Capítulo Once
—Trae a Crane aquí de inmediato —ordenó Roberts.
—No estoy segura si-
—Ahora, Lorne. El tiempo es esencial ahora.
—Sí, jefe. Pero creo que está equivocado…
El jefe superior Sean Roberts la observó. El hecho de que Crane fuera la infiltrada lo dejaba atónito.
No había rastros de Crane en la sala, cuando Lorne entró a buscarla. John le informó que Crane había llamado para avisar que debía llevar a su madre al hospital.
—Cuando le recordé lo importante y la urgencia que tenemos con este caso, parecía estar bastante molesta por decepcionarnos. De todos modos, se ofreció a ir a ver al equipo forense para ver si lograron algún avance con el reconocimiento facial.
—A penas llegue, me avisas. Quiero hablar con ella. Nada importante, solo házmelo saber.
La maldita mentirosa, ¿Cómo se atreve a esconderse detrás de la falda de la madre muerta?
—De acuerdo. Por cierto, el oficial Harris estaba buscándola —le dijo John.
Lorne se dirigió a su oficina, cerró la puerta y tomó el teléfono.
—Oficial Harris, soy yo. ¿Qué pasó?
—¿Quiere primero la buena noticia o la mala, señora? —preguntó el oficial. Su voz demostraba cierta inquietud.
—La buena noticia, supongo —se preparó para oír lo que el oficial tenia para decir. ¿Qué diablos hizo Charlie ahora?
—Hemos encontrado a Charlie, señora. Em… me temo que estaba con unos vándalos, causando problemas en el centro de la ciudad.
—Por Dios Burt, si esa es la buena noticia, no quiero imaginar cual será la mala.
—-Quiero asegurarme que esté sentada, señora.
—Sí, Burt, estoy sentada. Estás comenzando a asustarme. Dímelo de una vez. ¿Qué ha hecho ahora la descarriada de mi hija?
—Bueno, señora. Fue así. Un par de mis hombres vieron a la pandilla. Estaban a punto de leerles la ley de orden público cuando, de la nada, se acerca una cuatro por cuatro negra. Se detuvo cerca de la pobre pequeña Charlie, se abrió la puerta trasera y un hombre la subió.
Mierda. ¿Una cuatro por cuatro? ¿Una cuatro por cuatro, negra? Se le hizo un nudo en el estómago.
—Señora, ¿Se encuentra bien?
—Sí, Burt. Dame el número de patente de esta camioneta —tomó una bocanada de aire y lo largó lentamente.
—Em… Uniforme, Noviembre, India-
—Uno, dos, tres.
—¿Conoce este auto, señora? Estábamos a punto de investigar.
—Sí, Burt. Por Dios, ¿Nadie intentó detenerlo?
—Sí, señora. Los oficiales estaban del otro lado de la pandilla, y se les hizo imposible llegar a tiempo. Uno de los amigos de Charlie intentó impedirlo, pero recibió una patada en el rostro y le quebraron la nariz. Los oficiales solicitaron refuerzos de inmediato. Una de las patrullas lo siguió, pero perdió el rastro rápidamente. Todas las patrullas de la ciudad lo están buscando. Lamentablemente uno de los inconvenientes más grandes es que la mochila de Charlie cayó al suelo y allí tenía su celular. Si la hubiese tenido encima-
—Oh, Burt, el tipo que tiene a Charlie es un maldito demonio. Oh, por Dios. Lo lamento, Burt, tendré que hablar contigo luego.
Sabía que sus piernas débiles y temblorosas no llegarían a llevarla hasta la oficina del jefe. Entre un mar de lágrimas, tomó el teléfono y lo llamó directamente.
—¿Lorne?
—¡Tiene a mi hija! ¡El bastardo tiene a Charlie!