM&E, para manejar sociedades fantasma con domicilio en Anguila e Islas Vírgenes Británicas, en el Caribe. Éstas no eran compañías fantasma normales, en las que los nombres de los accionistas aparecían en los archivos de la firma legal; en lugar de esto, los accionistas eran empleados o los abogados mismos de VM&E. De esta forma, de realizarse alguna investigación, no habría manera de relacionar a las empresas con el presidente.
“Esto me hace una de las personas más poderosas en Panamá”, debió pensar Valeiro, excitado ante la idea de todo ese poder, o tal vez por las mujeres que con poca ropa caminaban a su alrededor, haciéndole gestos hacia las habitaciones de la casa convertida en burdel por su dueño donde se organizaban toda clase de fiestas y llevaban prostitutas. Las difíciles decisiones, profesionales o éticas que enfrentaba Valeiro en ese momento no eran otras que a qué chica se llevaría a la cama.
Sentado en esa casa de un barrio tranquilo, Valeiro vivía una vida llena de diversión y placer. Sin embargo, todo esto estaba a punto de cambiar.
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Un repentino y agudo grito causó el caos en la casa-burdel: mujeres y hombres semidesnudos empezaron a correr en todas direcciones, seguidos por agentes de la policía que llevaban a cabo una redada.
Valeiro se esforzaba por comprender su situación: tal vez lo que nubló su juicio ese día fueron los tragos de ron con coca-cola que había bebido, la sorpresa de tener que tratar con los agentes de la policía, en lugar de las prostitutas, o quizá simplemente era un abogado terrible. Probablemente un buen defensor le habría aconsejado mantener la boca cerrada; nunca ha sido buena idea enfrentarse a la policía cuando te agarran in fraganti haciendo algo malo. Técnicamente la prostitución no es algo ilegal en Panamá, lo que no es legal es abrir un prostíbulo a mitad de un área residencial. La gente se había quejado de las actividades que se realizaban en la casa, por lo que la policía decidió hacer la redada para ver qué era lo que ocurría.
Valeiro no debía decir una sola palabra: por lo general estos asuntos se solucionan fácilmente con unos cientos de dólares de por medio. Sin embargo, no mantuvo la boca cerrada. En vez de eso, entró en una acalorada discusión con la policía para demandar que lo liberaran, cosa que de cualquier manera iba a suceder. Fue más lejos, mostró a los agentes su identificación oficial del gobierno y gritó que era un cercano asociado al presidente del país. Era uno de esos momentos en que, sin oírla, se escucha la frase: “¿Sabe usted quién soy yo?”
Sin embargo, esto sería un error. No había transcurrido mucho desde que Panamá saliera de una dictadura militar; muchos de los oficiales de la policía eran miembros de la milicia y, a diferencia de la mayoría de las personas en el país, sus vidas habían sido realmente mucho mejores cuando eran los mandamases. Gente como Rita y su familia se sintieron aliviados cuando los estadounidenses invadieron, porque significó el final del apego al poder ejercido por los militares; la constitución de Panamá fue reescrita para abolir la formación de un ejército, por lo que la policía pasó de ser un ente militar a una fuerza bajo mandato expresamente civil, aunque la nueva realidad era que aquellos con formación castrense veían con recelo a sus nuevos “jefes”.
Así pues, cuando Valeiro comenzó a sermonear al agente, muy probablemente a éste no le hicieron ninguna gracia sus insultos y demandas; sin duda despertó un resentimiento todavía latente en el uniformado, que definitivamente no permitiría que un niño mimado, perseguidor de faldas, le faltara al respeto. Al final no importó cuánto reclamara el abogado, esto no fue lo suficientemente relevante como para que el policía omitiera incluir en el informe el nombre de Valeiro y su cargo en el gobierno.
Aunque en principio la idea era enterrar el informe policial, éste vería la luz no mucho tiempo después, pero solamente fue el comienzo de los problemas para Valeiro y su firma, VM&E.
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Transcurridos algunos meses después de dicho incidente, la firma confrontó problemas mucho más serios cuando fue identificada como el agente registrado de compañías que ilegalmente proporcionaban armas a Irán, lo que provocó que un grupo importante de sociedades incorporadas por VM&E fueran sancionadas e incluidas en la Lista Clinton, elaborada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Dicha decisión fue tomada en octubre de 2011, varios meses después de la redada en la casa-burdel; sin embargo, la noticia no fue publicada sino hasta los primeros meses de 2012. De acuerdo con las publicaciones, la medida se debió a sus lazos con la compañía marítima de la República Islámica de Irán; según un comunicado de prensa hecho por funcionarios de Estados Unidos, las compañías “fueron identificadas por las organizaciones de inteligencia como facilitadores en el transporte de materias primas, armas y tecnología para beneficiar el programa nuclear y de misiles de Irán”.
Cuando la noticia explotó, se convirtió en un escándalo que obtuvo la atención nacional, aunque en ningún lado resonó más que en las oficinas de Mossack Fonseca. VM&E no tenía oficinas fuera de Panamá, de modo que para abrir sociedades fantasma en lugares como Islas Vírgenes Británicas o Anguila necesitaba de otra firma, y la que habían elegido era Mossack Fonseca.
De forma que cuando el gobierno de Estados Unidos decidió tomar acción contra VM&E por tener clientes que habían violado el embargo, los abogados de Mossack Fonseca entraron en pánico también, lo que quedó reflejado en extensos correos electrónicos enviados el 23 de abril de 2012 por Jennifer, hija de Jürgen Mossack, quien también era abogada en la firma.
El Departamento de Relaciones con el Cliente (CRD) ha estado intentando contactar a los socios de VM&E por aproximadamente dos meses (nos han estado evadiendo) y finalmente, después de haberme presentado en persona a sus oficinas, el Sr. De la Espriella accedió a reunirse conmigo el día de mañana a las 2:30 p.m. Pensamos que la razón por la cual VM&E está transfiriendo sus compañías a otro agente registrado se debe al hecho de que ellos no desean proporcionarnos la información básica que requieren las jurisdicciones de Islas Vírgenes Británicas y Anguila Británica; por ejemplo, los nombres y direcciones de los accionistas.
Esto resulta significativo debido a que, como agentes registrados de aproximadamente cincuenta empresas creadas por la firma y vendidas a VM&E, Mossack Fonseca tenía la responsabilidad de conocer los nombres y direcciones de los accionistas: esto era considerado un requisito básico para prevenir que las compañías fueran usadas por delincuentes para el lavado de dinero, o estuviesen ligadas a “personas políticamente expuestas” o PPE. Se ha desalentado a las firmas a hacer negocios con las PPE dada la posibilidad de que las compañías puedan ser usadas para esconder actos de corrupción, y ciertamente el presidente de un país calificaría como uno de esos individuos.
Al día siguiente, 24 de abril, Ramón Fonseca dijo que la firma debería cortar sus lazos con VM&E: “Necesitamos salirnos de esto y pronto”. No obstante, al parecer la firma no tenía ningún apuro para tomar la acción. Jennifer Mossack escribió, refiriendo hasta entonces el episodio de la casa-burdel: “No hay información disponible en internet relacionada con el Sr. Valeiro, sin embargo Carlos Sousa-Lennox [director de Mercadeo de Mossack Fonseca] lo conoce personalmente y ha oído sobre algo malo en los medios de comunicación relacionado con un escándalo que involucra a Valeiro y a una prostituta”.
Cualquier duda con respecto a que la firma debía cortar todo lazo con VM&E quedó borrada el 24 de abril, cuando La Prensa publicó en su primera plana y en varias páginas interiores la noticia sobre la relación entre la firma y los hijos del presidente Martinelli, y los alegatos de corrupción relacionados con el proyecto de construcción de un hospital. La historia causó que la firma entrara en pánico debido a que, tal como veremos, en Mossack Fonseca odiaban verse conectados con cualquier cosa que generara una cobertura negativa sobre la firma en los medios de comunicación.
El mismo día en que apareció la historia, Fonseca envió un correo electrónico en el que decía: “Renuncien ya!! Estoy seguro que existen sobornos conectados con esto”.
Pero la firma dilató el proceso por otro mes hasta que otra ola de malas noticias fue publicada, esta vez acerca de los vínculos de VM&E con compañías incluidas en la Lista Clinton; la nota de La Prensa el 23 de mayo causó nuevamente una lluvia de correos electrónicos de pánico. Fue entonces que Ramón Fonseca envió uno al Departamento de Cumplimiento de la firma: “Tenemos nosotros algo con esta gente?”
La razón por la cual este correo electrónico resultaba extraño era porque un mes antes el mismo Fonseca había estado involucrado en una discusión relacionada con la firma de abogados; sin embargo, su correo de mayo más bien parecía reflejar que no deseaba que el funcionario de Cumplimiento tuviese conocimiento del hecho y que además no se le habían copiado al departamento los correos electrónicos anteriores, donde precisamente se discutían las relaciones de la firma con VM&E.
También Jürgen Mossack envió un extraño correo el mismo día, que decía: “De ahora en adelante, cuando nuestros colegas panameños nos soliciten formar compañías para ellos, me parece que deberán certificarnos que han hecho la debida diligencia, o deberán dejarnos a nosotros hacerla por ellos”.
Pareciera que ambos socios estuvieran montando un espectáculo para el Departamento de Cumplimiento, que sería el que tendría que tratar con los reguladores de existir algún tipo de investigación.
La realidad era que la firma tenía conocimiento sobre el problema con VM&E mucho antes de que las noticias relacionadas con las violaciones de la Lista Clinton aparecieran en los medios de comunicación en mayo de 2012. Esto fue confirmado por Josette Roquebert, del Departamento de Corporaciones de la firma, quien dijo: “Éste era el cliente que estábamos buscando unas cuantas semanas atrás debido a que la firma está ligada al actual gobierno de Panamá”. Roquebert proseguía diciendo que la firma estaba en el proceso de transferir las compañías a otro agente registrado.
Claramente Fonseca no estaba contento con que el proceso estuviese tomando tanto tiempo, según queda evidenciado por un correo suyo del 23 de mayo en el que solicita saber sobre el estatus de las compañías: “¿Se hizo ya? ¡Está todo en papel!”
Esta supuesta furia mostrada por Fonseca era algo indignante. Pudo haber sabido que VM&E tenía contactos con Martinelli, porque él mismo tenía contacto con el presidente; de hecho, ambos le proporcionaban asesoría. También habría de ser designado por Martinelli para formar parte de la junta de dos de las compañías de energía en las cuales el gobierno tenía un interés sustancial.
En mi opinión, este era el problema con Mossack Fonseca y en particular con Ramón Fonseca: una vez que el ICIJ hizo pública su historia, Fonseca apareció en los medios de comunicación internacionales diciendo que la firma no era responsable por los actos ilegales cometidos por los clientes de los intermediarios.
De nosotros encontrar algo malo, lo reportamos inmediatamente a las autoridades. Tenemos más de treinta personas en nuestro departamento de debida diligencia buscando estrechamente. Cuando alguien hace algo malo con alguna de las compañías que hemos creado, esto no es nuestra responsabilidad, y todas aquellas personas que han sido mencionadas en los medios de comunicación no son nuestros clientes. La mayoría de nuestros clientes son intermediarios, al igual que lo son los abogados, contadores, bancos y fideicomisos, etc., que nos solicitan incorporar alguna compañía para sus clientes. [Dijo a la revista Business Insider en una entrevista el 16 de abril de 2016.]
No obstante, esto era completamente falso, por lo menos en el caso de VM&E: la firma no había hecho ninguna debida diligencia ni tampoco informó a las autoridades cuando se descubrieron las irregularidades. En vez de ello, optó por mirar intencionalmente a otro lado y comenzó a actuar de forma extraña a sabiendas de que la firma de abogados tenía lazos estrechos con el gobierno.
Y aun cuando fue atrapado con las manos en la masa y las migajas en el rostro, Fonseca continuó defendiendo su inocencia: “Estamos bajo presión, sin embargo, como no hemos hecho nada malo, la fe en Dios es la que nos mantiene”.
Sí, estaba usando a Dios como comodín.
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Eventualmente la firma acabó transfiriendo sus negocios con VM&E a Overaseas Management, otra firma de abogados panameños.
De las cincuenta que fueron transferidas, una de ellas, High Spirit, establecida en Anguila, habría de estar en los encabezados más tarde ese año como compañía fantasma que controlaba cuentas en la casa de valores Financial Pacific.
Cuando las noticias del escándalo explotaron, High Spirit se convirtió en uno de los casos de corrupción más emblemáticos durante la presidencia de Ricardo Martinelli; de hecho sus antiguos aliados, el Partido Panameñista, del que Ramón Fonseca formaba parte, ya en la oposición, habrían de utilizar este caso como bandera para ganar las elecciones presidenciales en 2014. Después de la victoria electoral, Fonseca fue nombrado presidente interino de dicho partido, cargo al que renunciaría cuando estalló el escándalo internacional acerca de su firma: no obstante, nunca habría de admitir públicamente que High Spirit había sido creada por su bufete y que tenía conocimiento de la existencia de docenas de compañías fantasma ligadas al presidente.