Capítulo Treinta y Seis

Les llevó diez minutos cruzar hasta el área oeste del edificio donde los invitados de la fiesta estaban siendo interrogados. Temiendo por la seguridad del jefe o la de Abromovski, o la de ambos, Lorne dejó todo protocolo de lado e irrumpió en la sala de interrogación.

—Disculpe, señor. Mark Reynolds, está bajo arresto por presunto homicidio de la señorita Laura Crane.

El silencio no duró mucho. El ruido de las patas de las sillas al arrastrarlas y los gritos “¿De qué demonios está hablando?” y “¡Por el amor de Dios, Lorne!”, casi logran desestabilizarla.

—Para el registro, señor. Inspectora Lorne Simpkins. He ingresado a la sala a arrestar al señor Mark Reynolds, quien ya ha sido identificado y se encuentra presente, por presunto homicidio culposo. —ella dirigió el resto del discurso hacia Reynolds— estoy basando mis sospechas en el hecho de que momentos después de haber abandonado a su supuesta clienta, Laura Crane colapsó y falleció. El doctor ya nos informó que no murió por causas naturales.

Lorne miró al oficial que había entrado con ella y le dijo:

—Llévenlo a la celda.

—No puedes hacer esto, zorra de mierda. No tienes pruebas.

Preguntándose qué le había pasado a su acento polaco, Lorne intentó asustarlo al decirle —Olvidas que tenemos cámaras de seguridad en todas las salas, ¿verdad? Que trabajo rústico el tuyo.

—Pero-

—Espóselo, oficial.

Lorne se inclinó por encima del jefe y tomó el teléfono. Luego, fue hasta el frente del escritorio, y pidió que enviaran otro oficial.

—Trátenlo como extremadamente peligroso. —le dijo al oficial— quítenle toda la ropa y envíenla al sector de forenses.

—Eres una estúpida si crees que puedes culparme, con o sin cámara de seguridad. Uno de tus oficiales me dejó salir. En ese momento Crane estaba bien. Un poco cansada, pero eso es lógico. Se desmayó, eso fue todo. La dejé con la mujer policía. Quizá ella hizo algo. Por lo que sé, cualquiera de ustedes tiene muchos motivos para querer vengarse de ella. Además, ¿Estaría todavía aquí en caso de haberlo hecho?

Cuando el oficial comenzó a caminar, Reynolds se rindió.

—Está bien, está bien. Pero quiero un abogado de inmediato para mi cliente y uno para mí. — dirigió su mirada a Abromovski— Sergei, no digas nada, ¿de acuerdo? Ningún comentario.

—Para el registro. Suspendo el interrogatorio del Sr. Abromovski hasta que llegue su nuevo abogado. Hora, nueve cincuenta AM. — dijo Roberts, todavía un poco asombrado.

Reynolds se agachó para tomar su maletín.

—Deje eso ahí, señor. Será revisado. Los forenses buscarán todo tipo de evidencia y si se encuentra algo, será retenido.

Lorne llevó su mirada a Abromovski. El terror en su cara le hizo sentir a Lorne una gran sensación de venganza. Y no podía evitar disfrutarlo.

—Jueguen con fuego caballeros, y definitivamente terminarán quemándose. Sigan llevando a cabo crímenes asquerosos a pedido del Unicornio, y serán ustedes los que terminen presos mientras él disfruta de su libertad. Eso será así, a menos que quieran simplificar su vida y compartir con nosotros información y en qué clase de actividades de encuentra el Unicornio.

—Está de más decir, que si hacen eso, estarían mejorando considerablemente la situación particular de ustedes —agregó el jefe.

El interés de Abromovski se notó inmediato. Era claro que le parecía una propuesta tentadora. Sin embargo, Reynolds se mantuvo firme.

—¿Qué caso? No tienen nada contra nosotros, nada en absoluto. ¿Y quién carajo es el Unicornio?

—Creo que sabes muy bien quién es. Y en cuanto a que no tenemos nada en contra suyo, eso lo estamos por ver. Mientras tanto, tenga en cuenta que la cooperación siempre juega a favor. —contestó el jefe.

Lorne caminó detrás de los guardias que llevaban a Reynolds a la celda. Al llegar a la recepción, él pidió hacer un llamado.

—Conozco mis derechos, inspectora.

Lorne asintió con la cabeza. Lo llevaron a la oficina de atrás, le sacaron las esposas y esperaron mientras él usaba su celular.

—Está bien amigo, tómate tu tiempo. No hay apuro. Tengo todo el día.

La miró a Lorne mientras enfatizaba esas últimas palabras. Ella entendió de inmediato el mensaje. Su sonrisa totalmente malvada le indicaba que sus esperanzas de sacarle información eran solo eso, esperanzas. A pesar de que ella necesitaba esa información urgente, Lorne intentó no darle el gusto de demostrar ningún tipo de expresión.

Él articuló con la boca la frase “Chúpemela, inspectora.”

Ella lo fulminó con la mirada, tomó su celular, se lo entregó a uno de los oficiales y esperó a que esté nuevamente esposado para darle el ok a los oficiales y comiencen con el procedimiento.

Parte de ella quería quedarse y ver lo denigrante que era que le sacaran toda la ropa para revisarlo. De hecho, con gusto se pondría los guantes para completar la humillación ella misma. Pero sabía que debía seguir las reglas.

Lorne fue en busca del jefe. Él se había quedado con Abromovski. Esta vez golpeó la puerta antes de entrar.

—¿Podemos hablar en privado, señor?

Ella le contó todo lo sucedido, tal como ella lo había vivido, desde la muerte de Crane hasta la llamada de Reynolds a su abogado.

—¡Que hijo de puta! Y nosotros pensábamos que la íbamos a mantener protegida teniéndola aquí. Esto traerá infinidad de problemas, ¿lo sabías?

—Sí, jefe. Es lo más probable, pero seamos realistas. ¿Cómo íbamos a imaginarnos que el abogado que ella misma llamó la terminaría asesinando?

—Seguramente ella llamó al Unicornio y él envió a Reynolds. Siento lástima por ella. Fue usada. Es una pena que la maldita perra no se dio cuenta.

Pensando en lo que había pasado con Pete y con Charlie, Lorne encontraba imposible sentir pena por ella, pero no dijo nada.

—De todos modos, no toleraremos ninguna de las tácticas de distracción que utilice Reynolds. No tenemos tiempo. Una vez que tenga el uniforme puesto, hacemos pasar al abogado y empezamos con el interrogatorio. No tenemos otra opción. Y tampoco le daremos otra a él.

Lorne coincidió. Con todo lo sucedido, no podían permitirse retroceder ni un paso.

—Por mientras, Lorne, ve a las salas de interrogación y fíjate como van, luego repórtame lo que tengas y compártelo con tu padre. Asegúrate de que esté al tanto así puede ir pensando que hacer mientras nosotros nos encargamos de Reynolds.

Cuando escuchó la mención de su padre, recordó por qué estaba buscando al doctor en primer lugar. Llamó rápidamente al oficial Harris y le pidió que se fijara si todo estaba bien en esa parte del edificio, antes de empezar la ronda de interrogatorios.

Cada vez que salía de la sala de interrogación, la frustración se acumulaba al ver que chocaban continuamente con una pared armada por el silencio absoluto. Hasta que ingresó a la sala donde se encontraba el jugador de futbol.

Uno de los oficiales que llevaba adelante el interrogatorio salió de la sala para ponerla al tanto.

—Está cantando tanto como la cantante pop que dicen que se coge, señora.

—Perfecto. ¿Qué dijo hasta ahora?

Nada de lo que le contó el oficial realmente servía en cuanto al Unicornio. La participación de Phillip Solly había sido tal como imaginaban. Un idiota al que le pagaban más de la cuenta para presenciar el evento y atraer a más como él para próximas fechas.

Lorne no podía creer lo que escuchaba. La depravación de lo que ocurría allí dentro y lo joven que era la niña que había visto a Solly “comprar” la dejaba sin aliento. Era de la edad de Charlie. Él insistió en decir que había sido la primera vez que entraba a esa casa y que había quedado paralizado una vez que supo la edad de la chica. Afirmó que él solo intentó hacerla sentir mejor, y no que había ocurrido nada sexual. Ella le contó lo mala que era su situación y la de las otras chicas. La horripilante historia de violación, drogas, maltrato, hacerlas morir de hambre y mantener a sus familias secuestradas y amenazadas hizo que Lorne casi vomitara de los nervios. Inevitablemente pensó en Charlie.

—¿Se encuentra bien, inspectora?

La voz del jefe la distrajo. Le hizo señas para que se acercara y siguiera con el interrogatorio. Le pasó inmediatamente la información que acababa de escuchar.

—¿A qué carajo nos estamos enfrentando, Lorne? Por el amor de Dios, cada detalle nuevo está lleno de horror y miedo. Son unos animales estos hijos de puta. Oh… lo lamento. Demonios. Te debes sentir para la mierda. Los haremos pelota. Te lo prometo. Lo haremos, Charlie volverá a casa sana y salva y veremos como el Unicornio y Abromovski se pudren en la cárcel.

Lorne no podía creer en esto por completo. El miedo le rebalsaba el estómago.