Capítulo Treinta

—¿Están los chalecos listos, Gary? —le preguntó el Unicornio a su escolta principal.

Caminó entre las mesas, cuyos caballetes se hundían por el peso del equipamiento militar que sostenían, entre ellos munición y armas que habían conseguido por medio de los contactos de Abromovski. El costo monetario del equipamiento había sido muy alto, pero sabía el resultado que lograría, iba a superar ese valor y la satisfacción que sentiría compensaría todo gasto.

—Sí, jefe. Cuatro chalecos, tal como lo pidió. ¿Ya decidió qué chicas quiere usar para este pequeño ejercicio?

El Unicornio saboreó el momento, disfrutando como la atmósfera se ponía cada vez más tensa. La emoción corría por sus venas. Después de todo, no era cosa de todos los días tener al gobierno Británico complicándose como locos, con tanta dificultad para desmantelar una situación como esa.

—Hasta ahora tengo dos en mente. Me resulta difícil decidir que otras dos usaré.

—¿Puedo preguntar por cuales se inclinó, jefe? —preguntó Gary.

—La hija de la policía es una. Quiero deshacerme de ella. Causa más putos problemas de lo que vale la pena. No aguanto tenerla cerca ni un segundo más. Las británicas son demasiado luchadoras para mi gusto. Y Sasha, si… Mi querida Sasha. Me dará mucho placer utilizarla a ella. Ya me aburrió. De todas maneras, ella se lo buscó. Grabé una conversación que tuvo con la hija de la policía. Vivirá para lamentar su traición.

De pronto, al ver como los hombres copiaban su risa sarcástica, lo invadió un repentino sentimiento de irritación. La lealtad que intentaban demostrar era demasiado falsa, no lo engañaban. La confianza era una palabra imposible de pronunciar.

—¿Qué hay de la familia de Sasha?

Él no había pasado por alto la reacción de Gary al nombrar a Sasha como una de sus chicas. El Unicornio no estaba sorprendido por las preguntas, pero se preguntaba por qué Gary se encontraba tan intrigado y nervioso. Decidió observarlo detalladamente y vio sus pómulos suavemente sonrojados y gotas de sudor cayendo por su frente.

No, no puede ser posible ¿O sí?¿Puede este idiota estar enamorado de la puta? Él estaba acostumbrado a que sus hombres pensaran con la otra cabeza, pero no pensó que pasaría con Gary.

—¿Qué pasa con ellos?

Gary se veía aún más incómodo.

—Bueno, yo me preguntaba… si querías que le diga a los chicos que los dejen libres…

—¿Alguna vez dejamos alguna familia libre, Gary?

—No, pero-

—Tú sabes lo que tenemos que hacer, o quieres que te lo escriba?

Él se acercó un paso hacia su guardaespaldas, preguntándose si Gary estaba intentando quebrarlo.

—¿Los cuatro miembros de la familia? —Gary tragó haciendo ruido.

—Gary, ya empiezas a fastidiarme. ¿Qué carajo sucede? No te estás sensibilizando, ¿verdad? Estás demasiado ocupado pensando con la verga en vez de con esto —Él le pegó en la frente sudorosa con el dedo y se acercó un paso más.

Ambos estaban parados, pie con pie y nariz con nariz.

Gary fue el que cedió. —Arreglaré eso de inmediato, jefe.

—Mata a los niños primero. Quiero que los padres sufran. Asegúrate de que quede filmado. Antes de que Sasha muera, quiero que vea y entienda como trato a la gente que me traiciona. Quiero que vea como se pudre su familia. De hecho, les mostraremos a todas las chicas que pasa con las personas que me contradicen.

Él estaba satisfecho con haber calmado la rebeldía de Gary, pero preocupado con lo que eso podría traer.

—Quiero que las chicas que usemos estén vestidas de soldados. Las llamaremos “Los soldados de la muerte”. Ténganlas listas para las once treinta. Organicen el show para las once. Si tienen que cagarlas a golpes para mantenerlas en línea, siéntanse libres de hacerlo. Luego del mediodía, ya no tendrán uso para mí. No importa que tan lindas se vean cuando se encuentren con el Creador.

Él abandonó el depósito y se dirigió hacia Londres en la pequeña limo conducida por un chofer, la cual había “tomado prestada” de Abromovski.

***

Sasha estaba tirada junto a Charlie. El sudor hacía que su frente brillara. El estar cerca de Charlie la reconfortaba. Compartían la cama, ya que era la única disponible desde que la habían pasado a la habitación con el resto de las chicas.

El aire estaba lleno de animosidad. Ella lo comprendía. Esas pobres chicas la odiaban por la posición en la que ella había sido puesta sin proponérselo. Si tan solo ellas supieran… Pero, ¿Por qué? Ella se preguntaba por qué los dos escoltas la habían agarrado y tirado en esa habitación. Cerró sus ojos, pero no quería dormir, no quería soñar. Su mente se negaba a descansar. Algo había sido distinto esta vez. El sueño había sido mucho más real, como si fuera una premonición.

Juntó las manos en frente de ella, hacía bastante que no le rezaba a Dios. No hacía ninguna diferencia. Él había hecho muy poco para ayudarla hasta ahora. A pesar de ese sentimiento, ella sentía una fuerte necesidad de rezar mucho por la seguridad de su familia.

Mientras las palabras dejaban su boca, las lágrimas rodaban por su rostro.

—Cuídense mucho mamá y papá. Tengan cuidado Jordi y Johan. Los amaré por siempre y rezo para poder verlos pronto. Estaremos juntos de nuevo, a salvo en nuestro pequeño hogar en Rumania. Que Dios los bendiga y recuerden que los amo.

Charlie se despertó.

—Lo lamento mucho, no quise despertarte.

—Está bien, solo tomaba una siesta. ¿Estás bien Sasha? Te ves tan triste.

Charlie le limpió una lágrima de la mejilla.

—Estoy bien, solo estoy siendo tonta.

—Llorar no es de tonto. Es entendible debido a todo lo que estamos pasando. Es decir, nos tratan peor que a los presos.

—Lo sé. Temo por mi integridad, pequeña. Las demás chicas no están nada contentas de que esté aquí. Me confunde. ¿Por qué me trajeron de vuelta acá? Por meses estuve a su disposición ¿Por qué ahora me descarta así como así?

—Solo agradece que ya no estás allá con él. Y no te preocupes tanto por esto. Me aseguraré que no te hagan daño. Mi mamá me enseñó algunos movimientos de karate. Posiblemente no pueda usarlo contra los matones estos, pero seguro que puedo ganarle a estas chicas.

—Shhhhh —escucharon que las callaban desde la cama de arriba de ellas.

Charlie apuntó con su dedo hacia arriba, y movió los labios sin emitir sonido, diciendo “Ella será la primera.”

Ambas se rieron, se abrazaron y se quedaron profundamente dormidas, seguras, en los brazos de la otra.