Rhonda, una muchacha de quince años, vivía con sus padres y un hermano mayor en un agradable vecindario de clase media. Obtenía buenas calificaciones en la escuela, era miembro de la cuadrilla que alentaba al equipo deportivo, y le gustaba pasar tiempo en el centro de compras, echándole una ojeada al último grito de la moda y, por supuesto, a los muchachos.
Todo eso cambió ante la noticia de que su madre estaba enferma. Pese a que ella se debilitaba y enfermaba cada vez más, Rhonda se negaba a creerlo. Tres meses después, a la edad de treinta y ocho años, su mamá falleció.
Rhonda deseaba algo más que las aseveraciones de su pastor que le decía que su mamá estaba en el cielo y que podrían volver a verse algún día. Ella la necesitaba en ese instante. Hubiera hecho cualquier cosa por oír la voz de su madre, aun cuando solo fuera para escuchar que la instaba a asear su cuarto. Rhonda lloraba mucho. No cumplía con sus tareas escolares, y ya no tenía deseos de pasar tiempo con sus amigas.
Fue en ese momento que una de ellas le presentó el tablero Ouija.
Al principio, cuando su amiga le sugirió que podría usar la tabla para comunicarse con su madre «en el cielo», Rhonda se mostró escéptica. Rhonda no sabía mucho acerca del tablero. Siempre había pensado que se trataba de un estúpido juego infantil. Sin embargo, como estaba desesperada por conversar con su mamá, decidió hacer el intento.
Con su amiga sentada frente a ella, Rhonda apoyó los dedos sobre el indicador plástico y pidió al espíritu de su madre que le hablara. La respuesta fue inmediata. El señalador empezó a deslizarse por todo el tablero, deletreando mensajes que provenían de la mamá de Rhonda.
¡Te he echado mucho de menos!
Por favor no llores por mí; aquí soy feliz. Y así sucesivamente.
Lágrimas de alegría rodaban por las mejillas de Rhonda mientras ella y su madre platicaban alegremente acerca de cosas que eran importantes para ellas. Resultaba sumamente reconfortante saber que, después de todo, no había perdido a su mamá.
Al día siguiente, Rhonda no veía la hora de regresar de la escuela a casa a fin de platicar otra vez con su madre. Un día después ni siquiera asistió al colegio.
Con el correr de los días, ese patrón se intensificó. Rhonda pasaba cada vez más tiempo con su madre y cada vez menos tiempo con cualquier otra persona. Al principio su papá, hundido en su propio dolor, no se dio cuenta de que su hija se retraía de la vida. Pero después de un tiempo percibió que el teléfono había dejado de sonar debido a que las amigas de Rhonda se distanciaban de ella. Había rechazado tantas veces las invitaciones que le hacían, que ya no la llamaban. Por cierto recibió llamadas de las profesoras de su hija, las que manifestaban estar preocupadas al ver que las calificaciones de Rhonda se desmoronaban. Faltaba mucho a la escuela, y cuando asistía, pasaba casi todo el tiempo sola.
Mientras tanto, y aunque seguía comunicándose por medio del tablero Ouija, no daba la impresión de que la madre de Rhonda se inquietara siquiera un poquito al ver derrumbarse la vida de su hija. Nunca le preguntó cómo estaban sus calificaciones, nunca expresó un deseo de que su hija saliera con sus amistades y disfrutara de un rato agradable. Ni por un instante sugirió que una muchacha de su edad debería pasar más tiempo con los vivos que con los muertos.
En cambio, llevó a su hija a profundizar cada vez más en el mundo de lo sobrenatural. Le presentó unos cuantos de sus «amigos» del ámbito espiritual, habló con ella acerca del desarrollo de sus «habilidades psíquicas», y trajo a su vida un «espíritu guía».
Me gustaría decir que la historia de Rhonda tiene un final feliz, pero no puedo. La última vez que la vi, estaba demacrada, con los ojos hundidos, y aparentemente había perdido contacto con la realidad. Eso ocurrió unos quince años atrás. Desde entonces he perdido contacto con ella.
A veces pienso en esta muchacha, y esos pensamientos vienen acompañados de tristeza e ira. Oro por ella y tengo la esperanza de que haya encontrado el camino para volver a la «realidad», pero no tengo manera de saberlo con certeza.
Rhonda nunca estableció contacto con el espíritu difunto de su madre. Hablaba con alguien que la conocía muy bien, alguien que también conocía muy bien a su mamá, pero quienquiera que fuera, no se trataba de su progenitora.
Ahora veamos si puedo respaldar esa declaración.
¿Qué aspecto tiene el tablero Ouija? Es un tablero plano y liso que lleva inscripto números y letras, además de las palabras Sí, No, Hola y Adiós. Los «jugadores», que por lo general son dos, se sientan enfrentados a uno y otro lado del tablero, colocan las manos suavemente sobre una placa o indicador, que se desliza por el tablero, señalando por un instante letras y números con el propósito de deletrear respuestas ante cualquier pregunta que se formule.
Tales tableros existen desde hace muchísimo tiempo; algunos eruditos manifiestan que datan de unos seiscientos años antes del nacimiento de Cristo. En la actualidad el tablero se comercializa como un juego de mesa. Es posible encontrar tableros Ouija en los estantes de las jugueterías a la par de otros entretenimientos como Monopolio y el Juego de la Vida. A decir verdad, en una encuesta a lectores realizada por la revista Zillions (ahora Consumer Reports.org [Informes al consumidor. org]), el tablero Ouija resultó, junto al Monopolio, el juego de mesa preferido de los niños.
Sin embargo, tal como lo demuestra la experiencia de Rhonda, el tablero Ouija no es un juguete.
Algunos expertos lo desestiman porque opinan que se trata de una farsa. Otros psicólogos que lo han estudiado creen que el indicador se mueve a través del tablero por medio del poder subconsciente de la mente. En otras palabras, la persona que usa el tablero formula preguntas con la parte consciente de su mente para luego responderlas a través de su subconsciente. En casos extremos, consideran que puede producir un episodio psicótico e incluso esquizofrenia. Si bien puede ser cierto en algunos casos, mi investigación y experiencia personal no vacilan en ubicar a este «juguete» en una categoría aun más peligrosa. Tiendo a concordar con Edmond Gruss, experto en ocultismo, que manifiesta: «El contenido del mensaje a menudo va más allá de aquello que pueda explicarse de manera razonable como algo que proviene de la mente consciente o inconsciente del operador». Y añade:
El tablero ha sido sometido a pruebas que respaldan la intervención sobrenatural. La prueba del tablero se presentó en un artículo escrito por Sir William Barrett en Proceedings of the American Society for Psychical Research [Actas de la Sociedad Americana de Investigación Psíquica] de septiembre de 1914, pp. 381–394. En el informe, Barrett indicó que el
tablero funcionaba de manera eficiente estando los operadores con los ojos vendados, las letras del abecedario reposicionadas en el tablero y con su superficie oculta a la vista de los que lo hacían funcionar. Se accionó con tal velocidad y con tanta precisión durante las pruebas, que Barrett concluyó: «Al revisar los resultados en su totalidad estoy convencido de su carácter sobrenatural, y de que tenemos aquí una exhibición de algún ente inteligente incorpóreo que se mezcla con la personalidad de uno o más de los participantes a fin de guiar sus movimientos musculares»1.
Muchos de los que han estudiado el tablero Ouija opinan que se trata de un medio de comunicación con las voces del más allá. He aquí lo que expresa Dios al respecto: «Nadie entre los tuyos deberá […] practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Cualquiera que practique estas costumbres se hará abominable al SEÑOR» (Deuteronomio 18:10-12).
Palabras bastante fuertes. ¿Pero por qué? ¿Por qué está Dios tan enojado con estas prácticas?
Ya hemos visto que existen seres «por ahí» que están preparados y ansiosos por comunicarse con nosotros en cualquier momento en que estemos dispuestos y con la mente receptiva hacia ellos. A veces se presentan como ángeles, otras, como seres de otros planetas, e incluso en otras ocasiones como los espíritus incorpóreos de seres queridos fallecidos.
Pero yo creo que esas voces que «susurran en el viento» no provienen de ninguno de aquellos lugares.
Es más probable que sean las voces de demonios deseosos de desviarnos de la verdad, y cuyo objetivo final es conducirnos a una esclavitud de lo sobrenatural. (Si aún no se ha hojeado el capítulo tres, es el momento de darle una leída). Estos seres parecen estar enterados de casi todo lo que tiene que ver con nosotros, y son muy astutos en el uso de esa información para convencernos de su autenticidad y ganarse nuestra confianza.
El hecho de que sepan tanto acerca de nosotros no me sorprende. Los demonios se esfuerzan por aprender todo lo que les sea posible sobre nosotros. Siempre nos observan con el propósito de descubrir vulnerabilidad y debilidades a fin de atacar y derribarnos. Después de todo, su intención es la de ganar una guerra.
Y por causa de ello, las personas que juegan con el tablero Ouija a veces pagan un precio muy elevado por su participación. Gruss escribe:
Los muchos casos de «posesión» después de un período de uso del tablero Ouija también respaldan la aseveración de que se establece contacto sobrenatural por medio del tablero. Psíquicos y parasicólogos han recibido cartas de cientos de personas que han experimentado «posesión» (una invasión de su personalidad). Según informes, el reverendo Donald Page, un muy conocido vidente y exorcista de la Iglesia Cristiana Espiritista, ha manifestado que la mayoría de sus casos de «posesión» se dan en «personas que han usado el tablero Ouija», y que «esa es una de las maneras más fáciles y rápidas de quedar poseído»2.
Mi propia experiencia con el tablero Ouija fue muy breve. Duró menos de una hora, pero me parece que comunica algo muy importante acerca del poder que subyace bajo ese dispositivo.
Cursaba mi penúltimo año de la secundaria, cuando un amigo trajo su tablero Ouija a la escuela. Pasamos un rato jugando con él durante el almuerzo, y funcionaba de maravilla: el indicador volaba por el tablero en respuesta a nuestras preguntas. Me pareció bastante interesante, de modo que le pedí a mi amigo que me lo prestara.
Esa tarde le pregunté a mi papá si le gustaría echarle un vistazo conmigo. Él tampoco sabía mucho acerca de tableros Ouija, pero dijo que lo probaría. Nos sentamos en la mesa del comedor para hacerlo funcionar, pero no logramos que nos respondiera. En lugar de contestar nuestras preguntas, tal como lo había hecho con rapidez en la escuela, el indicador simplemente permaneció quieto. No se movió para nada. Demás está decir que quedamos muy desilusionados.
No fue hasta el día siguiente que mi mamá me contó que el tablero la había atemorizado desde el momento en que lo introduje por la puerta. No lo quería en su casa, así que durante todo el tiempo en que mi papá y yo jugábamos con él, ella permaneció en la habitación contigua orando por nuestra protección. Por eso el tablero no se activó. El poder de Dios estuvo presente de una manera especial, y sean cuales hubieren sido las fuerzas responsables del funcionamiento del tablero, no pudieron arrimarse a nosotros.
No soy el único que opina que los tableros Ouija son peligrosos. En su libro Channeling [Canalización], el autor Jon Klimo, que mayormente adopta un punto de vista no bíblico acerca de la comunicación con los espíritus y otros entes e insiste en el valor generalmente positivo de tales experiencias, escribe:
El dispositivo tiene la reputación de atraer a la clase más baja de los entes canalizados. Se dice que uno puede establecer contacto con toda una mezcolanza de charlatanes y embusteros que «se hacen presentes». En el estudio más exhaustivo que se haya realizado hasta la fecha, Ouija: The Most Dangerous Game [Ouija: el juego más peligroso], Stoker Hunt escribe: «Por causa de la índole íntima de la información revelada, el tablero Ouija resulta sumamente seductor.». Hunt presenta una galería de casos que invita a la reflexión, en los que, según se informa, los individuos renunciaron a emitir un juicio personal, perdieron el control, e incluso llegaron a matar a seres queridos bajo la dirección de guías invisibles del tablero Ouija. «En etapas tempranas de obsesión o posesión, la víctima se vuelve cada vez más dependiente del tablero Ouija. Ansía cada vez más revelaciones».
Susy Smith, una autoridad en temas psíquicos, concuerda. «Adviertan a las personas que se alejen del tablero Ouija […] hasta haber aprendido cómo estar plenamente protegidas»3.
Los intentos por comunicarse con los muertos no son nada nuevo. Ocurren desde hace miles de años, tal como lo revela el pasaje de Deuteronomio que cité anteriormente. Pero el movimiento «espiritista» estadounidense moderno surgió a partir de las presuntas experiencias de dos hermanas en 1848.
Margaret y Kate Fox tenían 14 y 12 años cuando su familia se mudó a una pequeña casa en el pueblo de Hydesville, Nueva York. La familia luego informó que habían dormido muy poco durante los tres primeros meses en su nuevo hogar. Los mantenían despiertos diversos ruidos de golpecitos y estrépitos que parecían provenir de algún lugar en el interior de las paredes.
La familia decidió tratar de comunicarse con quien quiera (o lo que fuere) que produjese esos ruidos. La señora Fox le preguntó al ente si sabía las edades de sus siete hijos. Con prontitud este le respondió correctamente las edades de todos ellos mediante golpecitos en la pared, incluso la de un niño de tres años que había fallecido.
La señora Fox luego preguntó:
—¿Es humano el que responde a mis preguntas correctamente?
No hubo respuesta.
—¿Se trata de un espíritu? Si lo es, dé dos golpecitos.
Ella escribió: «Se dieron dos golpecitos en cuanto le formulé la solicitud».
A la larga, el «espíritu» se identificó como un vendedor ambulante llamado Charles B. Rosna, que manifestó haber sido asesinado en la casa.
En poco tiempo la fama de la familia Fox (particularmente la de Margaret y Kate, que parecían ser el centro de esa actividad espiritual) se propagó por la región. Las niñas, con el correr del tiempo, empezaron a presentar funciones públicas en las que se brindaba a los asistentes mensajes «de los muertos» mediante golpecitos y ruidos estrepitosos.
En su libro The Afterlife [La vida en el más allá], los investigadores psíquicos Jenny Randles y Peter Hough escriben:
A la prensa le encantó esta nueva sensación. En 1849 las muchachas presentaron su primera función pública en Rochester, y luego recorrieron otras ciudades en los estados del este. El asunto tuvo un efecto contagioso. Otros médiums se unieron a la multitud, constituyéndose en el pilar principal de aquella incipiente religión. En poco tiempo los «golpecitos de los espíritus» se propagaron por todos los Estados Unidos, y luego por Europa y la Gran Bretaña. Así fue como se generó el espiritismo, un movimiento construido en torno a las habilidades psíquicas de dos muchachas adolescentes4.
(Resulta interesante que los golpecitos sigan constituyendo una característica de la «comunicación sobrenatural». Whitley Strieber, el autor de Communion, escribe acerca de una ceremonia a la que asistieron él y sus amigos en la que escucharon fuertes ruidos de golpes, que supusieron eran producidos por entes invisibles).
En 1851, tres profesores de Buffalo University investigaron a las hermanas Fox, entre las que también se incluía ahora a su hermana menor Leah, que se había convertido en una parte importante de la historia. Concluyeron que los sonidos de golpecitos eran una farsa. Sin embargo, esas conclusiones no disminuyeron la popularidad de las hermanas. Entre sus muchos admiradores se encontraba Sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, que se convirtió en un convencido espiritista, y pasó los últimos doce años de su vida profundamente involucrado en el ocultismo.
En cuanto a las hermanas, su participación en el espiritismo no tuvo un final feliz. Jon Klimo escribe:
Las tres hermanas Fox se casaron, algunas más de una vez. Todas, en mayor o menor grado, procuraron refugiarse en el alcohol. Margaret se convirtió en alcohólica. Treinta años después de que todo comenzara, la relación entre ellas se había deteriorado mucho. Leah se había hecho católica e intentaba tomar custodia de los dos hijos de Kate. Margaret, que se había puesto de parte de Kate, publicó una carta en el periódico New York Tribune, en la que se desvinculaba del espiritismo y declaraba que todo había sido una farsa. Queriendo vengarse de Leah, Kate se unió a Margaret en esa confesión. Un año después, Margaret dio un giro completo, manifestando que su anterior revelación había sido motivada por dinero, bajo la influencia de opositores al espiritismo. Pero el daño estaba hecho, y proporcionó abundantes argumentos a la prensa y a los incrédulos. Poco después, en un lapso de tres años, murieron las tres hermanas5.
Pese al triste desenlace de la historia de las hermanas Fox, Randles y Hough escriben que durante la segunda mitad del siglo diecinueve, el espiritismo experimentó un enorme crecimiento:
El espiritismo abrazó otros fenómenos más allá de los golpecitos dados por los espíritus. La telequinesis (el desplazamiento paranormal de objetos, entre los que se incluyen muebles) fue el más común. Ocasionalmente, se observaban manos formadas de una sustancia llamada ectoplasma que manipulaban objetos. Por cierto, se vieron entes enteros de ese material que hasta podían conversar con los presentes.
También hubo médiums de «voz directa». En este caso, la voz incorpórea del muerto podía escucharse en el cuarto donde se realizaba la sesión de espiritismo. Algunos instrumentos musicales sonaban por sí solos y levitaban en derredor de aquellos sentados en el lugar. También estaban en boga los «espíritus guía». Solían ser los espíritus fallecidos de niños o de indios, y tomaban control del médium. Mientras el médium estaba en trance, el guía se apoderaba del cuerpo y hacía uso de las cuerdas vocales. Los médiums de hoy aún siguen
usando muchos de los sistemas de comunicación con el más allá que se desarrollaron en aquel entonces, si bien tienden a ser menos teatrales6.
¿Opino yo que todas esas eran experiencias sobrenaturales legítimas?
Mayormente. no.
Yo creo que la mayoría de los médiums son mercachifles que se aprovechan del dolor ajeno para obtener ganancias personales. Resulta interesante destacar que Harry Houdini, el mago de fama mundial, dedicó mucho tiempo a probar el engaño de muchos de los espiritistas de su época. A decir verdad, le prometió a su esposa que cuando muriera, si existía alguna manera posible de comunicarse con ella, lo haría. Ambos establecieron un código especial que solo ellos conocían. Lo interesante es que después de la muerte de Houdini, su viuda nunca recibió siquiera un mensaje que la llevara a creer que su esposo intentaba comunicarse con ella.
Sin embargo, aunque considero que la mayoría de los espiritistas son una farsa, la advertencia en Deuteronomio sigue en pie. Se trata de un campo muy peligroso, un campo que a las fuerzas demoníacas les encanta explotar.
Randles y Hough se esforzaron mucho por ser objetivos en su investigación del más allá, pero escriben que el espiritismo creció porque «los albores de la era tecnológica ocasionaron que muchas personas se alejaran del cristianismo volcándose en cambio hacia una religión más acorde con la época. El cristianismo daba la impresión de ser anticuado en una era en que las cosas debían ser probadas y evaluadas según las evidencias, no solo aceptadas como creencia “caprichosa"»7.
Otra vez el mismo argumento: «El cristianismo es antiguo y pasado de moda. Es hora de dar lugar a lo nuevo». Sin embargo, Jesús mismo dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán» (Mateo 24:35).
A mí me parece que tenemos que tomar una decisión. ¿Vamos a aceptar las palabras de ciertos entes que aseveran ser los espíritus de seres queridos fallecidos o aceptaremos las palabras de Jesucristo?
Ben Alexander se enfrentó con esta alternativa. Otrora un prominente médium británico, Alexander ahora dirige una organización cristiana que se llama Exposing Satan‧s Power Ministries [Ministerio Pongamos al Descubierto el Poder de Satanás]. Alexander fue miembro de la Iglesia Cristiana Espiritista, que intentaba fusionar el cristianismo con las prácticas ocultistas. En muchos sentidos sus reuniones de iglesia eran iguales a las de cualquier congregación de fe bíblica: se entonaban himnos, se predicaba, se daba lectura a las Escrituras, e incluso se celebraba la Santa Cena.
Pero en cada reunión se realizaba también una sesión de espiritismo, conducida por Alexander u otro consumado médium.
La iglesia enseñaba que Jesucristo era el más destacado médium espiritista de todos los tiempos, y señalaba el relato bíblico de su «transfiguración» como prueba de ello. Ese evento tuvo lugar cuando Moisés y Elías aparecieron de repente con Jesús, y él habló con ellos (Mateo 17:1-5).
Lo que Alexander y otras personas de su iglesia no alcanzaron a comprender fue que se trataba de una experiencia única en la que Dios comunicó de manera clara que la autoridad de Jesús es mayor que la de Moisés o de cualquiera de los otros profetas.
A medida que Alexander siguió leyendo la Biblia, empezó a inquietarse ante Escrituras que no concordaban con las creencias y prácticas de su iglesia. Particularmente se sentía incómodo ante pasajes como los que siguen:
No acudan a la nigromancia, ni busquen a los espiritistas, porque se harán impuros por causa de ellos. Yo soy el SEÑOR su Dios (Levítico 19:31).
Cualquiera de ustedes, hombre o mujer, que sea nigromante o espiritista, será condenado a muerte. Morirá apedreado,
y será responsable de su propia muerte (Levítico 20:27).
Si alguien les dice: «Consulten a las pitonisas y a los agoreros que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos, en favor de los vivos?, yo les digo: ¡Aténganse a la ley y al testimonio!» (Isaías 8:19-20).
A medida que Dios empezó a turbarle el corazón, Ben Alexander se convenció de que en realidad nunca había estado en contacto con los espíritus de seres queridos fallecidos. Los espíritus que hablaban por medio de él eran imitadores astutos. Su actuación resultaba muy convincente; sin embargo, Alexander tenía la certeza de que solo se trataba de eso: de una representación.
Él manifiesta que podía percibir el desagrado de sus espíritus guía cada vez que intentaba dedicar tiempo a la lectura de la Biblia. Recuerda que en cierta ocasión, una fuerza invisible le arrancó la Biblia de las manos y la lanzó al otro lado del cuarto. En otra ocasión las páginas empezaron a girar con rapidez, a ser arrancadas y lanzadas por el aire. En lugar de tratar de invalidar las prohibiciones de la Biblia en cuanto a la comunicación con los muertos, los espíritus de Alexander hacían una exhibición franca de ira y de desprecio por la Biblia.
A la larga Alexander se rindió a Cristo. Decidió que era necesario hacer una declaración pública de su nueva fe, y que obedecería el mandamiento de Cristo de ser bautizado.
Y entonces sí que se enfurecieron los espíritus. A decir verdad, en cierta ocasión encontró un mensaje amenazante escrito por un dedo en el parabrisas empañado de su automóvil: «Te estaremos esperando del otro lado. Allí nos desquitaremos».
Sin embargo, pese a todas sus bravuconadas, los espíritus nunca volvieron a molestarlo. Él está convencido de que Dios lo protege, y no tiene preocupación alguna en cuanto a lo que le espera «del otro lado». Sabe que al morir irá a estar con Jesús. Hoy también sabe por qué la Biblia nos advierte que no intentemos comunicarnos con los muertos ya que eso equivale a dar paso a la posibilidad de una invasión de fuerzas siniestras.
Luego de su conversión al cristianismo, Alexander se mudó a los Estados Unidos, donde desarrolló un ministerio exitoso. Con setenta y tantos años, aún dedica la mayor parte de su tiempo a viajar y dar conferencias acerca de los peligros de involucrarse con el ocultismo. De vez en cuando regresa a Londres donde trata de hablar del evangelio con algunos de los amigos médiums que le quedan. Lamentablemente, ha visto que la mayoría de ellos siguen desconcertados por su «deserción», y no perciben ninguna razón que los lleve a cambiar su creencia.
La historia de Ben Alexander añade un signo de admiración al hecho de que no hay manera de reconciliar lo que enseña la Biblia con la práctica de establecer comunicación con los muertos.
Todo empezó cuando varios miembros de la Toronto Society for Psychical Research [Sociedad de Toronto para la Investigación Psíquica] quisieron ver si les era posible crear su propio fantasma y lograr que se les revelara. Decidieron que el fantasma se llamaría Philip y que había vivido y fallecido en la Inglaterra del siglo diecisiete. Incluso contrataron a un escritor para que armara una biografía ficticia, y le pidieron que su relato fuera tan heroico y romántico como le resultara posible. También se le encargó a un artista que produjera el retrato de Philip. A continuación, se les solicitó a los miembros del grupo que aprendieran todo lo que pudieran acerca de este personaje ficticio, tras lo que intentarían comunicarse con él «del otro lado».
Intentaron durante varios meses comunicarse con Philip, sin recibir siquiera un susurro por respuesta. Lo que no resultó para nada sorprendente puesto que Philip nunca había existido. Pero, al parecer, eso no tenía importancia.
Cierta noche, estando los miembros del grupo sentados alrededor de una mesa diciendo: «¡Hola Philip!», algo decidió darse a conocer. Unos cuantos golpes fuertes se escucharon desde algún lugar en el interior de la mesa.
En reuniones subsiguientes no fue necesario que se insistiera mucho para que «Philip» reapareciera. Rápidamente respondía las preguntas que le formulaba el grupo mediante golpecitos en la mesa. Nunca contradijo lo que se había escrito acerca de él, si bien los miembros del grupo informaban que cada tanto añadía detalles propios. A veces el grupo le cantaba a Philip, y cuando lo hacía, él se les unía a través de que la mesa diera saltos.
Finalmente presentaron a Philip al mundo mediante un programa de televisión que se grabó frente a público en vivo en los estudios de Toronto City Television. Por lo que se sabe, tradicionalmente a los fantasmas les encanta la oscuridad; sin embargo, a Philip no le molestaban en absoluto las cámaras de televisión y las luces brillantes. Cuando el moderador del programa lo presentó, él respondió de la manera acostumbrada: mediante golpes fuertes en la mesa. Y luego la mesa empezó a saltar y dar topetazos por el escenario.
Durante los minutos que siguieron, Philip respondió educadamente las preguntas de varios panelistas e incluso de miembros del público en el estudio. Solo se calló cuando un miembro del grupo que lo había «creado» cuestionó su existencia.
—Ya sabes que solo eres producto de nuestra inventiva—le dijo.
Al oír eso, Philip dejó de hablar. Solo después de que varios miembros del grupo de Toronto redoblaran sus esfuerzos por creer en él, Philip aceptó volver a aparecer en escena.8
Esta historia plantea algunas preguntas intrigantes: ¿Quién era Philip? ¿Se trataba meramente de un producto de la energía de la mente humana? ¿O acaso su aparición se había producido como resultado de la actividad demoníaca? ¿Quizá algún demonio engañado, creyendo que Philip había sido una persona de verdad, había decidido usarlo como medio para comunicar su propio mensaje? Son preguntas interesantes. Pero sea cual fuere nuestra conclusión, eso no invalida la severa advertencia de Dios en Deuteronomio: «Nadie entre los tuyos deberá […] servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Cualquiera que practique estas costumbres se hará abominable al SEÑOR» (Deuteronomio 18:10-12).
Otra forma en que los muertos supuestamente se comunican con los vivos es por medio de lo que se conoce con el nombre de «escritura automática». Esto consiste en sostener una lapicera o un lápiz en la mano sin apretarlo y permitir que «los espíritus» lo deslicen por el papel.
Algunos expertos manifiestan que casi cualquiera que esté dispuesto a entregarse a los espíritus puede aprender a ser experto en escritura automática. Solo hace falta la capacidad de relajarse, vaciarse de pensamientos conscientes (¿le suena conocido?), y permitir que los espíritus hablen a través de uno.
Como podemos imaginar, los mismos peligros asociados con el tablero Ouija también se relacionan con la escritura automática. Los que creen que en realidad se trata del poder subconsciente de la mente que toma el mando advierten que se puede producir un brote psicótico o alguna enfermedad mental a consecuencia de ello. El doctor J.B. Rhine, un psicólogo de Duke University que dedicó muchos años a la investigación de fenómenos ocultistas, descartó la escritura automática por considerarla «automatismos motores» y opinaba que era causada por conflictos interiores, represiones y obsesiones que afloraban durante el proceso9. Eso puede ser cierto en algunos casos; sin embargo, también es verdad que la escritura automática hace que uno se exponga a la posibilidad de invasión por parte de fuerzas sobrenaturales.
Y muchos de los mensajes recibidos mediante escritura automática concuerdan exactamente con los mensajes que se comunican a través de médiums espiritistas, visitantes «angelicales», o seres que supuestamente provienen del espacio sideral. Vez tras vez, se aclama a Cristo como un gran maestro, pero nunca como salvador. Frecuentemente se nos insta a que liberemos el poder que hay dentro de nosotros. Y se nos dice que el más allá es un sitio tranquilo y feliz para todos, sin que tenga importancia lo que se hizo o lo que se creyó en la vida presente. En otras palabras, se nos sugiere que más vale que descartemos la mayor parte de la Biblia, porque lo que dice en realidad carece de importancia.
Hoy más que nunca, hay voces decididas a tratar de captar nuestra atención. De modo que resulta de vital importancia saber cómo distinguir un mensaje espiritual legítimo de uno falso.
El autor Phil Phillips brinda los siguientes cinco métodos bíblicos prácticos para «someter a prueba los espíritus»10. Escribe que un auténtico mensajero de Dios:
Proclama que Jesús es el Hijo de Dios que vino a la tierra en forma humana, y nunca niega este hecho.
Siempre exalta a Jesucristo y señala que él llevó a cabo la expiación del pecado al morir en la cruz.
Nunca fomenta la adivinación ni las prácticas ocultistas.
Nunca contradice las Escrituras ni desestima la importancia de ellas.
Nunca mina la majestad, la gloria o la santidad del Dios todopoderoso, Rey del universo.
Buenos consejos, y perfectamente alineados con lo que escribió el apóstol Juan:
Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba
para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas. En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios; todo profeta que no reconoce a Jesús, no es de Dios sino del anticristo. Ustedes han oído que éste viene; en efecto, ya está en el mundo (1 Juan 4:1-3).
Hay muchas razones por las que las personas quizá intenten comunicarse con los muertos. Resulta muy difícil perder a un ser querido, y al igual que Rhonda, cuya historia relaté al comienzo de este capítulo, los que sufren esas ausencias quizá anhelen la tranquilidad de saber que sus seres queridos están felices «en el más allá». Sin embargo, tal como hemos podido observar, el intento de comunicarnos con los muertos está prohibido por Dios, porque abre una puerta para que Satanás nos engañe.
Sí, según la Biblia, la vida continúa más allá de la tumba. Para los que pertenecen a Jesús, un maravilloso tiempo de reunión tendrá lugar en el cielo. Pero hasta tanto se cumpla el tiempo de reunirnos con nuestros seres queridos en ese lugar, lo mejor que podemos hacer es acudir al Señor para recibir consuelo, contentarnos con los maravillosos recuerdos de nuestros seres queridos, tener la seguridad de que están bien, protegidos y seguros en las manos de Dios, y saber que algún día volveremos a verlos.