Capítulo Siete
—¿En la investigación de quien nos estaremos metiendo? —preguntó Lorne al entrar al escuadrón.
—El servicio de inteligencia secreto, señora. —dijo Storey.
John largó un silbido agudo. —Son importantes, señora.
—¿Cómo te enteraste, Storey?
—Estaba investigando a nuestro amigo Sergei y su compañía, cuando de pronto mi computadora se apagó. Inmediatamente comenzó a sonar mi teléfono y un tipo me dijo que era parte del servicio de inteligencia secreto, que debía retirarme de inmediato. Cuando le pregunté por qué, me dijo que le dijera a mi superior que se comunique con ellos lo antes posible. Su nombre es Tony Warner, señora. Este es su número.
Lorne tomó el papel con el número anotado. —Parece ser algo raro. Lo llamaré. Me pregunto en que andará nuestro amigo ruso.
***
—¿Hablo con Tony Warner?
—Así es. ¿Quién pregunta?
—La inspectora de policía Lorne Simpkins.
—¿Quién?
—Basta de idioteces, Sr. Warner, sabe muy bien quien mierda soy y por qué llamo. ¿Tiene algún problema con eso? —Ella sospechaba que tenía más de uno.
—Deberíamos encontrarnos.
—No tengo tiempo. Estoy muy ocupada.
—Conozco muy bien su agenda, inspectora. Está equivocándose con Sergei, él no tiene nada que ver con esto.
—¿Ah, sí? ¿Qué te hace estar tan seguro de eso?
—Ya dije suficiente por teléfono. Veámonos en quince minutos en el estacionamiento de White Swan.
—Está bien. Iré en un Vauxhall Vectra-
—Sé muy bien el auto que maneja, y no tendré ningún problema en reconocerla, así que no hay necesidad de llevar un pañuelo blanco alrededor del cuello. Oh, por cierto, venga sola.
¿Quién mierda se cree que es este tipo? Toda esta porquería de intriga y misterio.
—John, voy a salir. Parece que tenemos las manos atadas en cuanto a la investigación. Por lo menos hasta que escuche lo que tiene para decir este tipo.
—Está bien, buscaré mi abrigo-
—No. No es necesario.
—¿Vas a encontrarte con este tipo a solas? ¿Dónde?
—En el estacionamiento del White Swan. Estoy segura de que no necesito un guardaespaldas ni un chaleco a prueba de balas. Es policía, supuestamente es un buen tipo.
Lorne llegó primero. No mucho después, un Vauxhall Vectra, muy similar al de ella, se estacionó al lado. De reojo, Lorne pudo ver a un hombre de treinta y tantos años, sentado en su asiento mirando fijo hacia adelante. Era Warner, sin duda. Estaba sentado con arrogancia, exigiendo que ella lo acompañe en su coche.
Maldito idiota. Quieres hablar conmigo amigo, mi auto es exactamente igual al tuyo.
Finalmente él cedió. Salió del coche y cerró la puerta de un portazo. Luego, se tiró en el asiento del pasajero como si fuera un adolescente rebelde.
Entra, hijo de puta.
—Basta de misterio. Es suficiente, Warner. ¿Qué tienes para decirme que no puede discutirse por teléfono?
—Tenemos a Trelgo Oil y Sergei Abromovski bajo vigilancia hace un tiempo ya.
—¿Por qué?
—El servicio de inteligencia no necesita dar explicaciones.
—Puras mierdas. Deja de desperdiciar mi tiempo. O me dices, o me iré.
—Oh, habla como una mujer que siempre obtiene lo que quiere. Bueno, no esta vez, inspectora.
—Eso ya lo veremos. ¿Cuál es el objetivo de nuestra reunión? Podrías retirarte perfectamente. Tengo cosas mucho más importantes que hacer que estar intercambiando palabras estúpidas contigo.
—Está bien, usted gana. Digamos que no ha sido un buen chico-
—No me sirve lo que estás diciendo.
—Por Dios, no me gustaría encontrarte en un callejón oscuro.
—No me jodas. No estoy de humor. Probablemente sepas por qué. Ahora, dame detalles.
—Apareció a fines del 2004, cuando empezó a husmear uno de los equipos más importantes del campeonato. Un par de los agentes que tenemos en el exterior nos pidieron que lo mantengamos vigilado. Está metido en un poco de todo. Drogas, armas, gente, lo que digas. Su nombre aparece en todos lados.
—¿A qué te refieres con ’gente’?
—Tráfico. Pero es muy astuto, nunca deja rastros. Quizá tenga amigos en la clase alta de los cuales no nos hemos enterado aún. De todos modos, hace seis u ocho meses, comenzó a reunirse con este tipo. Me temo que no tengo un nombre para darte. Él es todo un misterio. Intentamos rastrearlo varias veces, pero siempre escapa. Tengo una foto de él, si te es de ayuda —él le entregó una pequeña foto— ¿Tienes alguna idea?
—No estoy segura, pero podría ser el Unicornio. ¿Puedo dejarme esta copia? He seguido a este tipo los últimos ocho años. De todas maneras, no estoy cien por ciento segura.
—Déjatela. Ahora es tu turno. ¿Por qué estas atrás del buen señor, Sergei Abromovski?
—Me dijiste que sabes mi agenda, ¿Cómo?
—¿No confía en mí, inspectora?
—No es eso, es solo que-
—Ya sé. Tienen un espía en tu equipo.
—Eso creo, pero ¿Cómo-
—Solo adiviné.
—¿Y se supone que debo creer eso?
—Bueno, analicémoslo. El oficial Pete Childs, tu compañero, está muerto. Este tipo, el Unicornio, se te escapa de las manos, de nuevo. Escapó en un segundo, a pesar de estar acorralado, ¿es correcto? —Lorne asintió con la cabeza— es obvio que hay información interna. Tómalo de alguien que sabe. Soy espía profesional, después de todo. ¿Tienes algún posible sospechoso?
—Negativo. Son solo conjeturas en este momento, y con la maldita agenda que tenemos, encontrar al intruso es lo último de nuestra lista.
—Debería ser la primera. Al carajo con la agenda. El intruso debe ser limpiado del lugar.
—Pero-
—Piense de manera lógica, inspectora. ¿Quiere que el Unicornio siga estando un paso adelante suyo?
—Por supuesto que no-
—Entonces, ¿Cuántos oficiales tiene en su equipo?
—Em… veinte —su teoría la había desconcentrado. Buscar al intruso primero.
—¿Y en cuantos puede confiar honestamente?
Era la segunda vez que surgía esa pregunta y ella todavía no tenía la más mínima idea de cuál era la respuesta.
—Supongo por su silencio que no confía en ninguno. Ese es un buen punto de partida, de otra manera, la persona en la que más confíe resultará ser la que la traiciona, y eso le impediría ver las cosas con claridad.
Se le hizo un nudo en el estómago. Si no podía confiar en ninguno de sus compañeros, ¿en quién confiaría?
Él continuó haciéndole preguntas como si habían nuevos reclutas, si notaba a alguien actuando distinto, si había encontrado a alguien en lugares donde no debían estar, y demás. Mientras ella hablaba, él tomaba nota de los nombres.
Ella se sentía incomoda. ¿De qué se trataba todo esto? ¿Por qué tanto interés?
—Investigaré un poco por usted.
—¿Por qué?
—Porque soy un buen tipo. Y no tengo nada que hacer en este momento. Mientras que usted tiene una agenda muy apretada con la que debe cumplir.
Un agente del servicio secreto sin nada que hacer, eso era novedad. ¿Es conveniente confiar en él? Pero, ¿Qué otra opción tengo?
—Es muy amable de tu parte…
—Presiento un ‘pero’.
Por varios segundos, se miraron intensamente a los ojos. ¿Sería posible confiar el uno al otro, habiéndose conocido hacía minutos? Lorne decidió que en ese momento, lo mejor era confiar en él. Le comentó cual era el plan que ella y el jefe superior habían acordado en la reunión que habían tenido.
El asintió con la cabeza, mostrando su coincidencia. —¿Y luego qué?
—Comenzaremos a plantar las trampas, supongo. Nuestro plan todavía está en desarrollo, no hemos tenido tiempo de planear nada concreto todavía.
—Yo te sugiero que hagas lo siguiente…
Le comentó su plan. Además de investigar el pasado y finanzas de todos, él quería saber quiénes no se habían presentado esa noche, aunque dudaba que alguien no lo haya hecho. La teoría de Warner era que estaban frente a un intruso bastante prepotente. Si Pete era tan popular como ella decía, haberlo hecho caer en la trampa lo dejaba frente al rencor de la mayoría de los oficiales, sin importar cual su motivo fuera.
—Me comunicaré contigo a penas consiga algo. Luego tú y el jefe podrán comenzar a tender las trampas. Esperemos que esta vez caiga en alguna. ¿Suena bien?
—Me parece bien, pero de más está decir que debo primero consultarlo con el jefe superior Roberts. Ahora dime, ¿Qué ganas tú con todo esto? ¿Por qué tantas ganas de ayudarnos?
Su respuesta diciendo que quería un poco de acción y que estaba aburrido de no tener nada para hacer, no la terminó de convencer. Lorne volvió inmediatamente a hablar con Roberts y comentarle en detalle la reunión que había tenido.
—¿Crees que puedes confiar en este tipo, Lorne? —preguntó Roberts.
—Tanto como puedo confiar en mi equipo.
—¿Tanto?