Capítulo Sesenta y Cuatro
Desde el piso, pudo escuchar un grito, aunque no sabía bien de dónde venía.
—Lorne… Lorne, por Dios, no te rindas ahora. No ahora.
Ella miró a Sean. Sus brazos estaban abiertos. Decidió liberar su cansancio y colapsó sobre él. Roberts le acariciaba el cabello.
—Shh… Shh… Cariño…
Sus palabras la sorprendieron. Esto no era lo que ella quería. Quería un amigo. Necesitaba el abrazo de un amigo. Eso era todo. Ella se alejó.
—Lo siento… yo…
—Está bien, Sean, Necesitaba un abrazo, y tú cumpliste, eso fue todo. Serías una mierda de persona si no lo hubieses hecho.
Sean se rio, y la tensión disminuyó.
—¿Y ahora qué? —preguntó ella.
—Bueno, primero cuéntame que te dijo Tony. Por cierto, pasó una hora, por lo que debemos asumir que Baldwin llamó para chequear. Esto significa que tenemos menos de una hora para encontrar a tu papá. ¿Qué ha sucedido hasta ahora?
Lorne le detalló lo que Tony había dicho.
—Bueno, es excelente que Tony haya cubierto tantas cosas ya. Escucha, sé que en este momento no debe importarte una mierda, pero hay algo que debes saber. Baldwin, el puto Unicornio, está muerto.
—¿De veras?
—Vamos, Lorne. Tú misma viste esa explosión. Él no se lo esperaba.
—Me llevará mucho tiempo creer en eso. Quiero cada centímetro de ese barco revisado y llevado para análisis de ADN —dijo ella mirando hacia el mar.
—Eso sin ninguna duda. Pero no tenemos nada con que compararlo. Por lo menos no tenemos ninguna evidencia ni nada que sepamos que es suyo realmente.
—Pero eso era antes de saber su identidad. Ahora hay registros suyos. Registros de la fuerza, registros dentales, registros médicos. La fuerza aérea debe tener algo.
—Eso espero. Pero sabemos que ellos no quieren que nadie sepa que él fue parte, lo que significa que seguramente destruyeron toda la evidencia. Debes prepararte para eso. Debes ser lógica y confiar en que él se fue. Tu vida cambiará ahora, Lorne. Tu familia está a salvo. Tú estás a salvo. El Unicornio no está más. Mira ese incendio. Nadie podría sobrevivirlo.
Una leve sensación de duda la atormentaba. Pero era de esperarse, el maldito había demostrado tantos trucos en el correr de los años. Ella lo aceptaría por el momento. Debía hacerlo. Necesitaba encontrar a su padre.
—De acuerdo. Sean, Tony movilizó unas patrullas para que interrogaran y revisaran el área. ¿Hay algo más que podamos hacer?
—Lo primero que debemos hacer es informarle al equipo lo que sucedió, para que cancelen sus búsquedas. Necesitan descansar, y ya no pueden contribuir con nada.
—Por supuesto. Agradéceles de mi parte. No puedo creer que llevemos trabajando —ella miró su reloj— más de cuarenta y ocho horas seguidas. Por Dios, las peores cuarenta y ocho horas de mi vida.
—Lo sé. Luego de llamar al equipo, hablaré con el piloto y le pediré que nos lleve de regreso. Los oficiales locales pueden encargarse de esto y armar el informe. Y cuando volvamos, debes descansar. No quiero recordártelo, pero mañana es el funeral de Pete.
Recostando su cabeza contra el asiento e intentando no vomitar mientras el helicóptero despegaba, Lorne se sumergió en sus pensamientos. Preguntas que no quería responder seguían bombardeando su mente. Sobre todas las cosas, estaba la necesidad de evaluar su situación matrimonial. En especial debido a los sentimientos que Jacques hacía florecer. Se preguntaba si ella y Tom podían salvar su matrimonio. La última vez que habían estado juntos, parecía que podían hablar. Había sentido cariño por él, pero no estaba segura de amarlo por completo. En el fondo, le era imposible decir que sí.
¿Y qué hay de Charlie? ¿Seremos capaces de, como pareja, darle todo lo que necesita y merece? ¿O nuestras diferencias se pondrán en el medio de nuevo, transformándose en un sistema de destrucción hacia nuestra hija?
Lorne pensó en su futuro profesional. El hecho de no tener más a su compañero pesaba mucho. Y, si ahora se comprobaba la muerte de Baldwin, el famoso Unicornio, no estaba segura de seguir en la fuerza.
—Lorne… ¿Lorne ¿Estás bien? Estabas gruñendo. Por Dios, esto es demasiado. Nadie puede lidiar con todo lo que te ha sucedido. No serás parte de la búsqueda de tu padre. Para nada.
—Sean, no empieces de nuevo —ella cerró los ojos con enojo. Déjame hacer mi maldito trabajo, ¿quieres?— deja de cuidarme tanto. Soy capaz de hacerlo.
—No daré el brazo a torcer esta vez. Antes accedí, porque no podríamos atrapar al Unicornio sin tu participación. Pero ahora podemos seguir sin ti. Y luego de que hayas descansado, irás con tu familia. Es una orden.
La expresión en su cara fue la misma al haber mordido un limón. Sean continuó.
—Estás demasiado involucrada. Estás llena de enojo y cansancio.
Llena de enojo. Por supuesto que estoy enojada, ¿Quién no lo estaría?
En las últimas cuarenta y ocho horas, toda su familia había sido afectada por este loco. Tenía el permiso de Dios para estar realmente enojada. Y todavía no había terminado. ¿Cómo se sentiría si fuera su padre el que se encuentra sentado en una silla, cubierto de gasolina, a solo un movimiento de ser prendido fuego hasta morir?¿O si su compañero hubiese muerto en sus brazos?¿O si hubiese sido su hija la víctima de violencia y repetidas violaciones antes de ser usada como bomba humana? Y para completarlo, ¿Cómo se sentiría si su sobrino hubiese nacido con una condición en el corazón? Por supuesto que estaba jodidamente enojada.
—El enojo es lo que me motiva a perseguir a hijos de puta como ese —ella apuntó hacia el incendio— me mantiene lejos de la depresión, y creo que tengo todo el derecho a estarlo. Puedo seguir haciendo mi trabajo, mientras por dentro estoy enojada por toda la injusticia que sufrí.
—Te entendí —dijo él.
—Gracias. ¿Sabes? Se me acaba de ocurrir algo. Todavía tengo ese número de Skype, ¿qué te parece si llamamos?
—Dudo que funcione. Supongo que Baldwin lo desactivó tan pronto como terminó la llamada.
—Puedes tener razón, pero no perdemos nada intentando —dijo ella.
—No te lo recomiendo, Lorne. Pensémoslo bien. Si el bote no hubiera explotado, tú no llamarías. El hombre que está con tu padre no debe saber lo que ocurrió. Le parecerá raro que llames, y eso puede hacer que se comporte impulsivamente. La llamada le dará un giro. No sabrá cómo reaccionar. Dudo que tenga información del Unicornio, por lo que no podrá llamarlo para pedir consejos.
Ella se dio cuenta lo que decía Sean, y sabía que tenía razón. De ahora en más, debía pensar mejor sus ideas antes de comunicarlas. Su celular comenzó a sonar.
—Señora, soy AJ. Estoy de camino a casa, pero aunque quizá ahora sea irrelevante, quería comentarle que investigué un poco de donde salió el yate. Me contacté con los fabricantes, De Vries, y tengo detalles del mismo.
—Bien pensado, AJ. Probablemente nos sirva. ¿Hay algún motivo en especial para contarlo ahora?
—Bueno, de cierta manera. Es que no puedo creer que él haya muerto. Y hay un detalle que sigue dándome vueltas en la cabeza. El yate tiene un garaje.
—No entiendo. ¿Qué diferencia hace? —preguntó ella.
—Bueno, no dejo de pensar en todas las cosas que podrían guardarse allí y que serían útiles para un escape.
Lorne se sentó derecha.
—¿Qué tipo de cosas?
—Motos acuáticas, lanchas… Y quizá suena un poco como James Bonds, pero… incluso un pequeño submarino.
—Pero él no sabía que explotaría la bomba, no tiene manera de haberlo planeado. Salvo que su intensión haya sido escapar desde el comienzo. Pero… Ya tenía un plan. ¿Podría confiar en nosotros? El hecho de que explote el yate podría haber sido de todos modos en accidente de suerte para él. Escucha, AJ, muchas gracias. Déjamelo a mí. Veré que puede hacer Tony. Haz hecho un gran trabajo, AJ, gracias. Ahora ve a casa a descansar, nos veremos mañana.
Tanto Tony como el jefe encontraron datos que hacían que ese escape no funcionara y le dijeron a Lorne que debía aceptar la verdad. Si no lo hacía, no podría vivir más. Ella sabía que llevaría mucho tiempo creer que el Unicornio ya no estaba. Pero debía hacerlo.