Hacerse una analítica antes de comenzar una dieta no es ninguna tontería. Los análisis aportan información sobre su estado general y sirven como valor de referencia al médico que efectuará el seguimiento.
A título informativo, le detallamos algunos de los aspectos más importantes, e incluimos también los valores referenciales considerados normales que suelen aparecer en las analíticas. Recuerde que son simplemente orientativos y que sólo un médico puede interpretarlos con visión crítica.
Valores normales: hombres, 4-8,5 mg/dl;
mujeres, 2,5-7,5 mg/dl.
El ácido úrico es el desecho del proceso metabólico. Se trata de un compuesto orgánico formado por carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno.
La mayoría de dicho sobrante se expulsa por el riñón a través de la orina. Cuando los niveles en la sangre son elevados y el análisis busca conocerlos, puede producirse la enfermedad metabólica que se conoce como gota, que constituye una acumulación de ácido úrico en las articulaciones, los riñones y los tejidos blandos. El exceso de ácido úrico puede suponer también la aparición de piedras en el riñón (cálculos renales).
Valores normales: 3,4-5,4 g/dl.
Se trata de una proteína, la que presenta una mayor concentración en la sangre. El hígado se ocupa de sintetizarla. Su misión es transportar moléculas, mantener la presión sanguínea y regular que los líquidos del torrente sanguíneo no pasen a los tejidos.
Los valores de dicha sustancia sirven para estudiar la posible presencia de alteraciones en el riñón, ya que si este no funciona bien perderá albúmina por la orina y su presencia será escasa en la sangre. La analítica también permite evaluar problemas derivados de la nutrición: cuando hay desnutrición, en especial tras unas dietas muy duras, las cantidades de albúmina en la sangre son bajas.
Valores normales: 70-105 mg/dl.
También denominada glucemia, se trata de la cantidad de azúcar
que se halla presente en la sangre. Su regulación depende de una hormona llamada insulina, que se produce en el páncreas y se ocupa de aprovechar metabólicamente los nutrientes de lo que ingerimos y facilitar su transformación en energía.
Este tipo de análisis tiene como objetivo verificar que la presencia de azúcar es equilibrada, ya que si no, el órgano que se ve más afectado es el cerebro. El exceso o la carencia de la citada sustancia en la sangre puede provocar desde situaciones de confusión mental hasta inconsciencia o coma.
El exceso de azúcar en sangre puede suponer la aparición de diabetes, alteración de la tiroides o del páncreas. Si sus niveles son muy bajos, puede inducir dolencias hepáticas.
Valores normales: 7 y 20 mg/dl.
La urea es, por decirlo gráficamente, lo que sobra del proceso metabólico de las proteínas. No todo el contenido de las proteínas resulta útil al organismo: de ellas se extraen aminoácidos que se emplean como energía para fabricar células y tejidos, pero lo que sobra es nitrógeno, que se libera transformado y unido a unas pequeñas moléculas que son las que conforman la urea. Este sobrante se encuentra mayormente en las heces y la orina en una proporción de alrededor de 20 g por cada litro.
La analítica sirve para determinar si el proceso se lleva a cabo correctamente en el hígado y si el riñón funciona en óptimas condiciones, ya que, en caso contrario, la urea no se elimina, se acumula en la sangre y sus valores son altos.
Una urea elevada puede indicar que se sigue una dieta con exceso de proteínas, que se corren riesgos de fallo cardiaco, que tal vez se padecen hemorragias gastrointestinales, etc. Si sus valores son reducidos, nos estaría diciendo que la dieta es pobre en proteínas o que puede haber una malnutrición, e incluso que el hígado padece alguna alteración.
Valores normales: hombres,0,7-1,3 mg/dl;
mujeres, 0,5-12, mg/dl.
Es un compuesto orgánico creado a partir de la creatina, un ácido que sirve como nutriente a los músculos y que se sintetiza de forma natural en el hígado, el páncreas y los riñones.
Para la medicina, es uno de los grandes «chivatos» de los riñones, ya que al ser un desecho del proceso metabólico de los músculos debe eliminarse del organismo por los riñones. Cuando estos no hacen bien su función, la creatina, cuyos niveles son bastante estables, eleva su presencia en la sangre. En dicho caso podría estarnos anunciando cálculos renales, deshidratación y problemas cardiacos. Si los niveles son bajos, podría indicarnos distrofia muscular.
Valores normales: directa, de 0,1 a 0,3 mg/ 100 ml;
indirecta, menor de 1,0 mg/ml.
Surge del proceso metabólico de la hemoglobina, la proteína de la
sangre que le da su color característico y que se ocupa de transportar el oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos. Cuando la hemoglobina se metaboliza, genera dos moléculas: una se transformará en biliverdina y otra en bilirrubina «indirecta», que sólo cambiará su nombre por el de «directa» tras pasar por el hígado; este, después de mezclarla con ácido, la envía a través de las vías biliares al intestino, donde al interactuar con la flora bacteriana adopta el color marrón de las heces.
Si los valores de bilirrubina en las analíticas no son correctos, se entiende que si se trata de la indirecta, el problema puede proceder del hígado; mientras que si es la directa, su origen se encuentra en las vías biliares. Además, si los niveles de bilirrubina indirecta son elevados puede estar evidenciando una anemia. Si esto mismo ocurre con la directa, el problema puede ser de hepatitis o cirrosis.
Valores normales: hombres, 8-38 u/l;
mujeres, 5-27 u/l.
Su verdadero nombre es gamma glutamil transpeptidasa. Se trata de una enzima (una sustancia proteica que controla y acelera las reacciones químicas) de origen hepático, que se ocupa de transferir aminoácidos a las membranas de las células. El estudio clínico de sus valores sirve para analizar el correcto funcionamiento del hígado.
Es la enzima «detectora de alcohol» por excelencia, y si sus valores son elevados, pueden indicar, entre otras enfermedades, alcoholismo, cirrosis o hepatitis.
Valores normales: 5-32 mU/ml.
Se trata de una enzima presente de forma mayoritaria en el corazón, aunque también se encuentra en el hígado y los músculos. Su análisis, que se suele llevar a cabo con otras pruebas complementarias, sirve como parámetro indicador de plausibles alteraciones cardiacas y hepáticas.
En niveles elevados puede indicar problemas cardiacos, riesgo de infarto de miocardio (para evaluarlo en su totalidad han de realizarse otras pruebas complementarias), enfermedades musculares o hepatitis.
Cuando los niveles están por debajo de lo normal, puede anunciar enfermedades renales.
Valores normales: hombres, 8-50 mU/ml;
mujeres, 7-33 mU/ml.
Como la anterior, se trata de una enzima, pero se halla mayoritariamente en el hígado y, en menor medida, en los riñones y el corazón.
En el caso de que exista una lesión de estos órganos, la enzima se libera en la sangre y altera los valores medios de la analítica. Por ello, en valores altos puede indicar cirrosis, alcoholismo, pancreatitis y riesgo de infarto.
Valores normales: óptimos, menos de 200 mg/dl;
límites, 200-239 mg/dl;
altos, 240 mg/dl o más.
El colesterol es una sustancia de grasa generada por el hígado que se halla distribuida por todo el cuerpo.
Sirve para generar tanto hormonas como los ácidos que se ocupan de ayudar en la digestión de la grasa. Sin embargo, la cantidad de colesterol que se precisa para realizar estas operaciones es mínima. El resto sobra.
Para entender bien el proceso del colesterol, debemos hablar de lipoproteínas, que son complejos de moléculas que viajan por la sangre y en cuyo núcleo hay colesterol y triglicéridos.
El malo «LDL»: son las siglas que definen las lipoproteínas de baja densidad, que se asocian al colesterol conocido popularmente como malo, porque es el que obstruye las arterias y puede provocar enfermedades cardiacas. Viajan desde el hígado al resto del cuerpo.
Los valores de referencia del LDL son:
óptimo, 100 mg/dl;
próximo, 100- 129 mg/dl;
elevado, 130-159 mg/dl;
alto, 160-189 mg/dl;
muy alto, 190 mg/dl y superiores.
El bueno «HDL»: son las lipoproteínas de alta densidad (HDL),
que se encargan de transportar el colesterol conocido como bueno, porque «acaba» con el anterior, al que conduce desde los tejidos al hígado, donde es eliminado.
Los valores de referencia son:
bajo, hasta 40 mg/dl;
medio, 40-59 mg/dl;
alto, 60 mg/dl o más.
Valores de referencia: normal, menos de 150 mg/dl;
límite, 150-199 mg/dl;
alto, 200-499 mg/dl;
muy alto, 500 mg/dl o más.
Forman parte de la grasa del cuerpo humano y sirven para producir energía. Se adquieren a través de la dieta y se mantienen en la sangre hasta que se depositan en su ubicación definitiva.
Si los valores de la analítica son elevados, anuncian un riesgo de enfermedades vasculares, como infarto o angina de pecho, pero también cerebrales, además de obesidad, cirrosis, diabetes mal controlada, una dieta pobre en proteínas y alta en hidratos de carbono. Cuando los valores están por debajo de lo recomendable, pueden reflejar desde desnutrición hasta una dieta pobre en grasas.