Capítulo Cincuenta y Ocho

—Inspector, Tyler —Lorne le habló al oficial a cargo de las operaciones— No ha habido disparos por un tiempo. ¿Podemos enviar oficiales para sacar al chico de allí? Está herido, y no sabemos qué tan grave es.

—Es demasiado arriesgado. Estaría enviando a dos de mis hombres a una trampa mortal.

—No se olvide de quien es, inspector. No creo que el primer ministro ponga primero a sus hombres sobre su hi-

—Bueno, yo sí.

—La puta madre —suspiró Lorne.

—Lorne…—advirtió Roberts.

Ella miró al jefe.

—No me importa un carajo tu estúpida política. Este bastardo ya ha arruinado la vida de una niña hoy. Creo que no hace falta describirle mi punto de vista como madre de una de las víctimas, ni lo que pienso de las personas que podrían haber hecho algo para salvarla y no lo hicieron. Así que creo que tengo derecho a hablar en nombre del primer ministro-

—Está bien, está bien. Entiendo que sus emociones están a flor de piel, inspectora Simpkins, pero hay que pensar racionalmente.

—No existe la racionalidad cuando se trata del Unicornio, inspector Tyler. La garita está completamente cubierta, señor. Podría mandar a un par de disparadores para que mantengan al maldito escondido en la casa y poder sacar al chico de ahí.

—Tiene razón —Tyler le dio la orden a sus hombres.

Varios hombres se encargaron de disparar continuamente a la casa, mientras otros dos arrastraron a Clovelly hasta que estuvo fuera de peligro. Los paramédicos se encargaron de Simon y les informaron que el hueso del hombro se había astillado, pero que él

era un chico valiente y se mejoraría pronto. Simon tenía mucha información valiosa, y consideró que contar todo lo que sabía era más importante que calmar el dolor, por lo que se negó a recibir las inyecciones con calmantes hasta que pudiera hablar con alguien.

El jefe hizo a un lado a Lorne.

—Lorne, te dejaste llevar por tus emociones de nuevo, y subestimaste a un hombre con doce años de experiencia. Otra escena como esa y te vuelvo a sacar del caso. Estás mostrando que no tienes la cabeza en limpio y fría como para terminar con este caso.

Avergonzada, Lorne lo miró y dijo:

—Sí, señor.

—Bien, escuchen todos. El chico le acaba de contar a uno de mis hombres que el Unicornio tiene al juez de rehén en el estudio. Eso sería aquí —Tyler apuntó con su pluma el plano de la casa e hizo un círculo en la ventana del estudio— De aquí mismo provinieron los disparos, pero por supuesto, ya debe haber dejado el área. Esto, —señaló otra ventana— es la sala de estar, donde se encuentran varios cuerpos. Es la habitación por la que el chico ingresó a la casa.

El inspector daba golpecitos con su dedo índice mientras pensaba que hacer. Su vista iba y venía por el plano de la casa buscando cada salida de la planta baja, y las marcaba con su pluma.

—Es demasiado para nosotros. Pero...

De pronto se encontraba gritando y dándoles órdenes a los hombres para que cubrieran todo lo posible.

—Más refuerzos vienen en camino. Manténganse atentos a la radio. No esperen a la orden de “disparen”, pero asegúrense bien del blanco que tienen. Todos conocen al juez Winwood y saben cómo luce, así que no quiero tener que reportar que recibió un disparo de mis hombres.

—No es mi intensión decirle como hacer su trabajo, inspector. Pero si yo fuese el Unicornio, me iría hacia el fondo de la propiedad —dijo Lorne— ¿No valdría la pena llevar más hombres atrás?

Tyler se quedó rígido, observando a su alrededor. Tenía cerca de cincuenta años, cabello algo canoso, pero en excelente estado físico para alguien de su edad. Una mirada decisiva se notó en su rostro sin expresión.

—Tiene razón. Además la sala de estar da hacia el jardín trasero. Pero hay algo que debemos considerar. En este lado de la mansión, hay un laberinto donde el chico se escondió. Simon nos dijo que allí se encuentran dos de los hombres del Unicornio. Están armados y probablemente frustrados ya que llevan allí más de media hora.

El celular de Lorne comenzó a vibrar. Ella miró de reojo, y su mano comenzó a sudar.

—Jefe, es él. ¿Contesto?

—Sí. Mantente calma. Entretenlo. Quizá podemos entrar mientras esté distraído. ¿Usted que piensa, inspector?

Tyler asintió.

—Vale la pena intentarlo. Veamos que tiene para decir. ¿Puedes activar el altavoz?

Podía, pero no quería.

—La verdad que no, no se escucha bien cuando lo activo. Déjemelo a mí. ¿Hola?

—Ah, inspectora. ¿Por qué la demora? Recibías instrucciones en como contestar, ¿verdad?

Esta era la oportunidad que tanto esperaba. Seguiría el consejo de Tony e intentaría probar alguno de los nombres que tenía.

—Esperaba tu llamado, Bill.

—Buen intento, inspectora. Pero está tan equivocada.

Su risa sarcástica y enfermiza se burlaba de Lorne.

—Bien, si Bill Matthews no es tu nombre, entonces Robert Baldwin definitivamente lo es. ¿Tengo razón, Bob? —el breve silencio confirmó su pregunta.

—Que inteligente. Debería obtener un ascenso por este caso. —su tono de voz le indicaba que no estaba para nada contento, pero se recuperó y volvió a atacar— Por cierto, ¿Cómo está tu pequeña mocosa? Vaya, le enseñé un par de trucos. Estuvo poco tiempo conmigo, pero sí que-

Lorne explotaba de furia, pero la mirada de Roberts le recordaba que debía calmarse. Cubrió el teléfono con la mano y tomó tres largos respiros. Sonrió, esperando que su voz no transmitiera sus nervios y dijo:

—Charlie está bien. Sana y salva. Lamento decepcionarte, pero también lo están las otras chicas.

—Bueno, no todas a decir verdad. Y para agregarle emoción, aquí hay tres cuerpos más.

—¿Quiénes son?

—Ah, así no tiene gracia. Dejaré que te sorprendas. Eres la detective, investiga quienes son.

—Solo respóndeme una pregunta.

—Dime.

—¿El juez todavía está vivo?

—¿Pero qué clase de idiota se cree que soy, inspectora? Pensé que era más inteligente. Él es quien me hará escapar de aquí. No seré tan tonto de matarlo. Todavía.

—¿Crees que saldrás de aquí con vida? Tenemos el lugar rodeado— dijo ella.

Un movimiento llamó su atención. Los dos hombres que habían sido enviados a la casa, habían llegado al laberinto mientras ella hablaba con el Unicornio. El sonido de un helicóptero acercándose hizo que todos miraran para arriba. ¡Mierda!

—Ja. Creo que se equivocó, inspectora. Veo que mi transporte ha llegado —la risa del Unicornio retumbó mientras el helicóptero aparecía en escena y se preparaba para aterrizar en el jardín trasero de la mansión del juez.

Lorne debía pensar rápido.

—Deja al juez aquí y tendrás un escape limpio, Baldwin —la risa del Unicornio irrumpía en su oído.

—¿Cuándo comenzarás a respetarme, jovencita?

—Te respetaría si te entregaras. Si intentas escapar ahora, nuestros hombres no tendrán otra alternativa más que derribarlos.

—Y yo que pensé que tenías algo de cerebro, Simpkins. Que equivocado estaba. El juez viene conmigo, no creo que nos derriben —la línea quedó muerta.

—¿Qué dijo? —preguntó Roberts.

—Tiene todo planeado. Cree que no intentaremos detenerlo mientras tenga al juez de rehén. Inspector, ¿Hay alguna manera de detener el helicóptero?

Tyler negó con la cabeza.

—Como usted dijo, inspectora. No mientras esté apuntando al juez en la cabeza. Nos engañó de nuevo.

—¿Qué sugiere que hagamos? —preguntó Roberts.

—Pediré más refuerzos. Un helicóptero de la policía metropolitana estará aquí en minutos. Les ordenaré seguirlo y ver donde aterriza. Veremos que hacer una vez allí.

—Seguramente tenga alguna maniobra preparada. No creo que funcione, lo conozco —dijo Lorne. Sus ojos iban y venían entre la casa y los hombres.

—Es la única opción que tenemos, y él lo sabe. Mirándole el lado bueno, si no hubiésemos venido, el juez ya estaría sin vida. El Unicornio lo mantendrá con vida mientras le sea útil. Hasta cuándo será eso, no lo sabemos. Pero por ahora el juez vale más que él —dijo Roberts.

—Veamos qué hacer con esta situación, después pensaremos que hacer luego. Por ahora, procuremos hacer su escape, lo más difícil posible.

—¿Qué tiene en mente, inspector Tyler?

—Deberíamos buscar a sus dos hombres, así lo dejamos sin refuerzos a él. Y le diré a los hombres que vayan atrás a entorpecer el escape todo lo posible. Veamos cómo reacciona a eso.

—Yo creo que deberíamos provocarlo. No podemos dejar que escape. Y si tiene que caer el juez, que así sea, él no es ningún santo —dijo Lorne.

—Claro, para que después investiguen cómo resolvemos casos y nos hagan un informe. Suena bien, sacrificar la vida de una persona, ¿Verdad? Sea un criminal o no, inspectora, debería hacerse a un lado y dejarme trabajar a mi manera. Esta no es la primera vez que estamos en una situación como esta.

Su tono de voz condescendiente y la actitud asquerosa que tuvo hacia ella la hicieron contestar bruscamente con enojo.

—Me doy cuenta de eso, inspector, pero le puedo asegurar una cosa. Nunca ha tenido en frente a un tipo peor que este. Este bastardo podría enseñarle un par de trucos a Saddam Hussein.

El inspector la hizo a un lado con su brazo, decidido a hacer las cosas a su manera.

—Como dije, inspectora, déjemelo a mí.

—Mire, si sus hombres sacan a los matones del laberinto, el Unicornio los matará a tiros. Déjeme acercarme. Cúbranme con un tiroteo. Manténganse debajo del helicóptero y arriba de la casa. Puedo negociar con ellos, ofrecerles un trato a cambio de información. Podríamos obtener el lugar de destino del Unicornio. Así podríamos ir adelantando un paso.

—No, inspectora. Es una locura. Además, ¿Por qué la escucharían a usted?

—No tengo dudas de que han escuchado de mí. Parte de la táctica del Unicornio fue siempre informarme cada paso que daba. Soy la única a quien le creerán. Puedo convencerlos. Una vez que el Unicornio suba al helicóptero los matará desde allí arriba. Necesitamos la información que tienen antes de que eso suceda. Como ya dije, lo conozco. No ha mostrado interés en buscarlos, ¿O sí?

—Lorne tiene razón. Sé que es peligroso, pero ella puede manejarlo. Y yo la autorizo a ir armada. Tiene permiso para situaciones como estas.

—Si usted lo dice, jefe. Pero debo reafirmar mi completo desacuerdo con esto.

Lorne suspiró de alivio. Debía conseguir la información de los pasos a seguir. No podía perder al Unicornio ahora, aunque por un momento así había parecido.